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¿Quién jubila al celular?

Desde que los teléfonos se volvieron inteligentes allá por 2007 la dependencia de los seres humanos por estos aparatos ha aumentado exponencialmente. Aunque algunas ideas, como el AI Pin, pretenden hacer que pasemos menos tiempo frente a las pantallas, la tecnología no está todavía en ese punto

Autor:

Yurisander Guevara

¿Qué viene después del celular? ¿Puede el ser humano, a estas alturas del juego, desprenderse de un pedazo de plástico que se ha convertido en extensión de su cuerpo? ¿Se inventará algo que nos aleje de esas diminutas ventanas al mundo?

A nivel mundial, más de 5 350 millones de personas tienen acceso a internet. Como promedio, pasan a diario casi siete horas frente a una pantalla por actividades relacionadas con la red de redes. Y la mayor parte de ese tiempo se emplea en dispositivos móviles (3:43 horas), de acuerdo con un análisis correspondiente al cierre de 2023 de la consultora en línea Data Reportal. Los números son, por demás, crecientes, comparados año con año.

Con este escenario, es fácil responder a algunas de las interrogantes que encabezan este reportaje. Sencillamente, estamos muy apegados a los celulares y separarnos de ellos será bien difícil.

Sin embargo, inspirados por la idea de brindar otras opciones de interacción con la tecnología, la empresa Hu.ma.ne, una startup estadounidense con sede en la ciudad de San Francisco, ideó el AI Pin, un peculiar dispositivo que se puede definir como un celular sin pantalla a base de inteligencia artificial.

Un sencillo Pin

El AI Pin es un pequeño cuadrado que puede colocarse en cualquier pieza de ropa, preferiblemente sobre la zona del pecho, enganchado con imanes. Cuenta con varios sensores capaces de ejecutar tareas de voz y un orificio que emite un haz de luz, el cual se proyecta sobre la palma de la mano para algunas consultas que requieren de texto.

El Hu.ma.ne AI Pin es capaz de proyectar texto en la palma de la mano, pero esto no siempre funciona de forma adecuada.

Se inserta dentro de la categoría de wearable, o sea, tecnología que se lleva «puesta». Con tan solo tocarlo o hablarle se puede interactuar con una inteligencia artificial que atiende todos nuestros pedidos: responder un mensaje, ponerse al día con los correos, hacer una llamada o saber la composición nutricional del alimento que se va a consumir. Todo está resumido en un aparato que no supera el tamaño de la palma de una mano. 

Este pequeño wearable lo apuesta todo a un asistente de inteligencia artificial y a un sistema operativo que Hu.ma.ne denomina CosmOS2. Es capaz, asimismo, de capturar videos de 15 segundos y tomar fotos en alta resolución.

Para acceder a las listas creadas, el calendario, las fotos y los videos, entre otras funciones, la empresa diseñó un portal en línea llamado Humane Center. Y aquí aparece uno de los primeros contratiempos: no basta con tener solo el AI Pin, también se necesita alguna interfaz de acceso con pantalla: un celular, una computadora o tableta, para «ver» muchas cosas.

Además de esas características más deducibles, hace gala de emplear a fondo la inteligencia artificial. Por ejemplo, se puede configurar para que traduzca todo lo que se dice a un determinado idioma.

Otra de las funciones más innovadoras es que el AI Pin puede escanear los objetos que el usuario tenga enfrente, y brinda información sobre ellos: quién los diseñó, de qué están compuestos, cómo los hicieron. Cualquier pregunta que se le haga, en teoría, es capaz de responder. Así lo afirmó David Pierce, periodista especializado de la publicación en línea The Verge. En su reseña destaca a esta función como lo mejor que tiene el pin. Pierce detalló que al pararse frente a establecimientos como restaurantes, le preguntó al dispositivo si tenían buenas reseñas.  La inteligencia artificial procesó el pedido, reconoció el local, buscó la información y le respondió. Sin embargo, no todo fue color de rosa.

Buena idea, tiempo equivocado

Que el pin de inteligencia artificial sustituya muchas de las funciones más mundanas que hoy se realizan con los celulares y, por consiguiente, permita a los humanos estar más alejados de las pantallas es una idea genial.

Sin embargo, el producto final tiene más contratiempos que aciertos, según las múltiples reseñas de medios especializados que tuvieron acceso al equipo durante varias semanas para comprobar sus funcionalidades.

Sobre el mencionado nivel de acierto para averiguar acerca de espacios del mundo real, David Pierce confesó que en muchas ocasiones sus preguntas al pin quedaron sin contestar, o que, incluso, no pudo acertar con lo que tenía enfrente, a pesar de ser una marca reconocida a nivel global. Con un precio de 700 dólares, uno esperaría mejores prestaciones, reflexiona el periodista.

La reseña de Wired, otra de las publicaciones líderes de tecnología, subraya igualmente más defectos que beneficios. Algunas de ellas incluyen que la proyección de mensajes en la mano (también considerada como una de las características más interesantes) no es legible a la luz del día y tampoco se ve con claridad en un ambiente donde la iluminación no acompaña.

La idea de un dispositivo que permita pasar más tiempo alejado del celular está todavía muy verde. Foto: Xataka

Asimismo no es posible vincular el número de teléfono personal al AI Pin, pues este es entregado con una tarjeta SIM propia asociada a otro número, lo cual, ya sabemos, supone un quebradero de cabeza para todos los contactos almacenados.

El equipo, además, no sabe dar indicaciones de cómo llegar a un lugar (función clave del teléfono inteligente), y no puede estar expuesto al calor extremo.

Para su configuración requiere que se emita el haz de luz sobre la palma de la mano y luego se ejecuten una serie de gestos. Estos son explicados en un extenso manual que, de acuerdo con quienes lo probaron, es un entrenamiento muy complicado para muchos segmentos de público.

«El problema con el Pin de Hu.ma.ne es que no hay mucho más que hacer con él. Es ridículo que sea tan básico en su lanzamiento», subraya Wired. «Los cofundadores lo crearon como una forma de mantenerse arraigados en el mundo real y evitar tener una pantalla frente a la cara todo el tiempo, pero para lograr ese objetivo, esto debe ser ciento por ciento confiable. Todo el tiempo», agregó la publicación.

Con ello se refiere a otro aspecto negativo: los tiempos que demora esa inteligencia artificial en procesar las peticiones. Resulta que, de acuerdo con los reportes, en numerosas ocasiones al solicitarle algo al AI Pin, la respuesta puede tomar varios minutos, en tanto la inteligencia artificial ejecuta procesos en los servidores de Hu.ma.ne. En esta era de la instantaneidad, esperar por algo es casi una quimera, especialmente cuando se trata de tecnologías.

Quienes lo han analizado valoran negativamente el producto, aunque todos dejan una hendija abierta en la puerta del futuro. La coincidencia es que ni el hardware, ni el software, ni GPT-4 —la inteligencia artificial detrás del IA Pin— están preparados. A lo mejor los modelos de IA que funcionan de forma local y sin conexión a la nube acaben permitiendo que futuras iteraciones del AI Pin —u otros productos similares que aparezcan— sean mucho más precisas, pero hoy por hoy su utilidad real parece muy limitada.

Algunos analistas consideran, en cambio, que este producto está en una situación similar a las Vision Pro, las gafas de computación espacial de Apple. Ni uno ni el otro son el futuro, pero ambos muestran cómo puede ser lo que está por venir.

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