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¿Cómo celebra el mundo la llegada del nuevo año?

Sería imposible contar todas las tradiciones de esta fecha, pues cada país tiene las suyas, e incluso pueden variar de una ciudad o de un pueblo a otro en una misma nación

Autor:

Juana Carrasco Martín

Tradiciones y rituales siempre han acompañado a las despedidas del año viejo y la bienvenida al nuevo año; aunque ese tránsito de 2021 a 2022 tiene cambios obligados por una pandemia que, lejos de aminorar, nos dejó terribles recuerdos del calendario que se va y trae una variante, quizá no tan agresiva ni mortal en sus efectos, pero que estableció récords de contagios desde su misma aparición.

Sin embargo, los sobrevivientes tenemos más que ganas de celebrar la vida, que ya reconocemos efímera y, por tanto, estamos dispuestos a disfrutarla con sus alegrías y sinsabores.

Los festejos, sean en familia o en multitudes, probablemente mucho más pequeñas que lo habitual por estos días en tiempos «normales», no ocurren al unísono en todo el orbe, porque llegar primero al año nuevo depende del huso horario en que usted vive. Y aquí hay algunas tradiciones o rituales que tendrán lugar (o ya han tenido), con pandemia o sin ella.

La más publicitada, que para eso dominan los medios, es la de la una mundialmente famosa esquina en el corazón de la llamada Gran Manzana, de Nueva York. Lo lees una y otra vez, no importa qué diario, revista o sitio web abras, y ni cambian el titular: «Times Square da toques finales para celebrar la llegada de 2022». Los fuegos artificiales y la enorme y mítica bola de cristal —que data de 1907 —brillarán una vez más y la ilusión iniciada en 1904 por el entonces editor del periódico The New York Times Adolph Ochs, será contemplada desde sus  televisores o celulares por cientos de millones de personas en el mundo, aunque esa ciudad tiemble, porque con ómicron están contagiándose más de medio millón de estadounidenses a diario y, por esa contundente razón, tal vez sea mucho menor el hormigueo de turistas, cuyos deseos están anotados desde hace días en papeles que lloverán como confetis sobre la esquina: «Encontrar mi pareja para toda la vida», «Salud para toda mi familia», «Salud y amor», «Hacer lo que me haga feliz», «Quererme otra vez», «Permanecer con mi pareja», «Abrir puertas para mis sueños».

El año 2022 comenzará en estos países de la región del Pacífico: República de Kiribati, Nueva Zelanda (isla Chatham), Fiyi y Tonga, Rusia, Australia (isla Norfolk). Y los últimos en celebrar el año nuevo están «enfrente», en la misma región: Estados Unidos (isla Baker e isla Howland), Nueva Zelanda (Niue), Polinesia Francesa (Tahití), Reino Unido (isla Pitcairn), México (isla Revillagigedo). Y todo esto nos habla  en algunos casos también de la permanencia en pleno siglo XXI de imperios y colonias.

Variopintos son los rituales  por todo el mundo y aquí están algunos:

Las 12 campanadas tan tradicionales en España —que hoy se limitarán a Madrid, por las circunstancias, aunque comer las 12 uvas seguirá vigente— se quedan más que cortas ante las 108 de los templos japoneses, tañidos que purifican los 108 deseos mundanos que causan el sufrimiento; luego el brindis con amazake, un licor que se toma caliente.

Mientras, los filipinos despiden el año vestidos con ropa y complementos llenos de lunares, cuya forma circular simboliza la riqueza, y hacen sonar las monedas en sus bolsillos para atraer prosperidad.

Literalmente, hace siglos que Dinamarca rompe los platos  —los de la cena de medianoche—, contra el suelo o las puertas para ahuyentar con el ruido los malos espíritus y tener muchos y buenos amigos. Mientras más vajilla rompan, mejor.

Rusia escribe sus deseos para el año nuevo, luego queman ese papel y arrojan las cenizas en una copa de champán, que no pocos se beben. Bueno, también están los que, desnudos o con la menor ropa, se bañan en heladas aguas. Corre el vodka, por supuesto, como en otros países suele suceder con el vino o el ron.

Asimismo, hay baños de agua en Puerto Rico, con verdaderas batallas, y en Cuba usted debe cuidarse de no ser el blanco del cubo de agua lanzado desde ventanas o balcones para limpiar los problemas, para que lo malo no acompañe en 2022.

En Colombia se pasea la maleta por la manzana, una costumbre que se ha extendido a Perú, Uruguay y otros países latinoamericanos. También algunas personas lo hacen en Cuba, para asegurarse viajes por el mundo, aunque esta vez hay que tener cuidado con la COVID-19.

Por su parte, en Italia comen lentejas, y mientras más comas, la buena suerte será mayor, y con ella la abundancia. Los ecuatorianos, como símbolo del año que dejan atrás, queman un muñeco de hasta diez metros de altura fabricado con papel, madera y petardos.

En Grecia el ritual se llama Kremmida: colgar una cebolla en la puerta de cada casa, como símbolo de renacimiento. También ponen una moneda de oro o dorada en la comida y al que le toque, se lleva la suerte.

Sería imposible contar todas las tradiciones de esta fecha, pues cada país tiene las suyas, e incluso pueden variar de una ciudad o de un pueblo a otro en una misma nación.

¿Y ya usted sabe qué ropa se pondrá por la celebración de este 31? Porque en el color de la vestimenta, externa o interior, para darles la bienvenida a los próximos 12 meses también reside la suerte. Blanco en Brasil, para protegerse de los malos espíritus; y en China, rojo. Precisamente  el rojo y el amarillo están muy extendidos por el mundo: el primero identifica el amor, y el áureo, la riqueza y el éxito económico. Y leí que, para atemperarnos al escenario actual, algunos proponen que sea el nasobuco, cubrebocas o mascarilla la prenda con que nos dispongamos a lucir esos colores.

 Apenas estamos a unas horas de un nuevo año. Nuestras expectativas se centran no tanto en las aventuras que el destino nos depara. Esperamos más que eso, y es lo que todos nos deseamos: mucha salud, aunque no vienen nada mal el amor y la suerte, acompañados de un anhelo perenne e imprescindible: la paz.

 

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