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El control: ¿directamente proporcional a la experiencia?

No es casual que, en los recientes eventos internacionales, el cuerpo de lanzadores de la selección nacional se ubique entre los que mayor cantidad de bases regala a sus contrarios

 

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

 

Cada vez resulta más complicado encontrar en la pelota cubana lanzadores con una labor meritoria si al comando en los picheos nos referimos. En esta temporada no se ha roto la tónica de las últimas campañas: las bases por bolas siguen inundando los partidos como un sello que desluce el espectáculo.

Cerca de cinco boletos por desafío (4.70 para ser exactos) otorgan los equipos en la actual Serie Nacional como promedio. Pero, si esos números no fueran suficientes para ilustrar el fenómeno del descontrol que copa a casi todos los conjuntos, bastaría agregar que cuatro de las selecciones otorgan más boletos que ponches por encuentros.

¿Razones? Existen varias, unas objetivas y otras que no lo son tantas. Ahondar en las causas sería sumergirnos ahora mismo en un complejo maremágnum de carencias materiales, técnico-tácticas y formativas de los nuevos lanzadores. A ello hay que sumarle el éxodo de talentos que, indudablemente, hemos tenido en las categorías inferiores desde hace algunos años.

Otro número significativo de serpentineros llega hoy a las series nacionales, incluso, sin transitar por la pirámide deportiva, lo que supone varias limitaciones en su desarrollo óptimo. No es casual entonces que, en los recientes eventos internacionales, el cuerpo de lanzadores de la selección nacional se ubique entre los que mayor cantidad de bases regala a sus contrarios.

Por su puesto que una cosa es la tónica en nuestro campeonato hoy, y otra muy diferente es que no tengamos pichers con dominio de la zona de strike. Sí los hay, sobre todo, en aquellos brazos experimentados.

El cuerpo de lanzadores de los dobles campeones nacionales, los Leñadores de Las Tunas, es el máximo referente de la temporada. Los del Balcón del Oriente conforman una de las rotaciones más estables de las últimas campañas en el béisbol cubano, y este año promedian solo 3.24 boletos por cada nueve entradas (la mejor entre los 16 conjuntos). 

Dos de sus miembros son los que exhiben el control más exquisito en la Serie: Rodolfo Díaz (ocho boletos en 43.1 entradas de actuación y Yosmel Garcés (11 bases por bolas en 48.1 innings de trabajo).

A ellos se les suman otros serpentineros con muchísimo recorrido en el béisbol cubano: el matancero Yamichel Pérez (11 boletos en 51.1 entradas de labor), el veterano santiaguero Alberto Bisset (12 boletos en 51.0 innings), el holguinero Wilson Paredes (13 bases en 52.2 entradas) y el granmense Yoel Mojena (13 boletos en 48.0 innings). 

 

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