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Desafíos pro Palestina en graduaciones de EE. UU.

El rechazo al genocidio que perpetra Israel contra Gaza no solo ha levantado a los campus universitarios estadounidenses; se ha extendido a Europa, América Latina y Asia

Autor:

Juana Carrasco Martín

El fin de semana fue especial en ceremonias de graduación de universidades estadounidenses, donde algunos de los titulados ondearon la bandera palestina roja, verde, blanca y negra.

Eso fue un desafío tras semanas de manifestaciones, que tuvieron expresión máxima en campamentos de solidaridad instalados en los predios de al menos 57 centros de altos estudios, públicos y privados, aunque algunos dicen que son más de cien.

Contra ellas, la represión de los cuerpos policiacos y de las autoridades docentes, alineadas por negocios con el sionismo, incluso en el segmento militar.

Unos 2 900 estudiantes y profesores han sido detenidos desde que comenzaron las manifestaciones; sin embargo, dicen algunos medios que las protestas pro Palestina disminuyen.

La Universidad de Columbia, en Nueva York, donde se iniciaron esos campamentos, y la UCLA (la Universidad del Sur de California en Los Ángeles) cancelaron sus principales ceremonias de fin de estudios, en otras se cambió o redujo el escenario, previendo enfrentamientos, cuando en realidad anulaban la libertad de expresión.

Sin embargo, fueron los campamentos pro Palestina en esos campus los que sufrieron la violencia de la policía y de hordas sionistas. La Universidad del Sur de California prohibió a su mejor estudiante, Ansa Tabassum, pronunciar el discurso tradicional porque apoyó públicamente a los palestinos. Censura que tuvo una respuesta en la ceremonia: una ovación a la joven «silenciada»… por la universidad que sucumbió al miedo y al odio.

Sin dudas han sido atípicas las graduaciones en medio de detectores de metales, puntos de control de seguridad, obligatoriedad de bolsas transparentes para dejar ver sus contenidos y policías en los campus. Parece que esa fue la generalidad.

Mas nada de ello pudo impedir los cantos de Palestina libre del río al mar, y tampoco que apareciera ese clamor de Free Palestine en algunos birretes o incluso la bandera palestina como toga. Aplausos y abucheos confirmaban una polarización de los sentimientos ante el genocidio contra el pueblo palestino, división que sacude por muchos motivos a la sociedad de EE. UU.

Por ejemplo, no todas las autoridades académicas enfocaron de igual manera el festejo que indiscutiblemente constituye finalizar los estudios universitarios.

Ante la falsa dicotomía «pro Palestina o antisemitismo», el estudiantado estadounidense ha increpado la complicidad de Washington en el genocidio perpetrado por Tel Aviv. Foto: AFP.

La rectora de la Universidad de California en Berkeley, en su discurso en la ceremonia de graduación, abordó la «brutalidad de la violencia en Gaza», mientras docenas de estudiantes con kufiyas ondeaban banderas palestinas y exigían que la universidad «desinvirtiera» en Israel.

Aspiran a que el inminente inicio de las vacaciones «tranquilice» las aulas, pero no es el propósito de las acciones estudiantiles en rechazo a la política cómplice de Estados Unidos. Estas manifestaciones están presentes desde el pasado octubre en calles de numerosas ciudades estadounidenses e incluso en salones y pasillos del Capitolio de Washington.

Por demás, muchas están lideradas por grupos y organizaciones judías, bien distantes en su percepción de la AIPAC (el movimiento nacional de estadounidenses proisraelíes) y otras semejantes, cuyo poder e influencia se dejan sentir desde hace mucho en la política estadounidense para que las administraciones, sea cuales sean, apoyen irrestrictamente a Tel Aviv y acepten la falaz interpretación de que antisionismo es igual a antisemitismo, que hasta hacen prevalecer en medios poderosos.

Voces judías por la paz acaban de declarar que como académicos, investigadores y profesionales de la educación superior, se niegan a aceptar que se utilicen los temores sobre la seguridad y el bienestar de los judíos en los campus, para reprimir al que han llamado «uno de los movimientos sociales y estudiantiles más grandes y significativos del último medio siglo», porque consideran que ha unido a judíos, palestinos, islámicos y otros en la denuncia del crimen que se comete contra Gaza. Enfatizan: «¡No en nuestro nombre!».

Lo cierto es que el movimiento en las universidades estadounidenses se ha extendido a no pocos países de Europa, también a la América Latina y hasta Asia. Cuando las autoridades oficiales, los gobiernos, los entes de poder no realizan lo suficiente para detener el holocausto palestino, son los ciudadanos comunes los que llevan sobre sus hombros la responsabilidad de denunciarlo.

En una ocasión lo dijo Fidel ante un mundo cada vez más peligroso: «La lucha por la paz, es decir, la lucha contra la guerra, la lucha por el desarme, significa no una actitud pasiva, sino una actitud activa en favor de la independencia y de la liberación de los pueblos».

La inercia de la política exterior estadounidense frente a la masacre del pueblo palestino podría tener consecuencias irrefutables en las venideras elecciones presidenciales. Foto: Afrique XXI.

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