Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Europa tuvo un fin de semana reverberante

En Alemania, Reino Unido, Francia e Italia se escucharon clamores contra la OTAN y el envío de armas a Ucrania

Autor:

Juana Carrasco Martín

Fueron cientos los que descendieron hasta la mayor instalación militar de Estados Unidos en Europa, la base Ramstein, en Alemania, donde el Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania liderado por el Pentágono celebra sus reuniones. Llevaron un llamado perentorio: cese al envío de armas a Ucrania, una carga que Washington y los de la OTAN presentan como la «ayuda» de la democracia occidental a Kiev.

La del domingo pasado no se trató de una demostración solitaria. Unas 50 000 personas habían desfilado el sábado por Berlín con igual propósito de exigir que cesen las hostilidades y que la paz vuelva a reinar en el Viejo Continente. También hubo concentraciones y marchas en Londres y en París y decenas de otras localidades francesas, convocadas desde la derecha; mientras en Génova y Milán varios miles de italianos al convite de la izquierda reclamaban «menos armas, suban los salarios»  que la guerra mata y destruye cualquiera que sea la posición política o ideológica.

No eran los estruendos destructores de los cañones, eran tambores y banderas demandando el fin del conflicto bélico los que prevalecían en la multitud de quienes protestaban en las afueras de Ramstein, y entre los carteles, el clásico y entendible emplazamiento a las tropas estadounidenses: Go home.

La protesta en la capital germana llevó por nombre Levantamiento por la paz y estuvo organizada por la destacada política del Partido de Izquierda Sahra Wagenknecht y la autora Alice Schwarzer. Tampoco era esa la primera demostración, pues a mediados de febrero, las calles de Múnich fueron recorridas por unas diez mil personas para hacerle saber su apoyo a la paz a los Jefes de Estado, políticos y autoridades de defensa de 96 naciones que se reunieron en el Hotel Bayerische Hof en la 59na. Conferencia de Seguridad de Múnich, donde fue la intención de los otanianos lograr que otras naciones se aliaran a su decisión de seguir apuntalando a Kiev frente a Moscú. Rusia no fue invitada a ese cónclave.

Por ahora, no son enormes multitudes las que desfilan, pero parece ser el principio de una petición regida por la racionalidad que debe tomar cuerpo mayor. Ya hubo demostraciones de los estadounidenses frente al Capitolio cuando el presidente ucraniano, Volodomir Zelensky, acudió el pasado diciembre a Washington para pedir más armas.

Es más, una encuesta de Rasmussen Reports sobre el tema entre los estadounidenses arrojó que solo el 21 por ciento de los votantes considera que Kiev obtendrá la victoria y el 46 por ciento ve un punto muerto en el enfrentamiento con Rusia.  Mientras otra indagación de Associated Press-NORC realizada a fines de enero mostró que menos de la mitad de los votantes (48 por ciento) todavía estaban de acuerdo con enviar armas a Kiev y solo el 26 por ciento dijo que Washington debería seguir desempeñando un «papel importante» en el conflicto.

Pero Biden se mantiene «inquebrantable» en el espaldarazo a una guerra con escenario en Kiev, que puede ir por todos si no toman asiento en una mesa de negociaciones. La ceguera producida por las multibillonarias ganancias de las industrias armamentistas ofusca también el cerebro y apuestan por mantener los combates para llegar a una transacción solo desde posición de fuerza.

Lamentablemente, la OTAN sigue las órdenes del capo mayor. Mucha falta hace que Europa despierte del peligroso letargo.

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