Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La complicidad de EE. UU. en el genocidio palestino

Washington tiene doble cara en la escena bélica que compromete el exterminio de Gaza bajo el régimen sionista de Israel

Autor:

Juana Carrasco Martín

Como los celulares plegables, Washington se desdobla. La Casa Blanca que define la política estadounidense tiene doble cara; la hipocresía es ley y habítela quien la habite, son maestros en eso de comportarse de forma contraria a lo que dicen, para presentarse como los buenos de la película. Pura ficción, falacia que esconde lo que en el fondo son intenciones compartidas en cuanto sucede en Gaza.

Politico.com publicó recientemente—apenas dos días antes del inicio de la tregua temporal para el intercambio de prisioneros y a la semana número siete de la limpieza étnica de palestinos en ejecución ahora en la Franja de Gaza —que Estados Unidos había compartido con Israel información sobre los grupos humanitarios en Gaza, en un intento —dicen— de impedir ataques del ejército de Netanyahu contra esos lugares.

Pero lo cierto es que el régimen sionista de Tel Aviv si en algo no ha discriminado a nada ni a nadie es en sus brutales bombardeos, metódicos y letales, contra todas las instalaciones que ha presentado como «objetivos militares», bajo el alegato de que los mandos del movimiento de la resistencia Hamás están en sus subsuelos. Así han sucumbido hospitales y escuelas, edificios residenciales, campos de refugiados, mezquitas, iglesias cristianas, selectivamente periodistas y sus familias, y hasta mercados y panaderías.

 Ese proceder, mantenido desde el inicio de la operación que ha tenido como «justificación de defensa» el ataque de Hamás al territorio israelí el pasado 7 de octubre, nos hace recordar a Golda Meir, nacida en Kiev, Ucrania, entonces parte del imperio ruso, emigrada y educada en Estados Unidos, mudada a un kibutz en Palestina, firmante de la declaración de independencia de Israel de 1948 que dio inicio a la Nakba, la expulsión de los palestinos de sus casas y sus tierras, quien fue primera ministra del Estado de Israel de 1969 a 1974 y que dirigió la Guerra del Yom Kipur. Estas palabas de la Meir han sido reiteradas ahora por más de uno de los miembros del gabinete de Netanyahu y diputados de la Knesset: «No existe el pueblo palestino. Esto no es como si nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle y apoderarnos de su país. Ellos no existen. Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra… «¿Cuándo hubo un pueblo palestino independiente con un Estado palestino?».

Aunque la Casa Blanca dijo hace unos días, a través John Kirby, vocero de su Consejo de Seguridad Nacional, que «no quiere ver los hospitales como campos de batalla», entre la información de inteligencia satelital
entregada por Estados Unidos a su aliado predilecto están las coordenadas GPS del Hospital al-Shifa, por ejemplo, y Politico agregaba que algunos grupos de ayuda humanitaria recurrieron a Estados Unidos el mes pasado para proteger a sus trabajadores, pero Washington también le dio a Israel ubicación de las oficinas, casas e instalaciones médicas de los grupos de ayuda.

 Resultado hasta ahora, más de 100 trabajadores humanitarios de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos han sido asesinados en Gaza desde el 7 de octubre por los bombardeos de Israel, que no reconoce ninguna «línea roja» que valga.

En esa prevención «humanitaria» del Pentágono, casi desde el inicio de este desproporcionado enfrentamiento, tres grupos navales de combate fueron enviados al Mediterráneo oriental como parte de convoyes bélicos, encabezados cada uno por un portaviones, supuestamente para ayudar a las evacuaciones de los «extranjeros» atrapados por el conflicto, pero en realidad con un propósito disuasivo hacia otros Estados árabes o musulmanes de la región para que no intervengan contra un Israel que, a su vez, no ha tenido límites en la agresión y cuya principal víctima ha sido la población civil, especialmente, mujeres y niños.

A estos informes de inteligencia y  apoyo logístico de contención, se unen  la ayuda militar incondicional de años, mediante la cual Washington suministra al régimen sionista más de 3 800 millones de dólares en cada ejercicio fiscal y ahora —con el beneplácito de la inmensa mayoría de los legisladores estadounidenses, el presidente Joseph Biden le adicionará al menos 14 300 millones de dólares para incrementar «la defensa» del agresor.

Hace unos días, Biden hizo una nueva solicitud al Congreso, vinculada al presupuesto suplementario del pasado octubre. Ahora pidió levantar la mayoría de las restricciones que impiden el acceso de Israel a un arsenal de armas estadounidenses almacenadas en ese país desde la década de los 80, y que corresponden al Arsenal de Reserva de Guerra Aliados-Israel (WRSA-I), para utilizar por Estados Unidos en caso de un conflicto militar en la región.

La información dada por The Intercept asegura que de consentirse el requerimiento de Biden, Israel no tendría la limitante de solo utilizar armas excedentes u obsoletas, como tampoco gastar de manera limitada hasta que Estados Unidos pueda reabastecer su arsenal.

Se supone que el Gobierno de Estados Unidos sólo gastará 200 millones de dólares por año fiscal para reabastecer el WRSA-I, que por cierto es aproximadamente la mitad del límite total para todas las reservas estadounidenses en el mundo. De aceptar la petición de la Casa Blanca, no habrá
límite y las reservas se podrán reponer continuamente.

La destrucción de infraestructura civil de los territorios palestinos refuta los burdos pretextos del Gobierno israelí para prolongar la guerra. Foto: Reuters

Por supuesto, todo esto le da la espalda a una amplia mayoría de los estadounidenses que apoyan un alto al fuego y que según una encuesta de Reuters/Ipsos del pasado 15 de noviembre llega al 68 por ciento de la opinión pública del país norteño. Marc Garlasco, un ex analista del Pentágono que ahora asesora a una ONG holandesa llamada PAX, dijo al diario The New York Times que la enorme cifra de muertes de civiles en Gaza se explica porque Israel lanza bombas de 2 000 libras proporcionadas por Estados Unidos sobre zonas densamente pobladas. Y a su vez, Bloomberg obtuvo una lista filtrada de armas proporcionadas a Israel, que incluye miles de misiles Hellfire, el mismo tipo que Israel ha utilizado ampliamente en Gaza.

Josh Paul, quien durante más de una década se desempeñó como director de Asuntos Públicos y del Congreso de la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado, que supervisa las transferencias de armas a Israel y otras naciones, y que renunció a su cargo en desacuerdo con el involucramiento estadounidense en el conflicto, dijo que «la solicitud de financiación suplementaria de emergencia del presidente, básicamente crearía un oleoducto de flujo libre para proporcionar cualquier artículo de defensa a Israel con el simple hecho de colocarlo en el arsenal de WRSA-I, u otros arsenales destinados a Israel».

Efectivamente, Washington ha eliminado cualquier «línea roja» para Israel, y a esa falsía, simulación o doblez —llame como quiera a la hipocresía une un interés económico, que además se suma a la protección de sus pretensiones geopolíticas en la rica región. En un tuit en la cuenta en X del diario israelí Haaretz, se dijo: «El asesor de Seguridad Energética del presidente estadounidense Joe Biden está de visita en Israel para discutir posibles planes de revitalización económica para Gaza centrados en campos de gas natural marinos no desarrollados».

Una vez más se trata de cambiar sangre inocente, la independencia de un pueblo y su derecho a existir como nación por el sucio, pero imprescindible carburante que en la cuenca del Mediterráneo oriental forma parte de la soberanía de varios Estados de la región.

Pero en el caso de Palestina, concretamente de los yacimientos frente a las costas de Gaza, no están bajo explotación por el bloqueo impuesto por Israel desde que Hamás ganara las elecciones y pasara a gobernar el enclave en 2007.

Como siempre, el espurio negocio de la guerra tiene más de una arista. Paralelo a un posible gasoducto Washington e Israel garantizarían un «armaducto».

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