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«Nacionales» de Esperantuyo

Cuba es el tercer país del continente americano donde más personas hablan esperanto; solo lo superan Brasil y los Estados Unidos. Más de 10 000 personas han pasado por las aulas donde se enseña este idioma en la Isla desde 1979

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Juventud Rebelde

Hay una ciudad itinerante defensora de un himno y una bandera propios que se desvive porque la comunicación no tenga muros. Esa metrópoli no tiene demarcaciones geográficas; se establece donde el esperanto congregue a sus hablantes. Su existencia puede durar minutos, horas y semanas. Su nombre es Esperantuyo y sus «constructores» anhelan que sea imperecedera.

Hace menos de un mes, durante la celebración del 95 Congreso Universal de Esperanto en La Habana, tomó los predios del Palacio de Convenciones capitalino y los hizo suyos. A ratos se asentó en las más céntricas calles, cuando sus delegados quisieron develar los encantos de esta ciudad con nombre de mujer y dardos mortales para enamorar. Por esa fecha, niños esperantistas de ocho naciones levantaron un Esperantuyo cándido y fantástico en la Marina Hemingway, donde sesionó el Congreso, que tuvo entre sus propósitos cantar y pintar por la paz.

La voz de la gente

Antes de haber vivido en Esperantuyo, donde me desempeñé como reportera, pensaba que ese idioma casi nadie lo hablaba y su desaparición era inminente.

Imaginaba una congregación de raros que en su tiempo libre se imponían retos a los que otros más pragmáticos no hacían caso. Y no estaba del todo equivocada; lo único que su rareza se sustenta en pensar más en lo universal que en lo particular, y ser indiferentes a los cánones de la moda.

Un mulato jacarandoso al cual me alié en este evento para poder comprender lo que me sonaba a mezcla de inglés, portugués, español, ruso, francés y griego me sacó de la duda: «No está desapareciendo, sino que está aumentando su número de hablantes en los últimos cinco años. Se dice que suman millones, aunque pienso que también la actual crisis mundial le haga alguna mella».

Alexis Otero Castellón, este esperantista cubano que me sirvió de lazarillo en conferencias y corredores del Palacio de las Convenciones, explicó que la lengua contiene palabras de muchos idiomas, pero no por eso es extraña, ni pretende desplazar a otras. Su extensión por el mundo solo tiende puentes comunicativos.

Bronce en América

Cuba es el tercer país del continente americano donde más personas hablan esperanto; solo lo superan Brasil y los Estados Unidos. Más de 10 000 personas han pasado por de las aulas desde que en 1979 se enseña este idioma en la Isla. Actualmente hay 863 miembros de la Asociación Cubana de Esperanto, con representación en todas las provincias.

Territorios como Granma y el municipio matancero de Pedro Betancourt, en Matanzas, son ejemplos de que esta lengua seguirá ganando adeptos en la Isla. En Santiago de Cuba jóvenes de distintas profesiones se integraron en un septeto llamado Amindaj, que significa Dignos de amar. Canciones como La Guantanamera, pueden entenderse donde tenga su sede Esperantuyo y estén estos muchachos.

Nuestro país tiene el mérito de haber sido sede de congresos mundiales de esperanto en dos ocasiones. La primera en 1990 y hasta allí llegó el Comandante en Jefe con un discurso muy alentador. Dijo que estaba seguro de que aquel evento impulsaría el interés por ese idioma, pues los esperantistas han sido perseverantes. «Yo diría que vinieron a discutir en esperanto la esperanza del mundo», sentenció.

Julián Hernández Angulo, presidente de la Asociación Cubana de Esperanto, quien se desempeña como profesor de inglés en la Universidad Pedagógica Enrique José Varona, en la capital, asegura que el esperanto forja lazos fraternos, y ahora más que nunca hacen falta para persuadir al ser humano a luchar por la esperanza.

Describe a esa lengua como patrimonio universal. «Es para todos los habitantes del mundo, pero no de ninguno». Explica que la comunicación tiene lugar sobre bases equitativas; nadie tiene ventajas sobre nadie, porque cuando hay un idioma hegemónico, los nativos de esa área donde se practica tienen ventajas sobre la comunicación oral.

«Para que fuera un arma universal lo dio a conocer en 1887 un oftalmólogo polaco llamado Luis Lázaro Zamenhof, quien por su humanismo dedicó muchos años a la elaboración de esta lengua. En su niñez, Zamenhof residía en la ciudad de Bialystock, donde había una mezcla de razas y nacionalidades. Cada uno de estos grupos se mantenía dentro de sus límites y despreciaba a los demás, siendo esto motivo de constantes disputas. Luis decía: “Si los hombres se desprecian es porque no se comprenden”».

Su creador, por ser políglota, trató de evitar los caprichos y limitantes de las lenguas nacionales. Desde el punto de vista fonológico a cada sonido le corresponde una letra. No hay divergencia entre la lengua oral y la escrita. Cuenta con 16 reglas, mediante las cuales pueden formarse oraciones.

«Por su condición de lengua planeada es más fácil de estudiar que otras y posee características propedéuticas o de enseñanza preparatoria. Puede aprenderse de manera elemental en ocho días».

Esperantistas de cuna

El ser humano es eminentemente social y necesita comunicarse con claridad. Todos nuestros avances, tanto científicos como sociales, pasan por el entendimiento y la interrelación.

Teniendo en cuenta esa realidad, en Cuba hay hogares donde se enseña el esperanto desde que los niños son pequeños, como ocurre con los hermanos espirituanos Norberto José y Carlos Ernesto Díaz Rodríguez, de 15 y cinco años, respectivamente. También el pequeño matancero Karlo Wilhem Luttermam Cárdenas, descendiente de cubana y alemán, ya habla esperanto mejor que la lengua originaria de sus progenitores.

A Ariadna García Gutiérrez, quien preside la Asociación Cubana Juvenil de Esperanto, con solo siete meses de nacida su mamá le empezó a hablar en ese idioma. Hoy contribuye a que los jóvenes entiendan que gracias al esperanto nadie se siente extranjero en ningún lugar: «Donde haya esperantistas estará siempre todo transparente y claro. Habrá fraternidad y hermandad. Las palabras paz y libertad se enarbolarán, porque son las más veneradas en Esperantuyo».

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