Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Estados Unidos «infló un globo» con un «cuento chino»

En Washington montaron una farsa para dar marcha atrás a un asunto muy serio. Todo hace indicar que quieren transformar la comedia en una real tragedia bélica

Autor:

Juana Carrasco Martín

Para dicharachos los cubanos. Nos preciamos de ello y aquí les digo sobre el sainete que la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono ensamblaron en los medios occidentales y las redes —que dicen ser sociales— una función teatral de espionaje sobre un globo aerostático chino, dedicado a la investigación meteorológica, que se desvió de su ruta y fue a dar a los cielos del estado de Montana, supongo que luego de pasar sobre Alaska y Canadá, sin ser detectado.

«¡Ay, qué alboroto!»  cantaba el Charangón de Elito Revé en la radio cuando, coincidentemente, leí nuevas revelaciones de globos meteorológicos chinos sobre territorio estadounidense en al menos otras cuatro ocasiones en los años recientes, tres de ellos durante la administración de Donald Trump y una en el actual mandato de Joseph Biden, sin que los formidables aparatos militar y de inteligencia de EE. UU.  notaran en su momento la penetración.

No sé si se sonrojó el general de la Fuerza Aérea Glen VanHerck, jefe del North American Aerospace Defense Command, la organización conjunta de Canadá y  Estados Unidos que provee de defensa y control aéreo a toda Norteamérica, cuando admitió frente a la prensa: «Como comandante de Norad, es mi responsabilidad detectar las amenazas a América del Norte»… «Te diré que no detectamos esas amenazas, y esa es una brecha de conocimiento de dominio que tenemos que resolver».

Se enteró de los paseos de los globos por América del Norte, mediante informaciones de la comunidad de inteligencia que los reconstruyó posteriormente a que ocurrieron.

Esto le dio pica-pica a los círculos republicanos, y varios exfuncionarios de Trump, entre ellos el ex asesor de seguridad nacional Robert O’Brien, quien le confesó a la publicación Politico: «Nunca nos informaron, nunca escuchamos nada de eso». Me vino a la mente el juego infantil «Quién le pone el rabo al burro».

Un par de días después de Montana, un artefacto chino fue avistado justo arriba de Sudamérica, sin más guirigay que el mismo «cuento chino» repetido en inglés por los avispados funcionarios de Estados Unidos. Probablemente los latinoamericanos del TIAR —Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca—, si lo apreciaron no le dieron importancia porque lo consideraron con identificación de águila, barras y estrellas, que es lo habitual, y respondía al pacto de «defensa mutua» interamericano firmado el 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro.

Más de lo mismo, probablemente se dijeron algunos en estas latitudes; aunque a la par del globo chino por estos lares, con la máxima seriedad como requiere el asunto de la intromisión estadounidense en la América Nuestra, el Gobierno venezolano y su jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Domingo Hernández, denunció que aviones espías estadounidenses violaron, al menos en cuatro ocasiones, el espacio aéreo de Venezuela en los últimos 30 días, «irrespetando los convenios internacionales. ¡Realmente cinismo es poco!!», señaló en su cuenta en Twitter, y con ello respondía al mensaje en la misma red social del ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, quien catalogó de cínica la actitud de Estados
Unidos al derribar un globo civil chino que cumplía misiones científicas.

No es para menos denunciar la procacidad, cuando el Pentágono tiene invadidos los cielos del mundo con satélites espías y sus naves de vigilancia o de combate sobrevuelan los espacios aéreos asiáticos, eslavos, europeos, africanos, sudamericanos, caribeños y hasta los frígidos polos, mientras bases militares y puestos de avanzada hollan por doquier el planeta Tierra.

Pero la puesta en escena en el espacio aéreo estadounidense servía para cercenar algo muy juicioso que debía servir para aliviar tensiones entre Washington y Beijing, el secretario de Estado Antony Blinken justificaba así suspender su viaje a la capital China, donde probablemente se hubiese reunido con el presidente Xi Jinping.

El incidente del globo aereostático ha deteriorado las ya frágiles relaciones diplomáticas entre China y Estados Unidos. Foto: La Prensa

Como es sabido, luego de varios días del manipulador montaje caza bobos que sembró el miedo en su ciudadanía, con un dale para adelante y para atrás sobre si derribaban o no el globo chino, llegó «el bueno» de la película maniobrando un  caza Raptor F-22A de la Fuerza Aérea estadounidense, en posición de combate, y lanzó un misil AIM-9X aire-aire de corto alcance. El impacto dio en el blanco globo meteorológico y el «enemigo» explotó en el aire sobre el Océano Atlántico, a unas seis millas náuticas de la costa de Carolina del Sur, donde los playeros de Surfside Beach disfrutaron del espectáculo, comentó alguna prensa local.

Supongo que el bombazo hizo trizas a la nave llevada por los vientos y buscar los pedacitos no será nada fácil, pero todavía hay que sacarle helio al globo, y el funcionario experto en seguridad nacional de la Casa Blanca, Jack Sullivan, dijo entonces que querían «recuperar» el globo chino, señalado por obra y gracia de la manipulación propagandística en todas las esferas mediáticas como un artefacto espía, un «globo» inflado a nivel planetario, para mostrar a Estados Unidos ante el mundo ingenuo y maleable como la víctima del gigante asiático, cuya sombra tanto temen y quieren eliminar.

Sullivan apuntó, sin importarle los nuevos aprietos, que a  pesar de que la recuperación del globo llevará tiempo, esta será beneficiosa «para que luego
podamos explotar lo que recuperemos y aprender aún más de lo que hemos obtenido».

A su vez, como el cinismo es condición intrínseca de la política y de la diplomacia de EE. UU., el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, era citado diciendo que reiteraban su voluntad de mantener «líneas de comunicación abiertas» con su gran rival estratégico: «Incluso en estos tiempos de tensiones exacerbadas, queremos tener la oportunidad de descolgar el teléfono y hablar» con los chinos.

Para descorrer el telón, aunque no les lleguen aplausos, el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, insistía: «Estados Unidos no busca una nueva Guerra Fría» con China.  Más bien parece que la quieren calentar.

Mientras tanto, el «cuento chino en inglés» sobre el globo chino embelesaba al incauto auditorio norteño durante estos días de comienzo de febrero, quizá para que no perciba las tribulaciones de un tiempo realmente peligroso.

Cómo creerse la versión washingtoniana cuando a pocos días del «globo», el 28 de enero, el general de cuatro estrellas Mike Miniham, que dirige el Comando de Movilidad Aerea, le dijo en un memorando a sus tropas que cree que estarán en guerra con China para 2025, y explicó así el anzuelo que quiere que Beijing muerda:

«Mi instinto me dice que lucharemos en 2025. Xi Jinping aseguró su tercer mandato y estableció su consejo de guerra en octubre de 2022. Las elecciones presidenciales de Taiwán son en 2024 y le darán una razón a Xi. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos son en 2024 y le ofrecerán a Xi una América distraída. El equipo, la razón y la oportunidad de Xi están todos alineados para 2025».

Le agregó a su personal: «Apunta a la cabeza» en febrero y resuelve asuntos personales para «asegurarse de que estén legalmente listos y preparados» en marzo.

Así se infla un globo cargado de gasolina y se le acerca un fósforo encendido Made in USA.

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