Paz y soberanía para Venezuela. Autor: Adán Iglesias Publicado: 10/12/2025 | 09:09 pm
CARACAS. — Venezuela no se asusta ante el despliegue de EE.UU. en el Caribe, y no hay amenaza ni agresión militar que pueda derrotar el amor por el pueblo de este país. Así lo afirmó este miércoles Delcy Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva del Gobierno bolivariano, ante el auditorio de la Asamblea de los Pueblos por la Soberanía y la Paz de Nuestra América.
En el cierre del evento, que tuvo por sede al Círculo Militar de los Próceres, con la presencia de delegaciones de 50 países, entre ellas una nutrida representación de Cuba que alzó su voz en solidaridad con este pueblo hermano, Rodríguez afirmó que su país libra una gran batalla, «con el mismo fervor con que lo hicieron nuestros libertadores».
Ejemplificó que los pescadores de Venezuela, un sector fuertemente amenazado por la prepotencia militar imperial, no le temen a esta, y ejercen soberanía en su mar Caribe, donde llevan a cabo sus actividades productivas.
Entretanto, alertó que lo que sí supone una amenaza real para toda Latinoamérica es el despliegue militar sin precedentes que lleva a cabo la administración Trump.
La Vicepresidenta Ejecutiva abundó que Estados Unidos se proyecta hoy con la violencia militar como rasgo de su política exterior, lo que se une a agresiones económicas, todo dirigido a ejercer control sobre los destinos de América Latina y el Caribe. Es la continuación de la Doctrina Monroe que quieren imponer de nuevo a nuestros pueblos, contraria a la emancipación que propone el pensamiento del bolivarianismo.
Simón Bolívar luchó por la independencia, la unión y la soberanía de las naciones americanas, significó Rodríguez, mientras que el estadounidense William Monroe fue un esclavista y racista que tenía ambiciones expansionistas, un pensamiento arraigado en el águila imperial.
La contraposición de estos pensamientos se expresó más claramente cuando Monroe, conocedor de las ideas integracionistas del precursor Francisco de Miranda y Bolívar, llamó a Estados Unidos a oponerse a esos planes por todos los medios. «Nosotros creemos en ese Bolívar que dijo que el norte es la paz, la unión de los pueblos», subrayó.
Más libres e independientes que nunca
La Vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela criticó, además, el show montado por la derecha en Noruega para la entrega del Premio Nobel de la Paz 2025, conferido a la opositora María Corina Machado, quien, entre tantos desafueros, ha pedido la intervención militar estadounidense en su propio país. Pero fracasaron y seguirán fracasando en este empeño porque los pueblos se levantan, como confirmó Rodríguez ante el auditorio.
Asimismo, convocó a la unidad continental basada en la Carta de Jamaica, y fue enfática al decir que es hora de asumir el proyecto histórico de los libertadores de América. Por eso se dirigió directamente a Colombia, Brasil, México, y a los gobiernos progresistas de la región: «A Colombia le decimos: estamos listos para la unión de nuestros pueblos y levantar las banderas de los libertadores. Presidentes Lula, Claudia: estamos listos desde hace más de dos siglos».
Insistió en que no habrá negociación posible con quienes intentan reeditar el colonialismo en la región: «No estamos dispuestos a negociar, entregar o sucumbir. Digan lo que quieran; nadie les cree. Sus discursos se basan en falsedades».
Cuestionó también que Estados Unidos se crea el policía del mundo y busque destruir derechos fundamentales de nuestros pueblos mediante sanciones. Frente a eso, dijo que «nosotros somos Simón Bolívar, somos Manuela Sáenz, somos los grandes de América. Y vamos a batallar. El pueblo está dando ejemplo de lucha por todos», sentenció en una jornada en la que también se alzaron múltiples voces para llamar al cese de genocidio israelí contra el pueblo palestino.
La paz como trinchera
Un orden viejo se agrieta. Su cimiento es el miedo, su techo es la mentira; y su ley, el despojo. Ya no persuade: amenaza. Ya no convence: invade. Ha mutado en un monstruo con corbata y algoritmos, que hoy invoca como «seguridad» sus cercos militares y como «libertad», sus cadenas económicas. Frente a este viejo orden, no basta resistir. Hay que florecer y vencer.
Así reza el Manifiesto de esta Asamblea de los Pueblos, documento firmado por las delegaciones de los movimientos sociales, pueblos originarios, sindicatos, intelectuales y organizaciones políticas que asistieron a ofrecer su corazón a la Patria bolivariana.
«Porque la paz no es la quietud de los sometidos, ni la mudez de los vencidos, agrega el texto. La paz es el nombre valiente de la lucha cuando siembra y cosecha justicia. La paz es el abrazo fraterno y soberano que se dan todos los pueblos del mundo cuando que se reconocen dignos y libres. La paz es el horizonte que entretejemos, día a día, con los hilos invisibles pero firmes de la memoria, la organización y la dignidad.
«Hoy, ese horizonte tiene un epicentro: Caracas, la tierra de Bolívar. La República Bolivariana de Venezuela, laboratorio de resistencias, se convierte en faro de convocatoria. Aquí, donde una vez nació el sueño de una América unida, que nuestro padre Libertador Simón Bolívar llamó Anfictionía, hoy germina la semilla de un mundo amaneciendo».
Por eso, la paz es el territorio a conquistar, y será arrancada de las garras de los mercaderes de la guerra y plantada en el suelo fértil de la soberanía. Así, la Asamblea, que se declaró en sesión permanente, pretende tejer la verdad, hilo por hilo, para desvestir al imperio de su ropaje de ficción. Crearemos redes con palabras certeras y con belleza rebelde. Frente a su guerra cognitiva, alzaremos un bosque de narrativas nuestras, asegura el documento.
También se propuso en Caracas «unir nuestras manos para formar el mundo del sur, que tienda puentes monetarios, rutas comerciales solidarias y tecnologías liberadoras. Romperemos el bloqueo no solo protestando, sino produciendo; no solo impugnando la dependencia, sino inventando nuestros nuevos modos de producir la vida».
El Manifiesto declara, asimismo, que esta ciudad es la capital de los pueblos que no se rinden. Un altar donde se amparen todas las luchas del mundo; y un taller donde se forjen las nuevas victorias.
Sin olvidar a la juventud, anuncia que a los pinos nuevos le entregarán las llaves para que abran las grandes alamedas de su futuro. «Romperemos el maleficio del desencuentro y el desencanto. Su creatividad será el motor, su irreverencia, el método, la esperanza, el alimento de su horizonte de sueños».
Caracas es hoy el corazón simbólico de una red de resistencias que late al ritmo de los cinco continentes, que bombea la savia de la lucha a todos los frentes. Y vencerá.
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