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Entre certezas comunes y objetivos plenos

Cuba, actual presidenta pro tempore del G77 y China, acogerá el próximo septiembre la Cumbre de este amplio  y representativo universo de naciones para intercambiar sobre retos de gran trascendencia

Autor:

Amado René Del Pino Estenoz

Entre los conceptos de uso frecuente en el ámbito de la geopolítica, pocos han tenido un calado tan firme como el de Tercer Mundo. Bautizada por el demógrafo y periodista francés Alfred Sauvy — en un artículo publicado en 1952 por Le Nouvel Observateur—, la expresión Tiers Monde hacía referencia al papel protagónico que debían ocupar las naciones subdesarrolladas en el contexto polarizado de la Guerra Fría.

Los lectores de Sauvy captaron desde el primer instante el paralelismo histórico que estableció el autor entre los pueblos en vías de descolonización y el Tiers État/Tercer Estado que jugó un rol tan decisivo durante la Revolución Francesa. Los acontecimientos históricos que se generaron durante la segunda posguerra mundial refrendaron los augurios de Sauvy, a partir de la creación de dos organismos multilaterales que recolocaron a las naciones descolonizadas en la escena internacional: el Movimiento de los No Alineados (MNOAL) y el Grupo de los 77, actualmente G77 y China.

Luego de haberse desatado las tensiones después de la Segunda Guerra Mundial que derivaron en la creación de dos bloques que rivalizaban en los ámbitos político, militar y económico; surgió el reclamo de determinados líderes nacionalistas —Abdel Nasser de Egipto, Jawaharlal Nehru de la India, el Mariscal Tito de Yugoslavia y el presidente Sukarno de Indonesia— de impulsar la política de no alineamiento como una opción coherente para las naciones asiáticas, oceánicas y africanas recién independizadas.

Ese principio estratégico del multilateralismo se materializó en la Conferencia de Bandung llevada a cabo en el archipiélago indonesio, en 1955, en la que se sentaron las bases del MNOAL: la defensa de la soberanía nacional y la integridad territorial, la lucha contra el neocolonialismo y la segregación
racial, el rechazo a la ocupación y la injerencia extranjeras, la promoción de la solidaridad internacional.

Durante las décadas de los 60 y 70, a medida que se fueron profundizando los movimientos de descolonización, creció exponencialmente el número de miembros plenos, observadores y comités de liberación admitidos dentro del MNOAL, así como su importancia específica dentro de la geopolítica global.

De acuerdo con las declaraciones y documentos emitidos en las conferencias diplomáticas de Belgrado (1961), El Cairo (1964), Lusaka (1970), Argel (1973), Colombo (1976) y La Habana (1979), era cada vez más perentorio para las naciones subdesarrolladas concertar estrategias comunes para propiciar la coexistencia pacífica, la lucha contra las manifestaciones del apartheid, la democratización de las relaciones internacionales, el rechazo a la carrera armamentística, la proliferación de bases militares en territorios extranjeros, el impulso de la cooperación económica, y la exaltación de la vía diplomática como garante de la solución de conflictos.

Paralelamente al auge del MNOAL se produjo, al interior de las Naciones Unidas, la gestación del G77 como parte de la política de coalición impulsada por las naciones del Tercer Mundo. A medida que fue más determinante la participación de los países subdesarrollados en la Asamblea General de la ONU —como resultado de los procesos de descolonización que derrumbaron la dominación de los extintos imperios coloniales francés y británico—,
se consolidó el nivel de compromiso de los entes rectores de la ONU y las agencias internacionales en pos del desarrollo socioeconómico de las naciones independizadas.

Propiciado por miembros del MNOAL, el lanzamiento del G77 se produjo el 15 de junio de 1964, cuando fue firmada la «Declaración Conjunta de los 77 Países en Desarrollo», dada a conocer al final de la primera sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), celebrada en Ginebra, en la que el economista argentino Raúl Prebisch ejerció la función de secretario general.

Luego de varios proyectos de resolución emitidos al interior del Consejo Económico y Social de la ONU, la creación del G77 en el ámbito de la UNCTAD daba respuesta a las reivindicaciones de los pueblos descolonizados en materia de progreso material y de desarrollo humano.

Una vez que se convocó su primera cumbre internacional en Argel durante 1967, el G77 fue teniendo un protagonismo más determinante en la agenda multilateral de las Naciones Unidas, tanto por la importancia demográfica de los países del sur, como por la madurez geopolítica alcanzada por las diplomacias tercermundistas.

En el citado cónclave en la capital argelina se dio a conocer la Carta de Argel en la que se definieron las bases institucionales del G77. Según lo estipulado por el documento, el G77 organizaría encuentros ministeriales anuales y contaría con delegaciones regionales en la oficina de la ONU en Ginebra, así como en las sedes centrales de agencias internacionales como la FAO (Roma), la Onudi (Viena), la Unesco (París), y el PNUMA (Nairobi).  

En el caso específico de las relaciones comerciales entre los Estados, el G77 ha clamado la aplicación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) cuyos principios, en términos de complementariedad productiva y equidad, fueron abogados por la Asamblea General de la ONU en 1974. Exaltado también en la 4ta. Cumbre de los No Alineados (Argel, 1973), el NOEI había clamado por la puesta en práctica de mecanismos multilaterales que permitieran saldar ancestrales reivindicaciones de los pueblos subdesarrollados: la transferencia tecnológica sin el pago oneroso de patentes, la concesión de términos preferenciales en materia aduanera, la obtención de préstamos a largo plazo y con baja tasa de interés, el acuerdo de mecanismos de estabilización de los precios de las materias primas y el derecho de indemnización por las secuelas generadas por el colonialismo.

A partir de la década de 1990 —en un contexto marcado por un cuestionamiento de las ideas tercermundistas y la aplicación indiscriminada de políticas neoliberales— el G77 recibió un espaldarazo con la incorporación de China, una de las potencias emergentes del presente contexto geopolítico multipolar.

En la actualidad el Grupo está integrado por dos tercios de los miembros plenos de la ONU —134 Estados— y el peso demográfico de sus respectivas naciones lo hacen ser depositario de las expectativas de desarrollo y justicia social del 80 por ciento de la población mundial.

Desde su ingreso al G77 en 1971, la República de Cuba — una década antes ya formaba parte del MNOAL— ha sido uno de los miembros más respetados y activos, lo cual evidencia su reciente designación como presidenta pro tempore desde enero de 2023.

Previamente, la Mayor de las Antillas había acogido en abril de 2000 la sede de la Cumbre del Sur —órgano supremo de deliberación del ente multilateral— en la que expuso los desafíos particulares de la región latinoamericana y caribeña, e insistió en la necesidad de construir consensos y determinar estrategias comunes de desarrollo que transciendan la diversidad geográfica y sociolingüística de los pueblos que la integran.

Para las delegaciones que se darán cita en la capital cubana en el venidero mes de septiembre, durante la Cumbre se abordarán los retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la información. La principal aspiración será proseguir gestando políticas públicas para no desestimar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en materia de equidad de género, planificación urbana, educación inclusiva, disposición de los servicios básicos de salud y saneamiento, acceso a fuentes de alimentación y agua potable, y disfrute pleno del tiempo de ocio. 

La diversidad creativa de los pueblos en desarrollo que fue enaltecida por José Martí, generará suficientes frutos para que proyectos multilaterales como el G77 y China lleven a cabo sus loables aspiraciones. Destinado a empeños mayores en la geopolítica mundial, el mundo en desarrollo, el Tercer Mundo, está apto para completar su toma de la Bastilla contra la precariedad y la ignorancia. 

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