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El PSUV busca fortalecerse en la simiente

Elecciones legislativas y de gobernadores tienen lugar este domingo en Venezuela

Autor:

Marina Menéndez Quintero

POR 32da. ocasión, las sirenas habrán despertado temprano este domingo a la ciudadanía venezolana, recordando a los electores con su alegre fanfarria que es día de emitir el voto.

Las mesas para ejercer el sufragio suman más de 27 000 dispuestas en 15 736 centros de votación repartidos hasta en el más recóndito rincón, y abrirían a las seis.

Pese a que el país no está ante una elección presidencial, la jornada debe ser de gran movilización porque se trata de escoger a los miembros de la Asamblea Nacional, donde radica el poder legislativo, y a los gobernadores de cada uno de los 24 estados acompañados de sus respectivos consejos legislativos e incluyendo, por primera vez, a la llamada Guayana Esequiba: un territorio en diferendo añejo pendiente de solución entre ambas naciones, de modo que la escogencia allí de un gobernador venezolano supondría una revalidación de la reclamada autoridad de Caracas sobre ese espacio.

Eso significa que se están celebrando dos elecciones al unísono,en las que participan un total de más de 6 000 ciudadanos como candidatos que optan, en toda la nación, por un total de 569 cargos, incluyendo los 285 curules del Parlamento.

Se sabe que, históricamente en Venezuela y en otras naciones, los comicios legislativos y regionales no concitan tanta atención del electorado como los presidenciales.

En esta ocasión, sin embargo, la asistencia a las urnas es más relevante que habitualmente. Votar es un deber ciudadano que oxigena la democracia participativa; y el modelo venezolano, especialmente, se ha caracterizado por su confirmación continua en las urnas como forma de derrotar el desaliento y el fracaso que buscan la agresión económica estadounidense, las manipulaciones mediáticas y la violencia de los sectores extremistas de la derecha.

Pero, a diez meses de la reelección de Nicolás Maduro en la presidencia y del intento de aquellos grupos entreguistas de desconocer esa victoria mediante una no demostrada acusación de fraude, acudir a estos comicios tiene la relevancia de respaldar la institucionalidad venezolana, que aspira a consolidar aquel triunfo del proyecto bolivariano y chavista.

Para ello el partido en el poder —el PSUV— ha seguido afianzando la alianza con las agrupaciones políticas afines reunidas en el Gran Polo Patriótico, independientemente de un amplio abanico conformado por 14 organizaciones locales e indígenas que han incorporado a sus candidatos entre un total de 54 banderas políticas, incluyendo a los partidos de derecha que no se alinearon, primero, a las posiciones desestabilizadoras de la Plataforma de Unidad Democrática cuyo liderazgo se agenció María Corina Machado, ni a sus llamados, ahora, a la abstención.

Entre esos partidos de derecha se cuentan algunos muy conocidos que se han deslindado de la hoy dividida Plataforma como Un Nuevo Tiempo (UNT), liderada por el ya viejo zorro de la política venezolana Manuel Rosales, actual gobernador del estado de Zulia y excandidato presidencial derrotado frente al ya legendario Hugo Chávez en las presidenciales de 2006.

También aparecen «figuras» como el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles Radonski, fundador de Primero Justicia, de donde fue expulsado por alegada «falta de unidad» decretada por sus correligionarios, precisamente, en torno a estas elecciones, y quien aspira a un asiento en el legislativo en representación de UNT y de Unión y Cambio.

Si hiciera falta credibilidad para el carácter democrático de este proceso, la presencia de ambos, entre otros candidatos, la confiere.

Pero tan importante como ello es su carácter amplio y participativo, ese que busca la Revolución, sabedora de que su poder radica en la base, allí donde se gestan las iniciativas populares, y que constituye el espacio fundamental para acompañar y materializar las medidas que emerjan desde el ejecutivo.

Precisamente, este torneo electoral nació de la consulta con esas masas. Los candidatos del Polo Patriótico y las organizaciones afines emergieron desde marzo de asambleas populares de postulación que se celebraron en más de 47 000 comunidades y donde fueron propuestos casi 60 000 aspirantes, quienes conformaron «la preselección» de los candidatos que hoy están en las papeletas.

No es esa la única característica que otorga autenticidad a la participación popular en Venezuela.

Abriendo este año, se celebraron por vez primera las votaciones comunales, mediante las cuales los ciudadanos de cada comunidad se pronunciaron por los proyectos sociales y económicos que consideraban prioritarios para su comunidad.

El criterio de las bases no está presente solo en la escogencia de sus líderes sino, además, en la materialización de su gestión.

Un país bajo asedio

Pero estas señales tampoco pueden ofrecer una imagen idílica. La economía ha logrado sortear las más de 900 medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos que pesan sobre ella, y creció en 2024 en el entorno de un ocho por ciento.

También la diplomacia bolivariana ha vencido los intentos de cerco y de ilegitimar al Gobierno, salvados por las amplias relaciones comerciales y de cooperación de Caracas con el Sur global, y con los países que encabezan hoy «poderes emergentes» como los de Rusia y China.

Incluso, en los días recientes y pese a la mantenida actitud agresiva y hostil de Estados Unidos, se han sostenido encuentros de representantes de Caracas con enviados de la administración de Donald Trump, en virtud de los cuales Venezuela liberó esta semana a un exmilitar estadounidense detenido en la frontera, cuando intentaba ejecutar actos de sabotaje en el país, según se estableció.

Hace unos meses, otros mercenarios estadounidenses también fueron devueltos a su país. Ello demuestra la veracidad de las denuncias bolivarianas acerca de los reiterados planes de agresión que, en otro momento, han llegado hasta al intento de magnicidio, y evidencian la disposición de Miraflores al diálogo y la paz, siempre con respeto a la soberanía.

Ese es el rumbo que marcan las elecciones de este domingo. Su celebración corrobora la legitimidad del proceso político, social y económico venezolano. El PSUV aspira, además, a que complementen su victoria presidencial de julio.

 

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