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Diez años después

Autor:

Juventud Rebelde
El próximo viernes 12 se cumplirán diez años de injusto e ilegal encierro en cárceles norteamericanas de los Cinco héroes cubanos: Gerardo, Ramón, René, Fernando y Tony, desde aquella madrugada del 12 de septiembre de 1998 en que fueron detenidos en sus casas. Los registros practicados allí no arrojaron un solo documento secreto; ni se ocuparon armas, ni nada que resultara comprometedor para la seguridad y la defensa de Estados Unidos. Sin embargo, fueron inmediatamente tildados de «espías». Fueron informados los políticos anticubanos, incluso antes de asignarle defensa de oficio, y la prensa miamense inició una feroz campaña contra ellos, alentando más aún el odio y el prejuicio, en aquella comunidad anquilosada en el sueño imposible de volver a la Cuba del 58. Así empezó, diez años atrás, aquella odisea para los Cinco héroes, cuyo único delito era ser cubanos revolucionarios y trabajar en suelo norteamericano por impedir actos terroristas contra su Patria, por salvar vidas humanas incluyendo la de los propios ciudadanos de EE.UU.

Diez años preñados de arbitrariedades, injusticias e ilegalidades. La última de ellas se acaba de dar a conocer: el Onceno Circuito de Apelaciones en Atlanta rechazó los recursos de apelación presentados por los abogados de los Cinco, que solicitaban una nueva audiencia en banc, o sea, ante el pleno de los 12 jueces del Circuito.

En estos diez años han sido constantes el atropello, la vejación y la burla a la justicia, precisamente por aquellos que se dice, tienen la sagrada misión de garantizar el «esquema americano de justicia», basado, según la doctrina jurídica norteamericana, en las garantías fundamentales que establecieran la quinta, sexta, octava y decimocuarta enmiendas a la Constitución de Estados Unidos.

Primero fueron recluidos en celdas de castigo llamadas «solitarias» y pocos días después llevados al «hueco». No habían cometido ninguna indisciplina en el establecimiento penitenciario donde, como acusados y bajo la presunción de inocencia, debían esperar el juicio. Sin embargo fueron castigados inmediatamente en forma cruel e inhumana, a contrapelo de la cacareada enmienda constitucional.

Después fue la farsa judicial en Miami, el único lugar del mundo donde resulta imposible celebrar un juicio justo a un cubano revolucionario, o simplemente a un simpatizante de la Revolución Cubana. La historia es conocida: mala conducta de la Fiscalía, jurados atemorizados y prejuiciados, e intensa campaña de prensa, que causarían la «tormenta perfecta» (como lo calificarían después los propios tres jueces de la primera apelación en Atlanta) que permitió a una Jueza venal y débil, luego de los vaivenes del proceso, imponer las más severas sentencias tras un veredicto ilegal de culpabilidad emitido precipitadamente por un jurado que recibió dudosas e incompletas instrucciones.

No en balde el Grupo de trabajo sobre detenciones arbitrarias de la ONU, calificó la detención y encarcelamiento de los Cinco como arbitraria e ilegal y exigió que se ponga fin al injusto e ilegal encierro y se restituya la legalidad. A lo cual el Gobierno de Estados Unidos no ha hecho caso alguno.

Llegó entonces la primera sentencia de los tres jueces (James Oakes, Stanley Birch y Phyllis Kravicht ) designados por el Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta, para integrar el tribunal que debió conocer y resolver la apelación presentada por los Cinco, dictada el 9 de agosto de 2005, que revocó el veredicto de culpabilidad y anuló las sentencias, al considerar que los acusados no habían tenido un juicio justo con jurado imparcial.

Vino la presión política, el cabildeo, la Fiscalía que actúa a nombre del Gobierno de Estados Unidos, haciendo uso, una vez más, de presiones y mentiras, pidió la apelación ante el pleno de los 12 jueces del Circuito (en banc), y un año después, precisamente el 9 de agosto de 2006, se produjo la segunda sentencia de Atlanta que anuló y dejó sin efecto la anterior, a pesar de lo documentado del fallo en más de 90 páginas, y se dispuso que el caso volviera de nuevo a los jueces que conocieron de la inicial apelación para que se pronuncien sobre las demás causales o motivos de inconformidad que habían sido planteados y sobre los cuales no se había pronunciado el tribunal de segunda instancia. (Para entonces ya el Juez Oakes se había jubilado, solo Birch y Kravicht se mantuvieron firmes con votos particulares más documentados aún que la propia sentencia).

La defensa volvió a la carga con el resto de los 24 motivos o causales de apelación, de nuevo la espera de casi dos años, y el 4 de junio, el mismo día del cumpleaños de Gerardo, llegó la segunda sentencia del panel de tres jueces que resolvía la apelación. ¡Qué decepción! De nuevo votos particulares de Birch y Kravicht, pero insuficientes para hacer justicia. Se ratifica el veredicto de culpabilidad, se ratifica en parte la sentencia recurrida, al mantenerse las condenas de Gerardo y René, se anula en parte la sentencia al revocarse las sanciones impuestas a Ramón, Tony y Fernando, y se devuelve en parte al Juez de «primera instancia» o sea, a la jueza Joan Lenard del Distrito Federal de Miami Dade, para que dicte nuevas sentencias en el caso de aquellas que fueron anuladas, es decir, se vuelva a dictar sentencia para Ramón, Tony y Fernando.

Quedaron entonces dos alternativas, de nuevo al en banc y apelar la sentencia ante el pleno de los 12 jueces del Circuito, o reclamar a la Corte Suprema que emita un mandato de certiorari para la revisión del caso por la más alta instancia judicial. Los Abogados optaron por el primero, y ahora nos llega la nota de rechazo del Circuito de Apelaciones, por lo que a diez años del injusto e ilegal encierro el caso vuelve a la Corte Federal de Miami para que la Jueza Lenard vuelva a emitir sentencia sobre Ramón, Tony y Fernando. Para Gerardo y René, según lo resuelto hasta ahora no hay cambios.

Este es el panorama legal en apretada síntesis. Los abogados estudian la situación y las alternativas. Es posible que sea la hora ya de llevar el caso a la Corte Suprema.

En el plano humano los Cinco continúan presos en cárceles de mayor rigor, y separadas en Estados diferentes (para obstaculizar aún más las visitas y la atención), son objetos de constantes castigos colectivos cada vez que hay cualquier indisciplina en el penal, y se mantiene el atropello de impedir a Gerardo y René la visita de sus esposas Adriana y Olguita.

Diez años después la justicia está por hacerse en el caso de los Cinco. Y es que la justicia anda mal en Estados Unidos, los Héroes están en la cárcel y los terroristas se pasean por las calles de Miami. Como sentenciara el Apóstol: «En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí». Estados Unidos atraviesa varias crisis, entre ellas la de valores éticos y morales. Si los jueces dignos que debe haber aún y los hombres de ley no corren a exigir justicia en su propio país, todo su sistema legal no tendrá salvación.

Mientras, los 346 comités de solidaridad con Cuba y los Cinco, constituidos en 109 países, alzarán sus voces en la campaña por los Cinco. A ello se suman hombres y mujeres dignos de todas partes, pues como dijera un norteamericano digno «la injusticia en cualquier parte es una amenaza para la justicia en todas partes».

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