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¿Injusto yo? Injusto tú, se dicen mutuamente republicanos y demócratas

Avanza el proceso de impeachment al presidente Donald Trump

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

El líder de la mayoría republicana en el Senado de Estados Unidos, Mitch McConnell, calificó la decisión de la Cámara de Representantes de mayoría demócrata de aprobar dos artículos para el juicio político al presidente Donald Trump de «apresurado e injusto». A su vez, los demócratas no enviarán de inmediato al Senado los dos artículos acusatorios —abuso de poder y obstrucción al Congreso— citando que los líderes republicanos están preparando un proceso «injusto» en la cámara alta.

McConnell dijo sobre el voto del miércoles en la noche: «Seamos claros: la votación de ayer de la Cámara no fue un juicio neutral. ... Fue el final predeterminado de una cruzada partidista». Agregó más: dijo que fue «descuidado» y lo llamó repetidamente «la investigación de impeachment más apresurada, menos exhaustiva y más injusta en la historia moderna».

Pero en el Senado, el cuerpo legislativo que tiene la última palabra y el poder de destituir al Presidente sometido a juicio, los republicanos tienen mayoría de 53 a 47 sobre los demócratas y son necesarios 67 votos para condenar a Trump, por lo cual nadie duda de que el magnate-presidente sería absuelto.

Sin embargo, se ponen en práctica maniobras por parte de los demócratas para lograr su objetivo de destituir al Presidente. De ahí que la speaker de la Cámara, Nancy Pelosi, en conferencia de prensa este jueves, dijera que retrasará la entrega de los artículos del impeachment al Senado para garantizar que los republicanos llamen a testigos, busquen más evidencias acerca de los acuerdos de Trump con Ucrania, y el juicio pueda ser justo.

La pulseada entre la Pelosi y McConnell entra en el juego ahora, pues los republicanos ya anunciaron que trabajarán estrechamente con la Casa Blanca, rechazarán nuevos testigos y declaró sin tapujos a los periodistas: «No soy imparcial sobre esto en absoluto».

Aquí entra otra carta sobre la mesa. Algunos analistas estiman que si los demócratas dilatan mucho la situación y Trump sale libre de pecado, podría ir en contra de ese partido a medida que avanza otro proceso decisivo en 2020, las elecciones presidenciales.

Trump se propone la reelección y nada hasta ahora ha mermado el apoyo de sus bases, alineadas con sus políticas extremas, y pudiera fortalecerse más, mientras los demócratas luchan entre sí para ver quien los representará en la boleta.

La trifulca del impeachment tiene fortalezas y también muchas debilidades. Lo que sí está claro es la mutua acusación de parcialidad partidista y, por demás, al imperio no le conviene tampoco lavar los trapos sucios a la vista pública.

Donald Trump será el tercer presidente llevado a impeachment, los dos anteriores —Andrew Jackson y Bill Clinton fueron exonerados de culpa—, y Richard Nixon se les fue por la tangente a quienes parece que estaban listos para condenarle por su flagrante violación de las reglas del juego bipartidista con aquel espionaje del Watergate: renunció.

Donald Trump, el arrogante, quiere ahora un juicio rápido y salir a la palestra en busca de su segundo mandato, limpio de polvo y paja.

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