Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La Constitución no será letra muerta

Autor:

Osvaldo Pupo Gutiérrez

Este 24 de febrero, dos hechos históricos de las gestas independentistas, aunque alejados en el tiempo, fueron uno. Más de siete millones de cubanos, en calidad de constituyentes, asistimos a una nueva asamblea de Guáimaro. El pueblo inundó las urnas con 6 816 169 boletas marcando el Sí, para de este modo, ratificar una Constitución también mambisa pero a la vez ideada con los principios de los que sucedieron a los primeros patriotas.

Además, ese mismo día, se cumplían 124 años del reinicio de las luchas por la emancipación nacional. La Guerra Necesaria, cuyo líder fue el Héroe Nacional, expresó la rebeldía y las ansias de autodeterminación, que de manera diáfana contiene el magno texto que es expresión de nuestra genuina democracia.

Toda la historia de Cuba puede leerse en las páginas de las constituciones de nuestro país. Y, sin dudas, en la recién refrendada se distingue la continuidad de la Generación del Centenario, la cual conquistó la verdadera independencia. La Ley de leyes está escrita con la pluma del pueblo, y reconoce en las manos de los más jóvenes la persistencia de nuestro proyecto social.

Precisamente a los que nacimos con los privilegios de una Patria libre, sin amos ni intervenciones, nos corresponde con mayor fervor velar por el cumplimiento de cada palabra colocada en el articulado. No somos los únicos beneficiarios de este paraguas, mas si no pudimos desembarcar en el Granma, estar en la Sierra o combatir en Girón, sí podemos ganar esta justa: impedir que tan importante documento se vuelva letra muerta.

Que abandonemos nuestra conciencia, que desconozcamos nuestras raíces, pretenden los enemigos de la Revolución. Con esa hipocresía que les caracteriza alientan a boicotearnos, para así seguir recibiendo los millones como paga por sus payasadas. Pero encontrarán resistencia en los jóvenes que el pasado domingo votamos Sí, y somos mayoría.

Los principios de la política exterior cubana expresados en los artículos de la nueva Carta Magna, son una clara alusión de la Convención de Viena, la cual regula las relaciones diplomáticas en el mundo. Esta norma, quebrantada por Estados Unidos al agredirnos física, política y económicamente, y ahora olvidada con el caso de Venezuela.

En nuestra Ley fundamental se define, igualmente, que no será variable nuestra decisión de perfeccionar el socialismo y consolidar nuestra unidad. Una respuesta oportuna a los que, como Trump, califican al modelo como prehistórico y desean extinguirlo. No bajaremos la guardia a pesar de «estar curados de espanto», como aseveró el General de Ejército Raúl Castro Ruz en Santiago de Cuba el pasado 1ro. de enero.

Un proceso electoral transparente también permitió vencer a quienes, desde adentro, nos hacen la guerra, los que se han dejado enajenar y han cambiado dignidad por dólares. Algunos estuvieron en el escrutinio y tuvieron que conformarse con la rabia de la derrota. Y aunque no les guste, la vara constitucional también los medirá.

Los derechos que prescribe la nueva Carta Magna están en consonancia con la Declaración Universal de las Naciones Unidas al respecto e impactan en la calidad de vida, un anhelo de otros países que señalan a Cuba como violadora de este tratado internacional. Una conquista con tal valía solo merece defenderla.

Alcemos nuestros fusiles morales, desafiemos la desidia, el pesimismo y el inmovilismo, para que viva en cada corazón cubano esta Constitución plural que respeta la diversidad. Seguimos demostrando que somos Cuba, y continuaremos siendo, como lo quería Martí, cultores de la dignidad plena del hombre.

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