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¿Y qué pasó con la Florida?

Una vez más Miami-Dade y otros condados de ese estado constituyen el hazmerreir del mundo y la preocupación de la ciudadanía estadounidense que ve amenazada su democracia

Autor:

Juana Carrasco Martín

Cuando ya se conocían los resultados que daban a Barack Obama como vencedor, y Mitt Romney en caída libre aceptaba su derrota sin mucho apresuramiento; mientras en Chicago los seguidores del demócrata celebraban con cantos la victoria, y en Boston los perdedores no encendían en la bahía los fuegos de artificio en que habían gastado 25 000 dólares, y el personal del republicano se encontraba con la dura sorpresa de que sus tarjetas de crédito de campaña acababan de ser canceladas, todavía un estado contaba las boletas…

Estaba en suspenso a quién le daría sus 29 votos electorales, ya sin poder de decisión, y solo útiles para los registros de la historia. Pero Florida hacía nuevamente de las suyas, como fantasma que recorre las elecciones presidenciales de Estados Unidos, solo que ahora no tenía la menor importancia, ni se robaba el show escandalosa y fraudulentamente como en el año 2000, cuando asentó el nido de serpientes de George W. Bush, el hijo, en la Casa Blanca, por solo 537 votos de diferencia.

Durante cinco días las interrogantes se mantenían y en los sitios en que habitualmente daban los datos de las elecciones, Florida aparecía con el 99 por ciento de las boletas contadas, Obama encabezando el registro con 4 236 032 votos a su favor, el 50 por ciento, seguido por Mitt Romney con 4 162 174 papeletas con su nombre para el 49,1 por ciento, y otros, hasta el número de 12 candidatos más a la presidencia de EE.UU., eran favorecidos con 72 852 votos, el 0,9 por ciento. El Sunshine State (estado del brillo solar) estaba opacado.

Uno o dos días antes del ejercicio comicial del 6 de noviembre algunas encuestas daban una cerrada victoria para Romney, otras un empate «fifthy-fifthy», que sembraba dudas sobre los resultados finales y, sobre todo, levantaba los temores de que pudiera ocurrir algo semejante a la trapacería del año 2000, donde los tramposos mayores estaban vinculados a la mafia anticubana y sus fulleros representantes en el Congreso estadounidense.

Supresión de votos

Había un elemento a tener en cuenta para una posible merma de los votos a favor de Obama —que ya había ganado Florida frente a John McCain en 2008—, las medidas de supresión del voto, impuestas en un buen número de estados con gobernaciones republicanas.

En el caso de Florida, el 23 por ciento de los afroamericanos —el mayor porcentaje en toda la nación— no podrían votar por las leyes establecidas por el gobernador republicano Rick Scott para no devolver sus derechos ciudadanos a quienes cometieron alguna vez una felonía, haciéndole difícil restaurar su elegibilidad a ese porcentaje tan alto.

No fue esa la única medida tomada por Scott, quien en 2011 firmó una ley estadual disminuyendo a la mitad los días asignados para el voto temprano, una forma que habitualmente beneficiaba a los demócratas. Según las informaciones de los medios, esto tuvo como consecuencia el caos en los lugares para depositar ese voto más rápido y tranquilo, y ponían de ejemplo el condado de Miami-Dade, donde muchos tuvieron que pasar hasta ocho horas en las colas.

Según el Miami Herald se estimaban en 2,4 millones los votos tempranos que habían sido afectados por la legislación HB1355 del gobernador Scott; mientras que las llamadas boletas ausentes (voto por correo) se calculaban en 2,35 millones, una modalidad preferida por los republicanos, pero la regulación no los afectaba.

Uno de los arquitectos de la HB1355, Emmett «Bucky» Mitchell IV, quien representa al Partido Republicano de la Florida, también ayudó a confeccionar la lista de sospechosos de contravenir la ley que debían ser purgados de los registros electorales en aquel mañoso año 2000 cuando servía bajo las órdenes de la secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, la que dio finalmente la victoria a Bush, el hijo.

El Palm Beach Post también señaló como responsable de la reducción de días del voto temprano al republicano de Miami Miguel Díaz de la Portilla, quien fue ahora reelecto por Miami-Dade al senado del estado de Florida, y controla el Comité de Acción Política Conservadores por Florida, que recaudó fondos para Romney y el Partido Republicano, y forma filas junto a Ileana Ros-Lehtinen, los hermanos Díaz Balart y Carlos Giménez, alcalde de Miami, todos de la crápula que vive y engorda con su guerra contra Cuba y su pueblo.

Solo queda unir los puntos y llegar a los posibles bribones de cualquiera de las pillerías del 2012.

Pero hubo otra medida más que podría desestimular el sufragio, la ley exigiendo una identificación con fotografía para poder votar. En Estados Unidos no existe una cédula de identificación oficial, por tanto debían presentar el pasaporte o la licencia de conducción, lo que afectaba a personas de menos recursos económicos.

Por otra parte, la compleja boleta constaba de diez páginas y en ellas 20 enmiendas estaduales por las cuales debían votar.

¿Boleteros en acción?

El miércoles 7 de noviembre comenzaba el cotilleo razonable: la Florida era el único estado donde el escrutinio se estaba convirtiendo en una partida de ajedrez, aun cuando todo estaba decidido. Entonces, sus autoridades electorales consideraron necesario el recuento de votos a pesar de que Obama llevaba ventaja por margen muy estrecho, pero ligeramente superior al 0,5 por ciento que exige la ley electoral de la Florida para iniciar un recuento.

«Ha habido un retraso en el resultado final no por problemas en el proceso, sino debido al alto volumen de participación» de votantes, dijo en una rueda de prensa Christine White, supervisora electoral de Florida, quien precisó que había votado el 65 por ciento, con una cifra récord en el condado de Miami-Dade, por lo que no se podían ofrecer resultados oficiales.

Según EFE, las autoridades electorales de ese condado, indicaron que escrutarían 18 000 sufragios de votantes ausentes, y en el condado Pinellas otras 9 000 boletas. Hasta el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, había expresado su frustración porque en muchos centros electorales hubo colas y esperas interminables hasta altas horas del martes 6 de noviembre, y de acuerdo a la información de EFE, se carecía de personal suficiente y adecuado para atenderlas.

En uno de sus artículos sobre las elecciones, el Miami Herald reportaba que en el precinto de West Kendall Regional Library, donde se dice que fue un desastre porque hubo quien pasó hasta diez horas en la cola de votación, el último sufragio fue emitido por una mujer no identificada a la 1:08 a.m., a esa hora Obama hacía rato que había ganado y hasta Mitt Romney le había concedido la victoria.

Las justificaciones llegaban también de parte de la supervisora de Elecciones de Miami-Dade, Penélope Townsley, cuando dijo en la madrugada que la asistencia a las urnas «fue la más grande en la historia del condado y eso ha contribuido a cuánto tiempo llevó completar la votación».

El recuento y el retraso levantaron la polémica, pero muy limitada a determinados medios, dada la circunstancia de que ya aquello no importaba; sin embargo, sí ha sido preocupación de quienes creen en su democracia y tratan de preservarla de influencias transgresoras y corruptas.

Pero no se limitaba a Miami-Dade el problema en el estado. La agencia DPA, citando a la división de elecciones de Florida, reportaba el viernes 9 de noviembre que se mantenía el conteo en Broward, Palm Beach y Duval. Ya entonces había terminado Miami-Dade, donde luego de innumerables problemas —puntualizaba DPA— el jueves se habían contado las últimas 54 000 boletas enviadas en ausencia.

Luis Lauredo, ex embajador de Estados Unidos ante la OEA, declaraba a la radio: «Es bochornoso lo que ha ocurrido. Somos el hazmerreir del mundo».

Joe Martínez, presidente saliente de la comisión del condado Miami-Dade, señaló que los supervisores de elecciones debieron haber planeado mejor, luego de numerosas quejas sobre las largas filas durante la votación adelantada, que se extendió dos días de la fecha oficial de cierre. «Fue la tormenta perfecta y una combinación de alta asistencia de votantes, máquinas que no funcionaban debidamente y problemas para encontrar a las personas en las listas de votantes», dijo.

Es interesante saber que Martínez, quien aspiró a la alcaldía en unas elecciones que se celebraron el 14 de agosto de 2012 frente a Carlos Giménez, ambos en las filas de los políticos anticubanos miamenses, había impugnado aquellos resultados; pero levantó su demanda en una declaración donde decía; «Aunque el resultado fue sorprendente e inesperado, nos ha servido de enseñanza a todos sobre la importancia de nuestro derecho al ejercer el voto y asegurarnos de que este no sea violado».

«La intriga» —así lo calificó el Miami Herald—, tenía que ver con una investigación de fraude en las boletas ausentes. Días antes de la justa por la alcaldía de Miami, la policía había arrestado en Hialeah a dos «boleteros» o corredores de boletas ausentes, y una de ellos, Deisy Cabrera, había sido vista entrando a la oficina de campaña de Giménez, quien negó toda conexión con la mujer.

Como siempre, algo olía mal en el reino de Miami, y aunque era harina de otro costal y no pertenecía a las elecciones de noviembre de 2012, nadie puede asegurar que las prácticas sucias hayan terminado. Precisamente se requería recontar las boletas ausentes…

Finalmente, el 11 de noviembre, los medios informaban del resultado final tras el recuento de esas papeletas: En total habían votado 8 470 242 electores, y de ellos se pronunciaron por Obama/Biden 4 235 270 (50 por ciento) y por Romney/Ryan 4 162 081 (49,14 por ciento)

Obama se alzaba con la Florida por una diferencia de 73 189 votos, de esta forma todos los estados péndulos habían caído de su lado, menos Carolina del Norte que favoreció a Romney.

Una pregunta interesante

Los resultados de Florida favorecían por segunda vez a Barack Obama y no pocos se preguntan qué pasa con la fuerza e influencia de los cubano-americanos de Miami y sus políticos, quienes militan en la extrema derecha del Partido Republicano.

En el sur de Florida, donde la participación de la ciudadanía norteamericana de origen latino supera el 50 por ciento, Obama obtuvo el 61 por ciento frente a Romney, que llegó al 27,5 por ciento, según el departamento electoral. La población latina de Florida se diversifica y sus intereses no responden a los políticos de origen cubano que han estado durante años lucrando a costa de una política contra Cuba y su pueblo.

Los resultados de las elecciones, a pesar de los obstáculos que le han puesto en el camino, van mostrando un camino pedregoso para estos soldados de la industria del mal.

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