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Uruguay: la balanza está a la izquierda

TIFA no es TLC, afirma en La Habana representante de Frente Amplio

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Foto: Calixto N. Llanes «Las negociaciones que se puedan hacer al amparo del TIFA (Tratado Marco de Comercio e Inversión con EE.UU.) no pueden ser las que nos conduzcan a la opción del TLC, ya eso fue descartado», asegura, convencido, Héctor Tejam, representante nacional del Movimiento para la Participación Popular —una de las fuerzas integrantes del gobernante Frente Amplio— y uruguayo evidentemente preocupado por las consideraciones que a grosso modo se hacen desde afuera acerca de la actualidad de su país.

Hacia el exterior, a Uruguay «se le conoce más» como un gobierno que va a suscribir un tratado de libre comercio con Estados Unidos, o por las plantas productoras de celulosa, comenta.

Pero las resultantes de los debates que se dan hacia adentro del gobierno uruguayo son acciones que definen su proyecto como claramente de izquierda, afirma.

Luchando aún por sacar al país de la crisis en que lo hundieron los ejecutivos neoliberales anteriores, la alianza política de izquierda más amplia y antigua que haya llegado al gobierno en la región, enfrenta en Uruguay las contradicciones inherentes a un ejecutivo formado por una coalición tan extensa como sólida.

Y perviven elementos del viejo modelo en su ejecutoria.

«Hay una continuidad de ciertas características del modelo anterior que no se pueden cambiar de un día para otro», reconoce.

«Eso dio cierta inercia, que está presente todavía en el país. Pero por otro lado, dentro del Frente Amplio hay otras concepciones en cuanto a lo que denominamos “el país productivo”».

Se debate, por ejemplo, si la participación del Estado tiene que ser determinante para establecer dónde están las mejores opciones para la inversión y dónde las mejores variantes para los recursos humanos y naturales, o si es la inversión extranjera directa la que debe definir la orientación productiva de la nación, confiesa.

Sin embargo, Tejam asegura que el saldo es antineoliberal.

«Ambas posiciones tienen un acuerdo fundamental desde el mismo arranque del gobierno del Frente Amplio. Los gastos públicos sociales aumentaron y por lo tanto aumentó el llamado salario indirecto a los hogares de menos ingresos. Se han dado herramientas de negociación colectiva a los trabajadores, y la reforma tributaria hizo que el financiamiento del Estado comenzara a ser pagado fundamentalmente con los impuestos a las riquezas y los tributos de quienes reciben los mayores ingresos.

«Todas esas son medidas que hicieron un corte profundo en lo que venía siendo el funcionamiento liberal de la economía.

«Es en el aspecto productivo donde se dan algunas de las contradicciones de que hablaba anteriormente. Pero la resultante de esas contradicciones francamente define al gobierno uruguayo como de izquierda y progresista».

Esfuerzos para hacer llegar a todos educación, salud, y más recientemente, reparto de tierras, como parte de un proyecto para recuperar la producción de caña de azúcar en el norte del país, son otras medidas que evoca para confirmar el interés social y el rumbo a la izquierda del gobierno que preside Tabaré Vázquez.

NO AL TLC

Esa es la posición adoptada hacia adentro de un gobierno que se ha pronunciado a favor del MERCOSUR y de proyectos bilaterales regionales como los varios emprendidos ya con Venezuela, recuerda Tajam.

Sin embargo, la reciente suscripción entre Montevideo y

Washington del TIFA, que en otros lugares ha sido preámbulo del TLC, suscitó no pocas especulaciones acerca de la posibilidad o no de un tratado de libre comercio con el Norte, que no pocos entendieron podría haber quedado agazapado, a las puertas.

Otra vez, el diputado del Frente Amplio disiente.

«Cuando se discutió lo del TLC, lo que prevaleció fue que no es conveniente para Uruguay, y que recuperábamos la prioridad para la integración regional», asegura.

«Lo que se ha hecho con TIFA es instalar ámbitos de negociación a partir de los cuales podrían surgir propuestas de acuerdos. Pero tendrían que ser votados por el Parlamento uruguayo y tener el visto bueno de las fuerzas políticas».

—¿Cuán difícil es mantener la unidad desde el gobierno? ¿Era más difícil antes?

—Ahora, porque debemos mantener la unidad en dos ámbitos: a nivel de las políticas de Estado (donde se toman las decisiones) y de toda la institucionalidad en que participamos, y recuerde que estamos representados en ocho intendencias del país. Todos son marcos de referencia donde la discusión es constante y bienvenida: es lo que nos ha dado la energía para llegar adonde estamos. Y también es necesario mantener la unidad como fuerza política, que preserva su historia, su programa, y su relación con las bases sociales.

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