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Otro ponche, ¿y la vida sigue igual?

Los muchachos menores de 15 años acaban de quedar eliminados en el Premundial 

Autor:

Norland Rosendo

Sucedió lo que nunca: Cuba fuera de los mundiales de todas las categorías en el béisbol masculino. Ni sub-12 ni sub-15 ni sub-18 ni sub-23. Que se recuerde, jamás había pasado. Si a eso se añade par de sextos lugares seguidos en los Juegos Panamericanos, resultados igualmente inéditos, la imagen internacional de nuestro deporte nacional no puede ser peor.

Los muchachos menores de 15 años acaban de quedar eliminados en el Premundial donde se otorgaron cinco cupos para la cita del orbe que organizará Colombia en agosto de este año.

Era un equipo al que podrían faltarle figuras, pero, a juicio de varios expertos consultados, integrado por jugadores con herramientas, talento y proyección, pero con una deuda muy grande con el terreno.

Entre las desventajas con el resto de las selecciones, algunas probadas como la cantidad de partidos acumulados y las no probadas, pero que los físicos develan a esa supuesta edad, está el dominio de los fundamentos de juego, la capacidad de anticipación, el oficio, las habilidades ganadas con horas entre las dos rayas de cal.

Esos muchachos, por los reportes desde la sede dominicana, se entregaron al máximo, jugaron con vergüenza deportiva. Quisieron, pero no pudieron. Para ellos, las gracias.

A finales de 2023 tocó al sub-23 quedarse corto en el torneo clasificatorio panamericano y en mayo sucedió lo mismo con el sub-12. Un año antes corrió igual suerte el equipo sub-18.

Ya no solo quedamos fuera de los podios, sino que las ubicaciones no alcanzan para un boleto a la cita del orbe, incluso aunque sean cinco plazas y se ausente el campeón mundial vigente, Estados Unidos.

El cuarto puesto en el pasado Clásico sigue siendo un espejismo, la conjugación de muchos factores favorecieron que el Team Asere resucitara cuando estaba en terapia intensiva y llegó a una instancia que fue vedada para otras nóminas mucho más fuertes y mejor trabajadas que la nuestra.

Sucede en el deporte, dirán algunos. Y es cierto. Todo el aplauso para Cuba en el Clásico tras regresar a las semifinales. Con el potencial existente en Grandes Ligas podemos soñar con una mejor ubicación en la cita de 2026, si fuerzas extradeportivas no ponchan la idea de la mayoría de «aquí y allá».

Mientras, toca hacer la revolución en el béisbol cubano. Cómo superar las barreras impuestas por un contexto económico muy adverso, que trasciende lo
deportivo. O al menos, cómo agujerar los muros con innovación y optimizando el empleo de los recursos disponibles.

Si nos acostumbramos a perder en béisbol y naturalizamos esos reveses, estaríamos matando, más que un juego, uno de nuestros símbolos identitarios. Cada derrota debe doler, y doler mucho. Tras resultados así toca un análisis profundo de sus causas sin buscar justificaciones. Un análisis que sea, incluso, público.

No es asunto solo de mover jefes, sino de ir a las esencias y a posibles soluciones. No todo depende del bloqueo ni los recursos materiales. Ese par de argumentos pesan, y mucho, en los calendarios recortados y en la emigración, cada vez desde edades más tempranas, de los posibles talentos, de cuyo total solo un diez por ciento llega a Grandes Ligas.

Si hubiera un acuerdo contractual entre MLB y la Federación Cubana de Béisbol y Softbol, hoy muchos de esos niños estuvieran aquí, formándose en academias y bajo planes de preparación muy actualizados, junto a sus familiares y en su país.

Pero además de las condicionantes políticas asumidas por los adversarios de Cuba socialista, cuyo impacto material es innegable, desde dentro también hay mucho que hacer mejor.

¿Cuándo vamos a contar con un equipo nacional de asesores donde converjan las voces de Eduardo Martín Saura, Darío Cid, Juan Charles Díaz, José Manuel Cortina, Celso Suárez, Carlos Martí, entre otros, e incluso algunos radicados fuera de la isla que sufren igualmente cada derrota?

El béisbol es de todos. Cuantos más sean llamados a aportar serán mejores las soluciones.

Hay que jugar más. Es innegable, pero también resulta imprescindible actualizar pensamientos, recuperar lo que se hacía antes y funcionaba, e injertarle lo nuevo que enriquece a este deporte tan complejo como dinámico.

Es tiempo, además, de corregir distorsiones. ¿Cómo un jugador en el banco va a ganar igual que el titular? Y no digo más al respecto, porque es un tema muy abordado. Por los mismos caminos en la gestión económica no se llegará a un destino diferente. Hay que aplicar fórmulas estimulantes, que amparen la distribución de los recursos en beneficio de los que más aporten.

Este juego no se gana haciendo lo mismo de siempre. Si algo existe, además de talento en el béisbol en Cuba, es gente que ama este deporte, a la que le duele verlo morir poco a poco, agonizando entre derrotas y derrotas, y está dispuesta a entregar todas sus energías y conocimientos, bajo el sol abrasante de enero a diciembre, para revertir el marcador actual.    

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