Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Necesitamos una Cuba creativa

Autor:

Osvaldo Pupo Gutiérrez

Nadie como los cubanos para conocer el significado exacto de resiliencia. La capacidad de nuestro pueblo de resistir y evolucionar frente a las situaciones adversas bien podría asombrar a Charles Darwin si resucitara. En el ADN de los nacidos aquí parecen estar codificados los deseos de superar los retos sin importar cuán difíciles sean y una voluntad enorme para cumplir metas personales.

Todo ello en un escenario de crisis económica provocada principalmente desde Estados Unidos y por decisiones internas que, en busca de soluciones para salir a flote, también han traído consigo errores en la implementación de nuestro modelo económico y social. A lo anterior se suma, además, el caos en las finanzas globales, asociado a la pandemia de COVID-19.

Sin embargo, durante estos momentos tan duros para millones de cubanos no ha faltado la creatividad. Esa «resistencia genética» que asombra al mundo ha permitido crear vacunas, ventiladores pulmonares, productos informáticos, innovaciones industriales y soluciones científicas de impacto, entre otros logros que pueden medirse con la misma vara de los países desarrollados.

Entonces, ¿qué está fallando? Si en tiempo récord se han alcanzado éxitos que usualmente conllevan décadas de estudio y pruebas, ¿cómo es posible que en lo cotidiano escaseen muchas veces la inteligencia y la innovación para el desarrollo?  Porque Cuba puede lucir con orgullo sus vacunas anti-COVID-19, pero también tiene que reconocer que no se ha logrado, por ejemplo, llegar a los niveles deseados de producción agropecuaria.

El mismo impulso que ha movido a nuestros científicos también lo necesitamos en la agricultura, el comercio interior, las fábricas… La creatividad no puede ser patrimonio exclusivo de laboratorios y academias, menos cuando percibimos una profunda inflación económica que demanda incrementar la oferta de productos.

Nadie ha dicho que es fácil, ni que todos los recursos que demanda la creación estén a la mano. Pero necesitamos intentarlo. También hay que reconocer que mientras continúen las puertas cerradas a ideas nuevas, los burós para engavetar tesis recién defendidas, o haya oídos sordos a las inquietudes de los jóvenes, todo será muy complicado.

La dirección del país repite sin cesar la importancia de escuchar a las nuevas generaciones, de potenciar la innovación en todas partes, de romper los esquemas tradicionales, de atreverse a establecer alianzas en pos de la prosperidad; sin embargo, en ocasiones esas ideas parecen caer en saco roto.

Despojarse de las trabas mentales que obstaculizan el desarrollo, sobre todo en los municipios, es el primer paso. Necesitamos que nadie tronche una idea porque parezca demasiado atrevida o porque sale de la mente de un joven. Como hace unos días dijo el Presidente cubano, los principios de la Revolución son el límite, dentro de estos hay espacio para crear.

Ese ejercicio de innovación no es petición que requiere de grandes sacrificios. Cada día vemos ejemplos de la capacidad de los cubanos para sortear obstáculos: desde aquellos que burlan las restricciones existes en internet para Cuba y logran desarrollar aplicaciones informáticas de primer nivel hasta el campesino que, a falta de fertilizantes, emplea prácticas agroecológicas y logra buenas producciones.

Todo está en las intenciones, en el deseo de «echar pa’lante», en no acomodarse en la monotonía y el simplismo, en querer que el país avance, en no aspirar a que quiten el bloqueo para desarrollarnos, en ser consecuentes con lo que significa Revolución.

 

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