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Convoca Perú a la «unidad para el cambio»

Destaca secretario general del Partido Comunista de Perú Patria Roja, importancia de la unidad de todas las fuerzas nacionalistas y progresistas de Perú

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Foto: Roberto Suárez Unos los calificaron como gran derrota para el Partido Aprista del presidente Alan García; otros los definieron como comicios que dibujaron un nuevo mapa político en el interior de Perú... Pero en opinión de Alberto Moreno, los mensajes sobre el estado de la correlación de fuerzas en su país no fueron dados solo por las elecciones regionales del mes pasado que otorgaron el triunfo, en muchos de los municipios y regiones, a los partidos independientes.

Para el secretario general del Partido Comunista de Perú Patria Roja, las opciones políticas quedaron a la vista desde las presidenciales: «Continuismo o cambio». Y el derrotero que se levanta ante quienes aspiran a la transformación nacional, dice, es materializar la unión.

«Para nosotros, el tema central es la unidad; no solo de la izquierda, sino de todas las fuerzas nacionalistas y progresistas de Perú».

El país se dividió desde abril, dice, en dos opciones: «una que preconiza la continuidad del modelo económico y del tipo de Estado que tenemos, y otra muy distinta, que busca que esta situación se modifique.

Esa polarización es incrementada por la propia actuación del Partido Aprista, que habiendo anunciado posiciones de centro durante la campaña electoral presidencial, asume ahora cada vez más una estrategia y un desempeño neoliberales.

—¿Podemos hablar de atomización de las fuerzas que están contra el modelo?

—Hay una atomización en general. Por eso hablé de crisis de la política y de los partidos. Pero, si vemos el trasfondo, hay búsqueda de cambios fundamentales en la sociedad; eso es lo que expresa el electorado. El gran reto es cómo articulamos a esas fuerzas dispersas, cómo le damos un proyecto, una alternativa. Esa es la gran tarea en los próximos cinco años.

—¿Qué resultados obtuvo Patria Roja en las regionales?

—Participamos parcialmente, porque las elecciones requieren recursos económicos y otras condiciones que no teníamos. Así que lo hicimos en pocas regiones, y hemos ganado como nueva izquierda en la región de Pasco, y en alianza con candidaturas de izquierda en Puno y en Huanco. Tenemos algunos alcaldes provinciales y en una ciudad como Huancayo, en el centro del país; para nosotros es un logro.

«Creemos que las condiciones para el avance de la izquierda son muy grandes y no solo en el ámbito electoral sino en lo social, que también es fundamental ahora. Por eso nos hemos planteado una consigna que esperamos tenga eco: gran unidad para un gran cambio».

—Se hicieron alianzas...

—Con agrupaciones políticas regionales o locales que son débiles; pero las alianzas con ellas eran necesarias. Ahora lo que estamos buscando es una unidad más amplia que rebase a los partidos políticos de izquierda: hablamos de unidad con el nacionalismo, con sectores progresistas y de las iglesias, de los pequeños y medianos empresarios. Este proyecto los abarca a todos ellos... hablamos de construir, simultáneamente, una gran fuerza de izquierda.

«La izquierda fue debilitada muy seriamente en los años 90. Estamos reconstruyendo todo ese tejido que tuvimos en el pasado, y esta es una oportunidad extraordinaria».

—¿Ha adoptado el gobierno algún cambio en política doméstica?

—El APRA tiene una crisis interna. Hay sectores que no están de acuerdo con el rumbo neoliberal que ha asumido. Su mandato está bastante complicado, porque de un lado tiene una alianza con la derecha, y de otro lado hizo una campaña electoral hablando de un denominado «cambio responsable» que la gente siente hoy no se está dando. Eso genera desconfianza y falta de credibilidad en el gobierno del doctor García. Yo diría que es un gobierno débil. Su fuerza radica, en todo caso, en dos aspectos: el respaldo de los empresarios de las transnacionales y el de EE.UU., que es abrumador; del otro lado descansa en la debilidad de la oposición: si bien es cierto que hay un vasto sector de la población que está por el cambio, se encuentra fragmentado, y eso ayuda al gobierno, a la derecha. De ahí la urgente tarea de unir a esas fuerzas y proyectar una alternativa coherente. Estamos en esa tarea.

—Los peruanos protagonizaron jornadas importantes de protesta que impidieron, por ejemplo, la privatización de la energía eléctrica. Muchos también se movilizaron contra el TLC. ¿Cómo está ahora el movimiento contestatario?

—Hay una contradicción muy visible; de un lado está el movimiento social, y del otro el movimiento político, que no refleja necesariamente la radicalidad del movimiento social. Hay un fuerte sentimiento no solo contra el centralismo, sino en defensa de la soberanía nacional y contra lo que llamamos el saqueo de los recursos naturales; contra la concentración de la riqueza, que se ha acentuado en los últimos tiempos con este modelo, y hay una insatisfacción grande con él. Eso se expresa, por ejemplo, en los paros protagonizados por el magisterio. Pero ello no necesariamente está en correspondencia con la fuerza política organizada. Eso es lo que tenemos que resolver.

—¿Podrían verse resultados en las próximas elecciones?

—Estamos trabajando con el convencimiento de que puede crearse la fuerza suficiente para tener un gobierno que garantice los cambios en el año 2011; pero también es necesaria la fuerza política y social para garantizar su ejecución. No basta llegar al gobierno. Hay que contar con la fuerza suficiente para cumplir con los programas que se ofrecieron al pueblo. Por eso, para nosotros el gran tema es la unidad.

«Hemos convocado a toda la población para trabajar en este proyecto que tiene cuatro ejes; digamos que es un programa de cuatro puntos: una nueva República, un proyecto de nación en correspondencia con esa idea de nueva República, una nueva Carta constitucional y, finalmente, un gobierno democrático, patriótico y de ancha base social. Creo que este programa es compatible con la aspiración de muchos sectores, incluidos los pequeños y medianos empresarios, agredidos también por el modelo neoliberal. Y compatible con las expectativas de una población que está cada vez más desencantada, rechaza el saqueo de nuestros recursos y quiere una lucha frontal contra la corrupción. Un pueblo que aspira a la dignidad y la soberanía».

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