Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Para evitar un infarto

Autor:

JAPE

Hace poco estuve hojeando una revista científica en la que un avezado equipo de especialistas (neurólogo, angiólogo, siquiatra, fisioterapeuta, cardiólogo y un pantrista que repartía la merienda en las sesiones de trabajo) llegaban a conclusiones puntuales sobre la mejor manera de prevenir, y más que prevenir, evitar un infarto.

En el conocido magacín hablaban sobre controles del estrés a partir de dietas, ejercicios físicos y de matemáticas, controles periódicos de la presión arterial, el peso corporal, terapia en grupo, grupos de creación, excursiones en grupos y hasta sexo en grupo. Por supuesto que estos galenos basaban sus criterios en experiencias y estudios realizados a nivel mundial, o sea, en varios países.

Luego de leer el artículo pude deducir que lamentablemente no se había incluido la experiencia cubana a la hora de conformar los diagnósticos. Es evidente, pues omiten señalamientos e indicaciones que serían elementales si realmente se quiere evitar un infarto, que, por demás, es una de las causas de muerte más frecuente en la modernidad.

En aras de ayudar, y aunque no soy ducho en esta esfera científica, considero que bien pudiera agregar algunos acápites a estos estudios desde mi experiencia como simple ciudadano. Además de todo lo antes expuesto, si quiere usted evitar un infarto no deje de hacer lo que a continuación recomiendo:

—Nunca planifique más de dos gestiones al día. De hecho, solo piense en una tarea real, y como plan B una segunda opción, pero con muy lejana perspectiva de realización. Crear un condicionamiento, una esperanza de que pueda realizar más de una gestión al día pudiera ser fatal a la hora de la verdad. Cualquiera que sea la gestión o gestiones que usted se proponga siempre encontrará un camino empedrado, más bien minado, que se opondrá diametralmente a su intención. ¿Cuáles serán estas dificultades? Ahí le va: Las oficinas de trámites nunca abren a la hora anunciada. Siempre hay algún especialista clave que ese día no fue a trabajar. Las redes o sistemas computarizados se «caen» más que una gotera. El horario de almuerzo comienza diez minutos después de abrir y se extiende hasta diez minutos antes de cerrar. Los amigos, socios, una hermosa chica o un tipo rico (o sea, con dinero) tienen prioridad. Siempre falta un cuño, una firma o hay algún dato o nombre mal puesto… por solo citar algunas condicionantes que pueden hacer estallar tu músculo cardíaco.

—No se crea siempre el cuento chino de que la gastronomía ha mejorado, o que en tal o más cual lugar hay buen servicio porque es en divisa o particular. ¡Mentira! El problema es que el material humano sigue siendo el mismo. Proviene de las mismas escuelas culinarias y de comercio. Incluso ha sido pasado de generación en generación y ya habita en el ADN. Se ha almacenado en el subconsciente de todo el personal de servicio, administradores y propietarios. Cuando se decida a consumir fuera de su casa hable primero con su corazón y dígale que es posible que: no haya nada de lo que aparece en el menú. Las raciones nada tienen que ver con la fotografía que está puesta en la marquesina. Los precios están sumamente alterados. Lo que está anunciado como arroz especial es el mismo «arroz con suerte» que servían en el comedor de su trabajo cuando había comedor. La comida demorará varias horas para hacer tiempo y que usted consuma un par de refrescos o cervezas más que las que tenía en mente. No espere el cambio porque nunca verá íntegro su vuelto.

No crea que está dicho todo, esto es solo un «entremés», de lo que le puede esperar afuera, más allá del umbral de su casa. Mi consejo es que la mejor manera de evitar un infarto es dejar, cada mañana, el corazón bien guardado en su mesita de noche.

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