Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿El mejor amigo que podías desear?

En época de verano, cuando los más pequeños pasan mucho tiempo frente a sus dibujos animados favoritos, vale la pena consultar el criterio de especialistas al respecto

Autor:

Iris Oropesa Mecías

«CUANDO estaba en la escuela lo extrañábamos todo el día. Imagínate, él es tan activo… Pero ahora ya no sé qué hacer con él. Esa hiperactividad… Le doy gracias a Bob Esponja y Spider Man. Qué sería de esta familia sin ellos».

Con una carcajada en su mejor estilo callejero mi vecina de los altos intentaba disfrazar su relación de amor-odio con el más pequeño de sus hijos. La verdad, yo no sabía bien si sentir pena por ella o por el niño, pero por los sonidos que se escuchaban todo el día desde el segundo piso casi me era posible seguir la tercera temporada de Bob Esponja completa, sin subir a verla.

Solo llegué a preocuparme cuando noté que al llegar del trabajo, a las 11 de la noche, todavía la risa de la esponja amarilla me llegaba a través de una ventana.

Como en esta etapa estival son muchísimos los niños y adolescentes que se pasan las horas delante de una pantalla, y los paseos y actividades en grupos no son todo lo frecuente que quisiéramos, hay que conocer lo mejor posible en qué puede esto afectarles.

El mal consumo, el verdadero problema

Hace apenas un par de meses una terapeuta española especializada en terapia Gestalt, Clotilde Sarrió, publicaba en el diario El País sus respuestas a cuestiones como el consumo de dibujos animados y el desarrollo emocional y creativo de los menores de edad.

Sus opiniones llevaron a titular el artículo de un modo algo exagerado, ¿Está Peppa Pig destrozando la creatividad de los niños? Para cualquiera que ha visto algún capítulo de la pequeña cerdita rosa este titular sonaba demasiado «periodístico» y muy poco científico. Pero, resulta que los criterios especializados de Sarrió son algo más mesurados.

En primer lugar, no se trata de una relación directa entre el consumo de animados y las capacidades afectivas y cognitivas de los niños. Una vez más todo tiene que ver con la supervisión que los adultos pueden ejercer sobre el tiempo y el modo de consumir estos productos para generar beneficios y no perjuicios. Aunque ciertamente, hay riesgos.

La especialista recomienda no exceder los 70 minutos de consumo de dibujos animados diariamente. Una excesiva exposición a ellos puede ser fuente de ansiedad en el niño, mermar su capacidad creativa, fomentar la agresividad y alentarle a buscar emociones y sensaciones potencialmente peligrosas para su integridad física y su salud mental, explicaba Sarrió al diario español.

«Es muy probable que cuando un niño ve demasiada televisión en su entorno doméstico, le cueste interactuar con sus compañeros en la escuela y presente problemas de aprendizaje, debido a que las horas dedicadas a ver televisión se restan de las de la lectura, el estudio o cualquier otra actividad que ejercite la mente y la creatividad. Los dibujos animados predisponen a una pasividad cognitiva que merma la habilidad para concentrarse e incorporar nuevos contenidos al bagaje de conocimientos del niño».

Por otra parte, esta terapeuta también advirtió sobre los niveles de sufrimiento que los niños pueden experimentar a partir de la historia de sus protagonistas animados. Lo recomendable para que se desarrolle empatía y habilidades afectivas es que los padecimientos del personaje no excedan la comprensión del niño en cada edad. Por ejemplo, para niños muy pequeños, que aún no poseen conciencia de su propia mortalidad, no es recomendable que se elijan series donde algún personaje muera.

Por otra parte, si el sufrimiento en la historia no conduce a algún aprendizaje positivo al final, no es idóneo para el público infantil. Otro grupo de especialistas españoles que se ha dedicado a analizar el asunto, el Grupo de Investigación y Asesoramiento Didáctico, ha publicado un trabajo sobre el tema en la Red de Revistas Científicas Redalyc, en el que identifica otros daños de un consumo negativo de dibujos animados, esta vez asociados a la creatividad de los pequeños.

A través de un estudio con niños europeos que en su mayoría consumían negativamente los dibujos, se hallaron limitaciones impuestas al desarrollo de la personalidad y de un conocimiento rico, variado y subjetivo. Además de un bajo desarrollo de las capacidades relacionadas con la imaginación, la expresión artística y la creatividad, tales como la originalidad, la fluidez de ideas, el contraste entre datos, la sensibilidad y la seguridad en uno mismo.

Distinguir el dibujo animado adecuado

El mero hecho de que una serie televisiva esté producida en formato de dibujos no la convierte en recomendable para consumo de los niños, un error en el que muchos padres incurren, advierten también quienes estudian el tema.

Por ejemplo, Los Simpsons, Futurama, South Park o Rick y Morty, son populares series animadas, pero están destinadas a un público adulto, y su contenido incluye violencia en dosis no recomendables, vocabulario inadecuado para una edad temprana, conflictos y temas que sobrepasan su comprensión y pueden llegar a generar confusión o conductas socialmente negativas.

El Grupo de Investigación y Asesoramiento Didáctico español recomienda enseñar a los niños a analizar lo que ven, intentando que interioricen valores sociales inclusivos y beneficiosos, y que recuerden que los protagonistas son imaginarios.

Otro consejo valioso es informarse de que los programas que consumen los pequeños tengan en su equipo de realización un especialista en sicología. Este dato es fácilmente accesible en los créditos del programa o en fuentes confiables de internet que describan la cadena que emitió la serie.

Finalmente, los especialistas recomiendan animados que exhorten más a la interacción y a desarrollar habilidades personales como la creación.

Entre los consejos más repetidos se hallan la necesidad de una supervisión de los tiempos y contenidos a consumir por los niños; el instarles a ver los animados en compañía de otros niños, y por solo una hora o algo más diariamente; así mismo, no sobrestimular al niño con información excesiva para su edad.

Un denominador común sí hay: no sustituir la supervisión por una pantalla animada cualquiera. Después de todo, puede que un dibujo animado no sea realmente el mejor amigo que podías desear, si no viene acompañado de buenas elecciones de los adultos que velan por el bienestar de los niños.

Para estar alertas

En el caso de los niños, el consumo de televisión y dibujos animados se considera inadecuado si:

  1. a) se invierte en este un tiempo considerable (entre tres y cuatro horas diarias, o más)
  2. b) se realiza en solitario
  3. c) tienen acceso a productos televisivos no recomendados para su edad
  4. d) sustituye otras actividades complementarias.

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