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El ultranacionalismo o extrema derecha al mando de Israel

El sionismo violento podrá poner en práctica su política expansionista y genocida contra el pueblo palestino y árabe con el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu

Autor:

Juana Carrasco Martín

Si duro fue 2022 para casi todo el mundo —afectado por una crisis económica global que la COVID-19 empujó y exacerbó las sanciones de Estados Unidos y el llamado Occidente contra Rusia, por la operación militar especial en Ucrania—, para el pueblo palestino, sometido por el sionismo, fue sustancialmente cruel e inhumano.

Para apretar más las tuercas, 2023 asoma ya con mayores penas. Todo viene dado por los resultados de las elecciones de noviembre en las que la coalición de la derecha y la extrema derecha se hizo de la mayoría en el Knesset o Parlamento, y con ello el regreso de Benjamin Netanyahu al cargo de Primer Ministro, la oportunidad fabricada para que lo más recalcitrante del sionismo ponga en práctica políticas que pretenden darle forma al Gran Israel a expensas, en primer lugar del estado Palestino, y también de tierras de otros Estados árabes e islámicos.

Netanyahu y su partido Likud deben compartir poder, y significa que figuras de la extrema derecha ocupen a partir de este 2023 cargos claves en la judaización del territorio donde debían fundarse dos Estados, el de Israel y el de Palestina, según lo determinado por la ONU en 1947, pero que la mano injerencista de Occidente impidió.

Veamos lo que está sucediendo, sustentado por un proceso de años que  se intensificó en 2022 a la sombra de los acontecimientos de Ucrania, potenciados por los medios internacionales plegados a la propaganda del Pentágono y la OTAN, mientras los crímenes del Israel sionista quedaron en sordina.

Un vistazo a los ministros del nuevo gabinete de Netanyahu que entrará a gobernar, nos dan la clave.

El partido Sionismo Religioso, que dirige Bezalel Smotrich  —un residente del asentamiento de Kedumim—, tendrá el control del proceso de aprobación para la construcción de colonizaciones en Cisjordania, según informó la radioemisora pública Kan, lo que descongelará o destrabará proyectos de ilegales asientos judíos en tierras palestinas o árabes que en otro momento obtuvieron el rechazo internacional por controversiales y se paralizó su ejecución. La luz verde es cuestión de brevedad.

Smotrich  se convirtió, además, en Ministro de Finanzas y ocupará las labores de segundo ministro en el Ministerio de Defensa, todo lo cual significa una buena tajada de poder bajo el acuerdo de coalición con el Likud.

El Sionismo Religioso aboga por la anexión de grandes partes de Cisjordania sin darle a los palestinos igualdad de derechos y, por supuesto, por la expansión masiva de los asentamientos, lo que no es muy ajeno a los deseos de Netanyahu que en 2020, durante su anterior mandato, presionó para anexar alrededor del 30 por ciento de  la Cisjordania ocupada por Israel desde la guerra de 1967.

Otros extremistas que recogerá su porción de poder en este nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu es Itamar Ben-Gvir, quien estudió en la yeshivá de Meir Kahane en Jerusalén, una escuela de odio, racismo antiárabe y violencia, según la doctrina del fundador de la Liga de Defensa Judía, quien predicó la transferencia forzada de la mayoría de los árabes de Palestina y la creación de playas, escuelas y pueblos solo para judíos. 

Ben-Gvir ha sido aprobado como ministro de Seguridad Interna, otro cargo prioritario en el control del Estado y en la represión a los palestinos, y tendrá bajo su control a la policía, principal cuerpo de represión contra los palestinos, junto a las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel.

Quien piense que ambos ultranacionalistas impondrán políticas a Netanyahu se equivoca totalmente. La cabeza del Likud prometió como uno de las prioridades de su mandato avanzar y promover «los asentamientos en todas las regiones del territorio de Israel: en Galilea, Negev, los Altos del Golán y Judea y Samaria», aseveración amenazadora para lo cual utilizó los nombres bíblicos de regiones de la Ribera Occidental o Cisjordania.

Pudiera parecer humano y democrático que la administración Biden prefiera a otro político israelí antes que a Smotrich y Ben-Gvir con sus objetivos de supremacía sionista, pero su preferido para formar parte del círculo más estrecho de poder del gobierno Netanyahu no dista mucho de los sujetos en cuestión.

Se trata del ministro de defensa saliente, Benny Gantz, quien hace unos días se vanaglorió ante pilotos graduados de su Fuerza Aérea diciendo que «Israel ha aumentado significativamente su preparación en los últimos años y se está preparando para la posibilidad de un ataque contra Irán». Según The Times of Israel, Gantz añadió: «Puedes cruzar el cielo hacia el este en dos o tres años y participar en un ataque a sitios nucleares en Irán, para lo cual nos estamos preparando». Gantz fue el jefe del Estado Mayor de las hipócritamente llamadas Fuerzas de Defensa de Israel durante la terrible agresión de 2014 contra la Franja de Gaza, una operación militar que se cataloga como un crimen de guerra cometido bajo el nombre de Margen Protector, y en la cual murieron más de 2 300 palestinos, fueron destruidas 18 000 viviendas y 108 000 familias quedaron sin hogar.

La intención no tendrá merma, pues entre los nuevos nombramientos hechos por Netanyahu está Tzachi Hanegbi, miembro del Likud, un evidente hombre de su total confianza pues ha pasado por un buen número de cargos en los gabinetes de Gobierno en Israel, también un verdadero halcón respecto a la nación persa, que ahora encabezará el Consejo de Seguridad Nacional de Israel.

De su cosecha iracunda, Hanegbi aseguró el pasado noviembre la probabilidad de que el Primer Ministro ordene ataques contra objetivos estratégicos iraníes si la Casa Blanca no llegaba a un estricto acuerdo nuclear con Teherán. Amenaza que repite en el tiempo una y otra vez, como es habitual en los comentarios del hasta ahora primer ministro Yair Lapid, cuando reveló ejercicios militares conjuntos de EE. UU. e Israel que fueron simulacros de ataques contra Irán.

¿Una muestra de lo que vendrá?

Previo a las elecciones del 1ro. de noviembre que dieron mayoría en el Knesset a la coalición de Netanyahu con el ultranacionalismo, la extrema derecha y el judaísmo ultraortodoxo, los colonos del sector de la Ciudad Vieja de Al-Khalil participaban a diario en acciones de amedrentamiento de la población palestina, lo cual se intensificó luego de los resultados de las urnas.

Justo tras conocerse el avance electoral que benefició al Likud y sus aliados del sionismo extremo, el sábado 19, día de la conmemoración del Shabat judío en Al-Khalil (la conocida como Hebrón en hebreo), la más grande urbe de la Cisjordania y la cuarta más sagrada de la tradición islámica, colonos racistas realizaron ataques más violentos, atacaron casas de los palestinos y lograron el beneplácito de las fuerzas militares de ocupación israelíes.

Calificado de pogromo por algunos medios, incluso israelíes, cientos de jóvenes invadieron los hogares palestinos, destruyeron tiendas y atacaron a la gente en las calles, mientras el ejército israelí ordenaba a los palestinos que cerraran sus tiendas y abandonaran la zona. La descripción del terror entronizado en Al-Khalil la hizo Mintpressnews.

Por otra parte, los acuerdos de coalición presentados a la Knesset el miércoles último representan también un golpe devastador a la causa del pluralismo religioso en Israel y están destinados a alienar a millones de judíos de la diáspora, aseguraba un comentario en el periódico israelí Haaretz, donde se agregaba que «si se implementan, reducirían drásticamente el número de personas elegibles para emigrar a Israel bajo la Ley de Retorno; poner fin al reconocimiento de las conversiones realizadas por rabinos no ortodoxos y tribunales rabínicos ortodoxos privados». Nada de conversos o nietos, solo judíos puros, dicen los ultras.

Una nueva etapa del martirologio palestino se avecina, también de lucha y resistencia.

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