Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Votos y vetos para el 2023

Autor:

José Alejandro Rodríguez

COMO la esperanza es lo último que se pierde, estoy evitando a toda costa su extravío en este tránsito hacia el nuevo año, aniversario 64 del triunfo de la Revolución. No me resigno a que la muy verde, alimento de los pertinaces, se la coma el chivo del conformismo y la inercia.

 El 2022 fue muy duro con los bolsillos y el corazón de Cuba. La inflación galopante, proveniente del encarecimiento global y también de nuestros propios desórdenes económicos a la sombra del ordenamiento, y un ceremil de insuficiencias intestinas  «made in Cuba», junto al cada vez más feroz bloqueo «made in USA», se conjugaron con tragedias súbitas como la del hotel Saratoga en La Habana, el incendio de la base de supertanqueros de Matanzas y el saldo destructor del huracán Ian. Y todo, en medio de una guerra mediática feroz y sin tregua, a puro odio enemigo. Fue muy duro el día a día del cubano en 2022. Cruzo dedos.

 Aunque no avizoro sustanciales mejoras en la economía y el bienestar del país para el año entrante —detesto el alborozo triunfalista de confundir deseos con realidades—, al menos hago votos por que se desaten las reservas dormidas y aún trancadas a lo interno en las fuerzas productivas, con incentivos más que con prohibiciones y trabas al emprendimiento de los actores  económicos, estatales, cooperativos y privados. Que la empresa estatal comience a despegar, y la dejen despegar. Que la agricultura trascienda la promesa y la deuda pendientes, porque ya no aguanta más la espera de planes y palabras. 

 Que, aunque ya no se pueda manejar homogéneamente un país diversificado y estratificado como nunca antes desde 1959, preservemos el equilibrio de la unidad nacional y nunca olvidemos que esta Revolución se hizo por, con y para los humildes; esos que nos trajeron hasta aquí y hoy integran segmentos de población vulnerable. Y la frase tan esgrimida de que nadie quedará desamparado no debe quedar gravitando como una consigna ante ciertos fermentos de pobreza que han resurgido.

 Que no levante tantas suspicacias la riqueza proveniente del trabajo y el talento bien encaminados ni se le pongan límites que no sean los deberes fiscales. La que más debe preocupar es la holgura extendida a la sombra del delito, la corrupción y la economía marginal, esa que ya es una amenaza a la salud de nuestros campos y ciudades.

 Que se desarticule de una vez, sin más compromiso que con los destinos del país y de los que sudan la camisa y se exprimen el cerebro, el poder retardatario de la burocracia y sus dogmas y herramientas oxidadas, ya inservibles para construir el socialismo del siglo XXI.

 Que las nuevas leyes atemperadas a las emergentes realidades se hagan cumplir con orden y respeto, y no se engaveten. Que las tantas palabras y advertencias repetidas en reuniones, chequeos y visitas no se queden flotando en un limbo y desemboquen en evidencias reales y palpables. Y se recuperen el respeto, el orden, la disciplina y la decencia, esta palabra última casi olvidada. Que la guerra a la corrupción se desate desde las raíces mismas de sus fermentos y no en campañas que vienen y se van.

 Que todos los cubanos sin odio ni violencia tengan cabida, al margen de sus credos, creencias e integración al sistema. Que las decisiones tengan en cuenta más los consensos, estados de opinión y los diagnósticos científicos; y haya más oídos para lo que brota de abajo.  Que el Poder Popular tenga más poder, y sea más popular. Que la democracia socialista amplíe sus mecanismos, con mayor participación ciudadana; y las bases de la sociedad se empoderen. Que el control popular sea un eficaz y valiente contrapeso de la administración pública a todos los niveles. Que cada quien, de arriba a abajo y sin distinciones, tenga que rendir cuentas por lo que hace o no; y responda a las preguntas. Que se fortalezcan canales para mostrar la inconformidad y el disenso ante las políticas. Que primen la inteligencia, el fino tacto, el consenso, el debate y el respeto al juicio éticamente crítico.

 Que, que, y que... no terminaría nunca en mis buenos deseos para una Cuba que necesita también responder a los cómo. Por lo pronto, brindo porque en 2023 apenas nos tomemos un resuello de ánimos y fuerza, y nunca virar atrás. Que cada quien cuente y valga en la gran obra, con entera libertad. Ya es hora de decretar la extinción del no y el imposible. Este país envejecido necesita retener jóvenes proyectos de vida y de sueños aquí, con prosperidad y esa verde esperanza que no debemos marchitar, ni dejar que el chivo del conformismo y la inercia nos la arrebate.  Y disculpen si he repetido sueños y votos de otros años. Es que sigo creyendo y soñando... con los pies bien puestos en la tierra.

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