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Los enemigos del cambio siguen agitando demonios

En una postura francamente desafiante e irrespetuosa, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, pretende desconocer el resultado reciente del examen encomendado a la Universidad de Salamancaen, el cual ha vuelto a atestiguar que no hubo fraude en las elecciones que dieron triunfador a Evo Morales, en octubre de 2019

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Los demonios que pugnan por volver a soliviantar a Bolivia debieran aquietarse una vez que el país ha remprendido el camino del crecimiento, y pone cerrojos a los expedientes corruptos y los capítulos de represión abiertos por los usurpadores del Gobierno...

Pero hay quienes quieren manipular el cierre del caso judicial Fraude luego de la enésima investigación probatoria de que no hubo indicios de juego sucio en las elecciones que dieron triunfador a Evo Morales, en octubre de 2019. Con tal actitud quieren avivar el fuego.

No falta algún analista que haya comentado, con cierto aire de reproche, que luego del macizo triunfo electoral de Luis Arce en noviembre de 2020 todo apuntaba a la paz, como si el proceso judicial que se alista en torno al desempeño golpista de Jeanine Áñez, aún en extendida prisión preventiva, y el examen de lo acontecido hará pronto dos años, fuera un ejercicio innecesario y hasta revanchista.

Quienes así piensan soslayan, sin embargo, algo esencial: los sucesos aciagos se repetirían allí o en cualquier otra parte si el andamiaje de mentiras sobre el cual se erigió el golpe de Estado no es demolido pieza por pieza para que la asonada sea reconocida como tal, y condenada.

En una postura francamente desafiante e irrespetuosa, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, pretende desconocer el resultado reciente del examen encomendado a la Universidad de Salamanca, el cual ha vuelto a atestiguar que no hubo fraude, lo que ha puesto punto final al proceso judicial que examinaba esa causa.

Ese es el eje: hablar de fraude equivale a decir que la toma del poder por Áñez luego de que Evo fuera obligado por los militares a salir del país fue una «sucesión constitucional», no la usurpación equivalente a un golpe de Estado.

La injerencista e irreverente insistencia de Almagro, ahora, en dicha postura, tiene el descaro de reiterar así el mentiroso informe emitido en 2019 a nombre de la organización que encabeza y que aseveró, sin pruebas, que los resultados electorales eran fraudulentos. Eso «legitimó» y disfrazó la asonada.

Después de meses de silencio ante las muchas voces internacionales que han condenado ese rol golpista, tal postura se ubica en un contexto regional marcado por el afán de mantener en Latinoamérica y el Caribe los modelos de restauración conservadora que habían retornado en los años recientes, y que vuelven a ir en declive.

Aunque en Ecuador la derecha retornó a la presidencia para completar el trabajo de regresión de Lenín Moreno, en Perú,  el triunfo del primer presidente surgido de lo profundo de la nación y su agenda antineoliberal, pueden tener preocupados a quienes dieron por sentada la generalización del viraje derechista.

A ello podría sumarse el propio retorno del MAS al poder en Bolivia, la firmeza en la decisión integracionista y antimperialista de las naciones de la Caricom, y la resistencia de Venezuela, Nicaragua y Cuba a la embestida que se sigue instrumentando contra ellas mediante sanciones y el estímulo a la subversión interna, alimentada con las propias carencias que generan las medidas punitivas, y con métodos de las llamadas guerras de cuarta generación o golpes suaves, como los operativos mediáticos a través de las redes sociales.

Llama la atención que mientras los llamados comités cívicos bolivianos y otras plataformas fomentadas por la derecha política —algunas violentas— promueven nuevas manifestaciones, se hayan reportado protestas, también, en una nación la mar de estable como San Vicente y las Granadinas, apenas por proponerse algo tan lógico y preventivo como la obligatoriedad de vacunarse contra la COVID-19 para quienes la enfrentan en primera línea.

Como resultado de una concentración de inexplicable protesta frente al Parlamento por ese motivo, resultó herido por una pedrada el primer ministro Ralph Gonsalves, un líder regional con prestigio por sus posturas a favor de la soberanía y la unidad regionales.

Tal vez la imagen de Gonsalves ensangrentado —e incluso los riesgos a su integridad— pretenda desacreditar su figura, así como se quiso humillar al presidente Arce cuando un discurso suyo reciente ante el Parlamento fue interrumpido por legisladores de la oposición, quienes volvieron a insistir, a los gritos, en la falsa tesis del fraude.

Aunque hay distancia entre unos y otros hechos, algunas de las escenas pudieran recordar las guarimbas estimuladas en Venezuela en 2017; o las protestas que se fomentaron en Nicaragua en 2018 azuzadas desde afuera, así como ahora se ha se pretendido dividir y desestabilizar la sociedad en Cuba.

¿Acaso la manipulación se está constituyendo en una campaña regional de descrédito, subversión y desconocimiento de las normas más elementales de respeto, tolerancia y convivencia para agredir a quienes representan la contracorriente en Latinoamérica y el Caribe?

En Perú tampoco se dejará avanzar tranquilo a Castillo. Finalmente se abrirá causa judicial por la fabricada presunción de terrorismo al nombrado pero no aprobado primer ministro Guido Bellido, y contra el líder del partido en el poder, Vladimir Cerrón, fundador de Perú Libre. A ambos se les quiere encartar por alegados y no probados vínculos con la organización armada Sendero Luminoso.

 Justicia en bolivia

Además de contribuir a la denuncia de tanta maquinación venenosa y soliviantadora, la necesidad de examinar el juego sucio que constituyó la pretendida «sucesión constitucional» en Bolivia —léase el golpe— está avalada por las víctimas que de modo directo dejó el año de usurpación.

Los deudos de más de una veintena de muertos y los cientos de heridos, ultrajados, perseguidos o detenidos durante una represión feroz que se concentró en las mayorías indígenas, exigen que se saquen cuentas. ¿Cómo reconstruir la vida sin esa obra sanadora imprescindible que constituye el ejercicio de la justicia?

Y quedan las secuelas constituidas por los grupos facistoides y paramilitares usados por el golpismo para amedrentar y masacrar, y que estarían a sus anchas no solo si sus crímenes no se examinan sino, también, si no se les extirpa.

En los días recientes, los denominados grupos cívicos sostenidos por la derecha política que es su tutora, han anunciado bloqueos y otras protestas amparadas en la falsedad demostrada del «fraude». Del otro lado, los amplios grupos sociales que sufrieron en carne propia el golpismo se declaran en alerta, y desde el Parlamento hay pronunciamientos contra la impunidad.

Desconocer la necesidad de justicia sería dejar las puertas abiertas para que las atrocidades del golpismo se repitan. Y no solo en Bolivia.

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