M.R.: ¿Cómo volverme a enamorar? Soy una madre de tres hijos, divorciada. Después de mucho trabajar en mi empleo, llego a casa y el día acaba entre las tareas del hogar y la educación de mis hijos. Luego, los hombres que se me acercan no logran enamorarme. Reconozco que tengo poco tiempo para conversar, pero siento que estoy algo insensible, sin creer en las palabras de amor como antes. Sin embargo, quisiera mucho volver a enamorarme.
No nos enamoramos según nuestro antojo o conveniencia. Es importante disponerse a conversar y compartir experiencias con personas que llamen nuestra atención. Y tampoco hay que obligarles a amar, porque es un esfuerzo vano. Cada quien tiene determinadas condiciones para enamorarse.
Cualquier día puede suceder ese encuentro que te sorprenda: una mirada, una sonrisa, una palabra u otro detalle puede resonar en tu cuerpo y avivar el deseo. Enamorarse es el primer paso para ese período de conocimiento, intimidad y conexión subjetiva. Conlleva reconocerse en sus gustos, prioridades, proyectos...
Tal vez ahora te enamora la comprensión y sensibilidad hacia tu posición de madre. Quizá precises que el verbo se articule con el acto. Con el cambio de condiciones de vida, se transforman también las expectativas. Los vínculos amorosos se adecuan a la vida, así como pueden generar cambios vitales sin abandonar otros disfrutes o compromisos familiares. También hay que comprender que, en ocasiones, se debe superar el dolor y la desesperanza tras el divorcio.
Además, hoy existen otros modelos de pareja y familia, y es posible que, sin enamorarte, puedas establecer una relación de estilo compatible con los compromisos laborales y familiares que quieres asumir. Otro modo de amar, acompañado de tu singular modo de disfrute vital.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica
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