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Si mi hermano volviera a nacer...

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

«Puedo contarle desde el principio, desde que todo comenzó. Ahora ya mi hermano no es el mismo, ni mis padres, ni yo. La familia cambió», me dice quien pide llamarse Heidy, y aunque accede a recordar sucesos desagradables, «estoy consciente de que otros pueden evitar caer en el hueco que cayó mi hermano».

Las discusiones en casa se iniciaron con la pérdida del dinero, las ausencias en la escuela, las respuestas inadecuadas, las salidas nocturnas hasta el otro día... «mi papá no soportaba verlo borracho, pero después fue peor. Un día llegó y dijo que veía elefantes bailando en la sala, y entonces se preocuparon».

Heidy confiesa que tener un hermano adicto le ha cambiado la vida. «No le interesaba nada, ni conversar conmigo, como antes. Aceptó asistir a las terapias pero no creo que haya puesto mucho de su parte. Mi mamá y mi papá empezaron a tener problemas por él, y yo no sabía qué hacer. Resulta que luego sus amigos llegaban a la casa buscando “lo que tú sabes”. Ha sido muy difícil y tal vez nunca tenga cura».

No es la primera vez que escucho historias como estas y ya van dos que me tocan muy de cerca. Ciertamente las familias son víctimas de la situación que se genera a partir de una adicción, y sienten que quizá, son las culpables, porque no se percataron a tiempo, o dieron muchas libertades o nunca imaginaron que les podía suceder.

«Mis padres pensaron que lo peor que podía sucederle a mi hermano era caer preso por algún motivo. Pero aunque no haya sucedido, verlo rendirse ha sido desgarrador para ellos. Una y otra vez sacamos fuerzas para que venza el problema, pero no es fácil».

Alcohol, medicamentos, tabaco... Por ahí se empieza en no pocos casos. Se ansía placer, seguridad, aceptación de los otros, reafirmación. No se encuentra otra razón para sentirse bien. ¿Cuáles culpas puede cargar la familia? En todo caso aquella que se refiere a no incentivar al joven a construirse un proyecto de vida, a que piense en su futuro, a que se preocupe por los demás, a que encuentre en otras cuestiones de la vida el asidero ideal para echar a andar.

Siempre existe un desalmado que te propone «aquello» y te promete «sentirte en las nubes». Siempre habrá quien te llene la cabeza de musarañas y te venda un divertimento «inofensivo», pero lo cierto es que los que te rodean y te quieren bien, velarán por ti y al final, estarán a tu lado.

Heidy tiene la tristeza en sus ojos. No pasa un día sin que hablar de su hermano en casa genere angustias, desesperación, discusiones, preocupaciones. Ella misma le evita las llamadas telefónicas y no les abre la puerta a quienes lo buscan, «porque hay amistades peligrosas que él no sabe diferenciar».

Pensó que al enterarse de las sanciones penales de algunos de sus conocidos, su hermano comprendería. «Mira que lo han ayudado los médicos, los sicólogos, los otros adictos que han mejorado… A veces avanza y luego cae, incluso en tiempos de pandemia. No sé cómo la gente consigue esas cosas. Yo quisiera que mi hermano volviera a nacer. Tal vez así sería distinto»

El 26 de junio es el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas y se insta a la reflexión. Pero es necesario hacerlo todos los días para tener la chispa encendida y que en el seno de nuestro hogar no se pierda de vista lo que sucede. Heidy está todo el tiempo alerta, «pero cuando todo empieza, ya no se sabe cómo ni cuándo acabará».

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