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Europa sueña con una reconquista

Una gira del Presidente español por Latinoamérica ha sido la primera señal de que en 2023 el bloque se abalanzará otra vez sobre el «nuevo mundo»

 

Autor:

Osvaldo Pupo Gutiérrez

NO vienen en carabelas, sino en jets; no andan a caballo, sino en carros modernos; no son presos ni defraudados, sino mandatarios y empresarios los que vuelven a América Latina más de cinco siglos después de Colón en busca de nuevas conquistas. En el mundo de hoy muy poco queda por descubrir, sin embargo, la crisis geopolítica actual provoca un vaivén en el ajedrez global y las llamadas zonas de influencia están otra vez en disputa.

Y no es que Europa haya estado alejada de la región desde que España y Portugal perdieran su estatus de metrópolis, pero ahora es particularmente curioso el interés del bloque por recuperar terreno perdido en sus relaciones diplomáticas y comerciales con esta región, descuidadas desde hace años.

Algunos analistas apuntan a que, con una guerra en el centro del Viejo Continente, la inflación en ascenso en la zona euro y la crisis energética que amenaza con exponer a los europeos al frío invernal, todas las cartas están sobre la mesa, incluso, la reconquista. Sin embargo, existen otras pretensiones.

En este nuevo capítulo de las relaciones entre «el viejo» y «el nuevo» mundo, España vuelve a ser protagonista. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, sirvió de embajador de Bruselas durante una gira que lo llevó hasta Ecuador, Honduras y Colombia a finales de agosto. También fue una limpieza de la imagen de su país en la región, luego de que el rey Felipe IV no rindiera honores a la Espada del Libertador Simón Bolívar en la ceremonia de investidura del presidente colombiano Gustavo Petro, lo cual suscitó críticas y dio a entender que los sentimientos colonialistas podrían no ser cosas del pasado. 

Durante el segundo semestre de 2023, España presidirá el Consejo de la Unión Europea (UE). Para ese año se prevé un intenso programa de acercamiento entre el bloque y Latinoamérica, según un informe del Servicio Europeo de Acción Exterior dirigido a los jefes de la diplomacia de los 27 estados miembros, filtrado por el diario El País.

Las palabras de Sánchez tras reunirse con los mandatarios de Honduras, Ecuador y Colombia son copia fiel de los enunciados de ese documento. «No se puede entender España ni Europa sin esa mirada hacia y por Latinoamérica», dijo en un tono conciliador.

En el informe se reconoce que Bruselas intentará frenar el creciente alejamiento de América Latina con un salto cualitativo en la intensidad de las relaciones y contactos, que culminará con una cumbre de máximo nivel el año próximo, organizada por España. Incluso, se recordó la existencia de un presupuesto de 3 400 millones de euros para cooperar con la región hasta 2027.

Pero, ¿a qué se debe el repentino interés de volver a mirar hacia Latinoamérica? ¿Qué cambió? Desde sus inicios en el cargo en 2019, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, advirtió sobre la presencia de China y Rusia en la región y el desplazamiento de Europa y Estados Unidos a un segundo plano en las relaciones comerciales y bilaterales.

Ahora, el documento elaborado por el Servicios Europeo de Acción Exterior, que dirige Borrell, le pone cifras a esa realidad: «China ha multiplicado por 26 su inversión en la región entre 2000 y 2020 y es el primero o segundo socio comercial más importante de los países de Latinoamérica y el Caribe, desplazando a la UE y superando a Estados Unidos en muchos países».

La pesadilla de Occidente

La agencia Xinhua reveló que el valor del comercio entre China y América Latina ascendió a más de 450 000 millones de dólares en 2021, una cifra récord. Vale recordar también que 21 de los 33 estados de América Latina y el Caribe se han integrado a la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda, que incluye, según sus creadores, la construcción de infraestructuras, parques industriales y proyectos energéticos, con saldos positivos para el desarrollo. Asimismo, los lazos comerciales incluyen la participación de Bolivia, Brasil, Chile, Perú y Venezuela en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras.

A propósito de esta relación favorable, el canciller chino, Wang Yi, explicó una de sus causas: los principios de la diplomacia del Gigante asiático. Al contrario de Occidente, el mantra chino en sus relaciones con el exterior lo constituyen la no interferencia en los asuntos internos, el respeto a la soberanía e integridad territorial y la promoción de beneficios mutuos. 

En consecuencia, Beijing cuenta con ocho asociaciones estratégicas en Latinoamérica. Desde 2005 ha destinado cerca de 120 000 millones de dólares en préstamos a países y empresas de la región. Además, se creó en 2014 el Foro de cooperación entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Se demuestra así que no se trata de una relación construida deprisa y con gobiernos con cercanía ideológica, sino que son pasos sólidos basados en los principios chinos de colaboración.

En tanto, aunque con una postura un poco más política, Rusia ha dado muestras de su interés en Latinoamérica. Recientemente, se puso a prueba el verdadero valor de esa postura, cuando en medio del acaparamiento de vacunas anti-COVID-19 por parte de Estados Unidos y Europa, el fármaco Sputnik V fue el primero en estar disponible para los habitantes de la región, duramente afectada por la pandemia.

Moscú también participa en el intercambio comercial de alimentos y otros productos, sobre todo con países como Argentina, Brasil y México, sus principales socios, según RT. Además, el Kremlin mantiene lazos con sus aliados tradicionales Cuba y Venezuela, en medio de las tensiones geopolíticas actuales.

En el plano económico, también vale subrayar que, de las 1 019 toneladas de litio exportadas por Bolivia en 2021, el 44 por ciento fue a parar a Rusia, en contraste con apenas el 16 por ciento que recibió Estados Unidos de este mineral, considerado el oro blanco por sus aplicaciones en la industria electrónica y automotriz.

Por otra parte, el escenario actual ha vuelto a traer al centro de atención los atractivos de la región latinoamericana. Según cifras oficiales, en esta parte del mundo vive el ocho por ciento de la población global; Latinoamérica posee el 22 por ciento de las reservas de petróleo del mundo y uno de los principales reservorios de litio; además, es la tercera región con mayor tierra cultivable.

¿Borrón y cuenta nueva?

Al finalizar su gira por América Latina, el presidente español, Pedro Sánchez, calificó su viaje como la viva prueba de un compromiso renovado con la región y se comprometió a ser un puente entre los intereses de este continente y Europa.

Detrás del telón se esconde una estrategia poco disimulada de tratar de desplazar a China y Rusia de una «zona de influencias» que compartían Washington y Bruselas hace unos pocos años. Sin embargo, es un error creer que habrá una reconquista económica en los términos de los europeos.

La estrategia de enviar a las antiguas metrópolis a congraciarse con los países que un día fueron sus colonias, bajo el pretexto de que comparten historia y tradiciones, es, cuando menos, desacertada. Sobre todo, porque aún no se han ofrecido disculpas públicas por el trauma de la explotación de esos mismos pueblos.

Solo basta con recordar las caras largas de los líderes africanos que se encontraron con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante su gira por África hace unas semanas, y los abucheos que recibió de los manifestantes en su contra. ¿Por qué recibiría Bruselas un trato preferencial en América Latina, donde la izquierda vuelve a ser mayoría, se reivindican las luchas emancipadoras y gestos como el del Rey español frente a la Espada de Bolívar causan enojo? Y aunque las leyes del liberalismo indican que negocios y política no se mezclan, también es cierto que es mejor tratar con quienes no hagan sangrar de nuevo las viejas heridas.

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