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Una sensata misiva a Biden y la ponzoña miamense

Miembros del Congreso de Estados Unidos, en una carta al presidente Joseph Biden, le pidieron «apoyar al pueblo cubano suspendiendo las regulaciones estadounidenses»

Autor:

Juana Carrasco Martín

En víspera del séptimo aniversario del anuncio al unísono en Washington y La Habana de avanzar hacia la normalización de las relaciones diplomáticas que llevó pocos meses después a la reapertura de las embajadas respectivas, 114 miembros del Congreso de Estados Unidos, en una carta al presidente Joseph Biden, le pidieron «apoyar al pueblo cubano suspendiendo las regulaciones estadounidenses que impiden que los alimentos, las medicinas, las remesas y otra asistencia humanitaria lleguen al pueblo cubano».

Dicho de manera más precisa, es una solicitud de eliminar las 243 medidas de ahogo impuestas durante el mandato de Donald Trump para retornar al punto en que la administración Obama-Biden había comenzado a desatar tensiones para revaluar casi seis décadas de bloqueo, no solo injusto y criminal, sino también obsoleto en su propósito principal de poner de rodillas a un pueblo y su Revolución.

Los 114 representantes firmantes de la misiva —encabezados por los demócratas James P. McGovern, presidente del Comité de Reglas de la Cámara de Representantes; el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Gregory W. Meeks (Nueva York); la presidenta del subcomité de Asignaciones de la Cámara de Representantes sobre Operaciones Estatales y Extranjeras, Barbara Lee (California); y el presidente del Subcomité de Energía y  Comercio de la Cámara de Representantes, Bobby L. Rush (Illinois)—, llamaban a «comprometerse con Cuba en temas de interés mutuo» y a la vez reconocían desde su visión de las diferencias que cuando cedieron tiranteces, se «condujo a un mayor espacio para el debate político y social y a un sector privado ampliado».

El mensaje —sensato y sincero—, fechado el 16 de diciembre de 2021 insta al mandatario de la Casa Blanca a revertir las restricciones de la Administración Trump sobre los viajes a Cuba, una afectación a las  relaciones familiares, y que perjudicó a las pequeñas empresas privadas al desacelerar el turismo.

El razonamiento los llevó a solicitar una revisión de la decisión trumpiana en los días finales de su Gobierno de incluir nuevamente a Cuba en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo —de la cual había sido eliminada en 2015. Otro obstáculo grande a un tratamiento normal hacia la Isla.

Promueven, además, la renovación de la dotación de personal en las respectivas embajadas, lo que califican de «acto de buena fe» y «en el mejor interés de Estados Unidos, ayudando a los cubanos interesados en migrar por medios legales en lugar de contribuir a las condiciones que obligan a los cubanos a migrar en condiciones peligrosas», y  recuerdan que al cerrar los servicios consulares en La Habana «están violando el acuerdo migratorio de 1994 firmado con Cuba para poner fin a la última crisis migratoria».

Y le advierten a su Presidente que «la protección de los derechos humanos en Cuba, está mejor servida por el compromiso basado en principios, en lugar del aislamiento unilateral, que ha demostrado ser una política fallida».

Las recomendaciones razonadas y juiciosas de estos políticos estadounidenses no han recibido hasta ahora respuesta alguna de su presidente, como no sea el silencio. Pero, en cierta prensa o libelo anticubano del sur de la Florida, se incrementan los ataques, las mentiras, las elucubraciones, los golpes que intentan ser de muerte, reflejo de las voces de otros legisladores que han hecho su carrera política en Washington sobre la base de un odio visceral hacia el terruño en que nacieron o lo hicieron sus padres, de un extremismo de derecha repudiable por absurdo y aberrante.

Mensajes de odio que son seguidos en las redes de la ponzoña por cuentas ciertas o clonadas, un ataque cibernético que cuenta con el financiamiento del presupuesto oficial estadounidense y que fue incrementado a partir de junio de 2021, precisamente para aupar las protestas violentas y su cola.

El Rubio, el Menéndez, la nueva loba feroz llamada María Elvira y otros de semejante calaña, son el núcleo central del nido de serpientes que actúan desde el Capitolio de Washington y mantienen presión sobre quien quiera que ocupe la silla de la Oficina Oval, y se aprovechan ahora, más aún cuando el lenguaje de la Guerra Fría resucita… y un inquilino de la avenida Pensilvania que durante la campaña electoral prometió deshielo, hace caso omiso de sí mismo.

Todo ese histrionismo forma parte del obstáculo principal a esa misiva con buenas intenciones de los 114.

Realmente, una relación normal y respetuosa entre Cuba y Estados Unidos es posible y mucho más que eso, es necesaria y beneficiosa para ambas naciones y pueblos, incluso para el desarrollo normal de este hemisferio en el que la lucha y resistencia de los cubanos, de este pequeño archipiélago caribeño, es ejemplo de pasado, presente y futuro.

Y si nos preguntan a los cubanos, la inmensa mayoría dirá todo lo que piensan con solo tres palabras: Abajo el bloqueo. No es una consigna, es una determinación que acompaña a su innata disposición a la resistencia, a luchar y a vencer.

 

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