Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Absuelto el poste

Autor:

Nelson García Santos

De vez en cuando la caída de un poste del tendido eléctrico hace pasar un susto en do mayor por las consecuencias que puede originar y, de inmediato, desencadena el «¡¿Cómo fue posible que no más así se cayera, sin ser azotado ni por un vientecito platanero?!». Y allá van las mil y una conjeturas.   

Esa sorpresa huele cuando menos a descuido, ¿no cree usted, respetadísimo lector? Sí, lo sabemos todos, con solo aplicar perspicazmente la vista, sin necesidad de ningún artefacto tecnológico de última generación.

Obvio: el poste desplomado que destapa los cuestionamientos no resulta el que está en espacios apartados. Es, genuinamente, ese que se vino abajo en lugares céntricos o en los predios, por ejemplo, de un centro asistencial.

Los sarcásticos, tan rápido como el desplome, ponen a volar sus improperios para rematar en tono doctoral que si los fabricaran de hormigón no ocurrían esas desgracias, además de que soportarían mejor hasta el azote de los huracanes.

Ese dardo se les puede disculpar pues se basa en la ignorancia. Los hechos con ese material no son flexibles, por su composición, y ante un fuerte embate no tienden a arquearse, sino que se parten o inclinan con facilidad.

Lógicamente, el soporte de hormigón resulta más pesado, mientras que el de madera es más fácil de transportar y maniobrar, tiene mayor resistencia a las vibraciones y los golpes tampoco lo parten con facilidad. Además, se escala de forma cómoda y deviene buen aislante para la electricidad. Por esas características resulta el medio ideal para sostener el sistema eléctrico.

He ahí las causas de su permanencia en los tendidos aéreos, más allá de que su costo sea inferior. Pero nunca debería dejarse desplomar por su propio peso, abandonado a merced del clima sin mantemiento, criterio que comparte hasta el Bobo de Hatillo.

¡No, tampoco así! Aflojen… Claro que la Empresa Eléctrica tiene control sobre esos soportes, que se cuentan por miles y miles de unidades. Conoce cuántos años pueden durar en buena forma, aproximadamente, y tiene un plan de sustituciones. Sería una locura pensar que eso está al garete…

Ah, eso sí: deberían mantener un seguimiento puntual sobre los ubicados en áreas céntricas y lugares muy sensibles por la función que garantizan.

Hay acá ejemplos, y casi seguro también en otras geografías, de un poste derrumbado en áreas exteriores de un hospital que ocasionó la inevitable afectación eléctrica y el traslado de pacientes ingresados hacia otros centros de salud.

Suele terminar este tipo de hecho sin incidencias lamentables debido a las medidas inmediatas que se aplican, como que rápidamente las brigadas de la Empresa Eléctrica reponen al caído sin mayores consecuencias.

Pero, en verdad, nunca deberían dejarse colapsar por su propio peso, por los riesgos que puede implicar para personas y locales cercanos, sin olvidar ese mensaje de dejadez, chambonada e ineptitud que transmite un poste derrumbado, aunque no sea el culpable de su propia desgracia.

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