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Solidez económica venezolana refuerza liderazgo chavista

El buen comportamiento de la economía venezolana tiene dos ganadores: los sectores pobres y de clase media, y el propio Chávez, cuyo favoritismo para las elecciones presidenciales del 7 de octubre se mantiene con amplio margen

Autor:

René Tamayo León

CARACAS.— El grupo financiero español BBVA estima que la economía venezolana será al cierre del 2012 la tercera de la región con mayor crecimiento. Sus predicciones están manejando un índice de 4,6 por ciento. Dos arquitectos de la economía local, empero, parecen más optimistas.

Al menos eso fue lo que entendí de las declaraciones del ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, y el presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes.

Ambos funcionarios ofrecieron una rueda de prensa sobre la tasa de inflación, y recordaron que al cierre del primer trimestre, el país creció 5,2 por ciento. Al parecer, la primera parte del año cerrará con un guarismo parecido o superior.

En economía, el ejecutivo muestra índices muy favorables. Es una tendencia que se ha mantenido en el último trienio. Nada indica que el país esté incapacitado para obtener el crecimiento de cinco por ciento previsto por el Gobierno y el Parlamento a inicios de año e incluso alcanzar una tasa superior.

El peligro mayor apareció en mayo, cuando los precios internacionales del petróleo empezaron a derrumbarse. Mas el repunte del mercado en las últimas semanas, con una cesta de la OPEP por encima de los cien dólares el barril, y la cercanía del otoño y el invierno, que incrementan la demanda en EE.UU. y Europa, parecen propicios para las arcas petroleras.

Al mismo tiempo, las inversiones en infraestructura y construcción de viviendas que se ejecutan, consolidan el apogeo de la actual política económica. Son tantas las inversiones, que desde el punto de vista psicológico, la población venezolana siente que el país está avanzando de una forma acelerada.

A esto se suma la caída de la inflación (uno de los problemas más graves aquí: un mal estructural, crónico, que parecía insalvable). Al parecer, el Jefe de Estado y su equipo encargado de la macroeconomía cogieron el toro por los cuernos.

Están decididos a controlar el pesado fardo de la especulación minorista, y llevar la inflación, a la vuelta de unos años, a un dígito, algo que no se ha logrado en casi ningún mes o trimestre de las últimas tres décadas.

A lo dicho, se agrega, además, una agresiva política de importación y endeudamiento público para mantener los beneficios sociales y enfrentar las maniobras de especulación y acaparamiento de los grupos de poder que le adversan, empeñados en enrarecer por cualquier vía la estabilidad nacional y generar estados de opinión desfavorables al chavismo.

Las multimillonarias importaciones y el endeudamiento no dejan de ser una estrategia peligrosa, que, en una situación de agravamiento de la crisis económica internacional o conflictos bélicos desastrosos, pudieran poner al país, si cayeran los precios del petróleo, en una situación bastante delicada.

Chávez, no obstante, parece dispuesto a correr el riesgo. Que tampoco sería tan grave como algunos quisieran, pues ha sabido construir alianzas de alta política con las principales economías emergentes, las más pujantes del mundo, ninguna de las cuales le daría la espalda. Él sabe lo que está haciendo.

Así las cosas, el buen comportamiento de la economía venezolana tiene dos ganadores: los sectores pobres y de clase media, y el propio Chávez, cuyo favoritismo para las elecciones presidenciales del 7 de octubre se mantiene con amplio margen.

Según todas las encuestas, goza de amplia aprobación por su gestión al frente del Gobierno; la mayoría de los venezolanos creen que ganará las elecciones; y la brecha victoriosa respecto a su principal contendiente, el derechista Henrique Capriles Radonski, se mantiene entre 15 y más del 20 por ciento.

Es una distancia casi insalvable en los menos de dos meses que faltan para los comicios. La economía, empero, constituye en esto solo una carta ganadora. La Revolución Bolivariana es más.

Y eso pesará este 7 de octubre, cuando, frente a la soledad del voto, los venezolanos escojan entre la mejor posibilidad histórica que jamás han tenido: el proyecto chavista; o el retorno a la oscura noche neoliberal.

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