Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Antes no era tan fácil!

Autor:

JAPE

Tolovendo «el Ninja» Martínez es un reconocido «luchador de la calle», que hizo época allá por los años 80 y gran parte de la década de los 90. Ahora, desde su aparente retiro, nos regala algunas reflexiones sobre aquellos años de esplendor, y los compara con la actualidad. Para los lectores de dedeté, algunas confesiones de este «grande».

«Yo nací en un pueblecito de Matanzas y a los 18 años vine a pasar el servicio militar en la capital. Me “ajunté” con una temba cuarentona más rápido que lo que aprendí a desarmar la AKM, y me quedé en la poma. En un par de años ya La Habana me quedaba chiquita.Fue cuando me gané el mote de el Ninja, porque en esa época estaban de moda las películas de Bruce Lee y Shaolín, y yo era más rápido que todos ellos. No  había  cosa  que
cayera en mis manos que no la “proyectara”, en buen precio, en menos de una hora.

«Aun así debo confesar que eran tiempos difíciles para mi especialidad. Ahora todo es más fácil. Yo incluso tuve que laborar en algunas empresas. Tenía que levantarme todos los días y marcar tarjeta. Es verdad que siempre había su búsqueda, pero tenía que pinchar. Si no tenías vínculo laboral estabas embarcado… En la actualidad hay colegas míos que nunca han trabajado y no pasa nada. Y, por supuesto, esto le da más tiempo para entrenar y desarrollarse en los diversos estilos.

«Antes, para vender algo “por la izquierda” tenías que andar La Habana y esconderte de todo y de todos, porque cualquiera te echaba palante. Ya no. Tú coges y pones una mesita en la puerta de tu casa o te sientas en un portal con la mercancía, y a vender se ha dicho. A nadie le importa ni nadie te pregunta de dónde sacaste eso, aunque estés vendiendo piezas de repuesto de un Apolo o un Sputnik.

«Sí, sí… ha habido superación profesional dentro del gremio. Varios de mis colegas, los que empezaron conmigo en todo este trajín de la “lucha”, han alcanzado buen nivel científico-técnico. O sea, ya no son simples “luchadores”. Muchos han emigrado, y de los que se han quedado, algunos viven en buenas casas, con considerable confort, y hasta han logrado «puestecitos» importantes de administración y dirección, ¡Y pa’ qué hablar de los negocios que tienen!

«Es cierto que el desarrollo tecnológico influye, sobre todo en las comunicaciones. La llegada de la telefonía móvil y las redes de internet son lo máximo. La conexión es directa en todos los sentidos. El empleado de la tienda me da un timbrazo: “¡Ninja, sacaron esto!”, y yo llego primero que el primero. Después no tienes que andar proponiendo ni zapateando: lo pones en internet y a esperar sentado en tu casa.

«¿Y qué me dices del intercambio internacional? Yo jamás viajé a ningún lugar. Si acaso, algún marinero que me dejaba caer algo. Ahora todo el mundo tiene visa y va a Panamá, Ecuador, El Salvador, Rusia, Nicaragua… En mi tiempo no existía nada de eso. Por eso pienso que mis récords ilícitos tienen más valor histórico.

«No puedo negar que existen logros en este campo, y que es mayor el reconocimiento social. En mis tiempos eras considerado una lacra, un lumpen. La gente te compraba las cosas, pero te miraba con mala cara, con desprecio. Eso lo hemos superado a nivel de sociedad. Ya todo el mundo nos busca, nos llama, nos encarga diversos productos. Cuando más, hacen algún comentario, así como: “¡Ninja, estás apretando!” Pero luego sonríen y te despiden con un: “Si te traen más, me avisas”. ¿Entienden?».

 

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