Terrorismo Autor: Osval Publicado: 15/05/2024 | 11:24 pm
Una cosa es el calificativo en el reporte y otra es la lista. Un galimatías que deja el castigo, aunque reconozca que no hay culpa alguna para merecerlo.
Estados Unidos, su Departamento de Estado y la administración Biden, todavía tienen que hacer más para enmendar la arbitrariedad política de mantener a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Esto se desprende de la información dada por un funcionario no identificado del Departamento de Estado quien dijo que «las circunstancias para la certificación de Cuba como país que «no coopera plenamente» con los esfuerzos antiterroristas (Not Fully Cooperating Country, NFCC, en inglés) han cambiado de 2022 a 2023», y «ya no era apropiada», porque Estados Unidos y Cuba reanudaron la cooperación policial en 2023, incluso en materia de lucha contra el terrorismo.
Hay un reconocimiento implícito de lo que es más que conocido por el mundo entero, Cuba no es un país terrorista y colabora plenamente con los esfuerzos contra el terrorismo. Es más, Cuba es un país víctima de este flagelo. Pero no basta con admitirlo en el documento enviado a miembros del Congreso, que ha recibido amplia divulgación, aunque engañosa en su verdadera significación: «el 15 de mayo, el Secretario de Estado de EE. UU. determinó y certificó bajo la Sección 40A de la Ley de Control de Exportaciones de Armas que cuatro países —Corea del Norte Irán, Siria y Venezuela— no cooperaban plenamente con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos en el año calendario 2023».
Se explica, Cuba no está en ese nuevo informe, pero la Lista de países patrocinadores del terrorismo es una designación, que según el Departamento de Estado está sometida a «la ley y los criterios establecidos por el Congreso», y deja esa incógnita en el camino. Aunque es decisión presidencial, como lo demostró Donald Trump incluyéndonos apenas a unos días de culminar su mandato en enero de 2021, como remate de un recrudecimiento de las leyes del bloqueo que nos impuso, y a las que agregó esta severa restricción al acceso a los mercados financieros internacionales, entre otras morbosas consecuencias.
Ante la actual notificación del Departamento de Estado y previo a hacerse pública la Declaración del Minrex de este miércoles, el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, escribió en sendos mensajes en su cuenta en X:
—«EE. UU. acaba de admitir lo que es conocido por todos: que Cuba colabora plenamente con los esfuerzos contra el terrorismo.
«Debería cesar toda manipulación política del tema y poner fin a nuestra arbitraria e injusta inclusión en la lista de países patrocinadores del terrorismo».
—«Gobierno de EE. UU. debe sacar a Cuba de lista arbitraria con que designa a países que supuestamente patrocinan el terrorismo y dejar de aplicar las medidas económicas coercitivas que acompañan esa injusta designación.
«Respondería así verdaderamente a un reclamo casi universal».
Esta reclamación justa fue ratificada por el vicetitular del Minrex, Carlos Fernández de Cossío, también en X:
—«Lo que EE. UU. debe acabar de hacer es sacar a Cuba de la lista arbitraria sobre Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, donde nunca debió estar. Sería lo correcto, lo justo y lo honesto.
«El Gobierno de EE. UU. sabe que el único vínculo de Cuba con el terrorismo es como víctima», agregó @CarlosFdeCossio.
Un poco de historia sobre el tema. Cuba fue incluida por primera vez en la lista de patrocinadores del terrorismo del Departamento de Estado durante la administración del presidente Ronald Reagan en 1982; sin embargo, en 2014, Barack Obama, cuando reconoció el fracaso del bloqueo económico contra Cuba y afirmó el 17 de diciembre que «a partir de este momento vamos a empezar a normalizar las relaciones», retiró a Cuba del espurio registro, afirmando que esa designación no tenía mérito.
Trump le dejó a Joseph Biden la infame herencia y este aún la mantiene, aduciendo en 2022 que Cuba no había colaborado con Colombia, que entonces había solicitado la extradición de miembros de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional que se encontraban en La Habana como delegación negociadora de acuerdos de paz con el Gobierno colombiano y Cuba, como país garante del proceso, tenía la obligación de proteger. La lista se mantuvo a pesar de que el presidente Gustavo Petro, en agosto de 2022 suspendió las órdenes de detención y extradición contra los comandantes del ELN.
En enero de este 2024, el diario The Hill hizo pública en diciembre una carta de los congresistas demócratas de Massachusetts Jim McGovern y Ayanna Pressley, en la que pidieron al presidente estadounidense Biden, eliminar a Cuba de la arbitraria y unilateral lista de Estados patrocinadores del terrorismo (SSOT) y dijeron: «Fue una acción vengativa tomada por la Administración Trump en enero de 2021 cuando dejó el cargo, y la política ya debería haber cambiado».
La carta, que también estaba firmada por los senadores Elizabeth Warren y Ed Markey y por los representantes Seth Moulton, Lori Trahan y Stephen Lynch, recordaba: «De hecho, Cuba y Estados Unidos tienen un acuerdo de cooperación bilateral en contraterrorismo en funcionamiento», y al mismo tiempo insistían en las promesas de campaña incumplidas por Biden sobre la revisión de algunas de las medidas coercitivas impuestas por Trump.
«Como candidato a presidente, usted prometió abordar un nuevo compromiso con Cuba y regresar a la política iniciada durante la administración Obama-Biden, y lo apoyamos en este compromiso».
Dos elementos pongo a consideración de los lectores.
Primero: recién una corte estadounidense ha declarado «inocente» al terrorista Alexander Alazo, quien disparó 32 veces contra la Embajada de Cuba en Washington, la capital.
Segundo: el medio de comunicación independiente con sede en Estados Unidos, Belly of the Beast, que cuenta historias no contadas sobre Cuba, en un documental extenso y muy bien documentado de la reportera Liz Oliva, titulado Línea dura en el Hudson (Hardliner in the Hudson), expone los vínculos del senador demócrata de Nueva Jersey, Bob Menéndez, con connotados y confesos terroristas anticubanos.
En esta semana ha comenzado el juicio por soborno del senador Menéndez, y en las audiencias se hablará de medio millón de dólares en efectivo, un nuevo y lujoso auto Mercedes, de cuatro lingotes de oro, de corrupción… pero no de sus matones.
Quien ha sido hasta ahora el presidente del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado, queda expuesto en el material cinematográfico por lo que se vanagloria y considera mérito: garantizar que funcione el bloqueo contra Cuba, y durante los últimos tres años impedir que la administración Biden regrese al camino civilizado que se abrió en los días finales de 2014 y Trump cerró estrepitosamente en enero de 2021.
Sobre la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo hay un nuevo compás de espera en la política exterior estadounidense hacia Cuba. ¿El silencio será corto o tan largo como las más de seis décadas de criminal bloqueo?