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Gran Bretaña entra en etapa decisiva para formar nuevo gobierno

El liberal demócrata Nick Clegg tiene dos ofertas sobre la mesa y la llave del futuro gobierno después de que ninguno de los grandes partidos lograra la mayoría absoluta en el parlamento tras los comicios del jueves

Autor:

Redacción Digital

Las negociaciones para formar gobierno en Gran Bretaña entraron este martes en una etapa «decisiva», que coloca al liberal demócrata Nick Clegg ante el difícil dilema de pactar con los conservadores de David Cameron o con los laboristas tras la renuncia de su líder Gordon Brown.

Clegg, prácticamente un desconocido antes de la campaña electoral, tiene dos ofertas sobre la mesa y la llave del futuro gobierno después de que ninguno de los grandes partidos lograra la mayoría absoluta en el parlamento en los comicios del jueves.

Mientras los negociadores liberal-demócratas y laboristas retomaban su diálogo en la mañana del martes, el líder del partido conservador, David Cameron, consideró que ha llegado «la hora de la decisión».

«He hecho una oferta muy completa, muy abierta y muy razonable a los liberal-demócratas para proporcionar un gobierno estable», dijo Cameron a los periodistas, dando a entender que no iba a hacer más concesiones.

«Creo que ha llegado la hora de la decisión para los liberal demócratas, y espero que tomen la decisión correcta», agregó estimando que el país «necesita urgentemente un gobierno» para poner fin a la incertidumbre creada por el veredicto de las urnas. Si esta opción no prospera, Cameron no ha descartado todavía gobernar en minoría.

Clegg, cuyos representantes dialogan desde hace cinco días con los conservadores y oficialmente también desde el lunes con los laboristas, declaró que las negociaciones se hallaban en su «fase final», sin pronunciarse sin embargo sobre la posibilidad de un desenlace durante el día de hoy.

«Las discusiones entre los partidos han llegado a una fase crítica y final.  Estoy tan impaciente como todo el mundo de acabar con esto, de resolver la cuestión en un sentido o en otro», dijo Clegg, de 43 años, precisando poco después que esperaba una resolución «lo más rápidamente posible».

Un veterano diputado liberal demócrata que no forma parte del equipo negociador, Simon Hughes, indicó por su parte en la cadena Sky News que el partido estaba a la espera de «ver si los laboristas están dispuestos a hacer propuestas progresistas».

La primera concesión laborista la hizo el lunes el derrotado primer ministro Gordon Brown, al anunciar su renuncia como líder del partido antes de finales de septiembre próximo para facilitar un pacto con los liberal-demócratas.

Además, los laboristas ofrecerían a los liberal-demócratas, de tendencia centrista progresista, una reforma del sistema político y la posibilidad de celebrar en un futuro un referéndum sobre la introducción de la proporcionalidad en el sistema electoral vigente, uno de los caballos de batalla de Clegg.

En una desesperada contraoferta la noche del lunes, el negociador  conservador William Hague ofreció «en un gobierno de coalición la celebración de un referéndum sobre el sistema de voto alternativo», que no contemplaría sin embargo introducir la proporcionalidad.

Según la prensa, ambos partidos habrían propuesto también a los liberal  demócratas, que tienen 57 escaños en el parlamento, cargos de ministro.

Nick Clegg deberá elegir rápidamente entre las dos ofertas, tratando de contentar a la vez a los británicos como a las bases de su partido, porque de su decisión dependerá probablemente su futuro político.

A pesar de las grandes diferencias existentes entre sus programas, la aritmética favorece un pacto con los conservadores, que obtuvieron 306 escaños  -20 menos que la mayoría absoluta-, porque juntos dispondrían de un grupo  mayoritario en el parlamento.

Si se alían con los laboristas, teóricamente más afines ideológicamente pero que sólo lograron 258 diputados, tendrían la mayoría del voto popular  (52%) pero no de los escaños (315 entre los dos), y necesitarían el apoyo de otros pequeños partidos para gobernar, con el consiguiente riesgo de inestabilidad.

La opción ha sido incluso criticada en las propias filas del laborismo. «No creo que aporte estabilidad, creo que conducirá a una falta de legitimidad»,  declaró el ex ministro laborista del Interior, David Blunkett. «Si seguimos sin escuchar lo que han dicho los británicos, perderemos todas las próximas elecciones», agregó.

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