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¿Otra mecha encendida en el caldeado Medio Oriente?

Decenas de sitios en Yemen bombardeados por EE. UU. y Reino Unidos. Los hutíes advierten que responderán en grande

Autor:

Juana Carrasco Martín

Siempre la nocturnidad, propicio momento para las fechorías, y la confabulación de poderosos. En la noche del jueves, aviones de combate y misiles Tomahawk disparados desde buques de guerra y submarinos de Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron ataques contra más de una docena de sitios en áreas de Yemen bajo control de los hutíes, precisamente donde vive la mayoría de los yemenitas, y no han parado mientes en que favorece la regionalización de la guerra de su aliado Israel o quizás sí están consciente de ese riesgo y lo toman.

Supuestamente los objetivos eran sitios de misiles y drones de los hutíes, y varias fueron las ciudades blanco de los proyectiles, entre ellas Saná, la capital, y el puerto de Hodeidah.

El propio presidente Joseph Biden dio a conocer los ataques que dijo se «llevaron a cabo con éxito» «contra una serie de objetivos en Yemen utilizados por los rebeldes hutíes para poner en peligro la libertad de navegación». También afirmó que recibieron el apoyo de Australia, Canadá, Países Bajos y Bahréin.

El ataque desproporcionado del que no se conoce si produjo víctimas entre los yemenitas, da seguimiento a una resolución aprobada el miércoles de esta semana por ese veleidoso y manipulable Consejo de Seguridad de la ONU, incapaz de rechazar la bestial arremetida de Israel contra Gaza, pero que ahora exige a los hutíes que pongan fin a los ataques a barcos en el Mar Rojo. Once miembros del Consejo le dieron el sí y los cuatro restantes se abstuvieron: Argelia, Mozambique China y Rusia; los dos últimos no utilizaron en esta ocasión su poder de veto.

Como se conoce, desde pequeñas embarcaciones, los hutíes han estado abordando o atacando a barcos mercantes y petroleros en el Mar Rojo suministradores de Israel, en rechazo a la guerra criminal desatada por el primer ministro Benjamín Netanyahu y su gabinete de extremistas contra Gaza, la que Tel Aviv ejecuta como parte de un programado plan de limpieza étnica y genocidio del pueblo palestino.

El Mar Rojo y el Canal de Suez representan el 30 por ciento del tráfico mundial de portacontenedores y, desde el inicio de los ataques hutíes, varias compañías navieras han dicho que, en su lugar, desviarán los barcos a través de África, un viaje que ralentiza el comercio e incrementa los costos, otro importante argumento para la decisión perentoria de Washington y Londres.

«Cualquier ataque estadounidense no quedará sin respuesta. La respuesta será mayor que el ataque que se llevó a cabo con 20 drones y varios misiles», prometió Abdel-Malik al-Houthi, el líder de Ansar Allah, como oficialmente se nombran los hutíes. No darán un paso atrás, solo cesará su protesta armada cuando termine la matanza en Gaza, afirmó.

Yemen conoce en carne propia la agresión, el asedio, el bloqueo, los brutales bombardeos, el hambre y las enfermedades en una guerra que comenzó en 2015, totalmente respaldada por Estados Unidos y Arabia Saudita, y que causó 377 000 muertes, según cálculos de las Naciones Unidas. Y desde abril de 2022 vivían una tregua que puede resultar frágil. Ahora, Riad se ha apartado de Washington…

Las respuestas también han llegado desde otras capitales del Oriente Medio. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán dijo en la red social X que la resolución contra los hutíes del Consejo de Seguridad es una tapadera para los «objetivos políticos» de EE. UU. de continuar su apoyo político, militar y diplomático a Israel, y advirtió al gobierno de Biden de cualquier otra acción «provocadora».

Una vez más, Biden ha ninguneado a su Congreso y se lanza a una guerra, supuestamente ajena. Le lloverán las críticas, pero no dejará de escucharse el retumbar de los cañones de los intereses imperiales. Tras la máscara de una supuesta debilidad octogenaria, el demócrata que aspira a reelegirse oprime botones que ponen en riesgo a otras regiones y a otros guerreros, sin prever que en algún momento las llamas pudieran lamer sus propias puertas y que una frase popular y sabia lo define así: quien juega con fuego, se quema.

Entretanto, su aliado israelí es juzgado en el Tribunal Internacional de la ONU, pero prosigue la guerra genocida en Gaza, donde lanza un estimado de 6 000 bombas semanales, dando sistemático cumplimiento al objetivo definido en octubre por el ministro de Defensa, Yoav Gallant: «Eliminaremos todo… Gaza no volverá a ser lo que era antes».

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