Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que se sabe…

Autor:

Roberto Díaz Martorell

Para vivir y trabajar de manera efectiva se impone poseer siempre la información adecuada. De lo contrario, se corre el riesgo de ceder espacio y «respetabilidad» a la opinión desinformada, el rumor y las malas interpretaciones.

La comunicación eficiente es hoy uno de los temas primordiales en la agenda del país y de los gobiernos provinciales y municipales para encauzar sus procesos económicos, políticos y sociales con eficacia, y lograr así el impacto deseado en la población.

Resulta muy alentador que entre los objetivos de trabajo emanados de la Primera Conferencia del Partido Comunista de Cuba, celebrada en enero del 2012, figure uno orientado a exigir y comprobar que en las instituciones estatales y en el propio Partido se preste oportuna y debida atención a las quejas, denuncias y otros asuntos planteados por la población, así como que las respuestas se brinden con el rigor y la celeridad requeridos.

Sin embargo, todavía persisten incoherencias subjetivas que lastran esta actividad y, por ende, dañan la imagen pública del sistema de gobierno, al menoscabarse su capacidad para dar respuestas a situaciones o problemas en las comunidades. A mi modo de ver, estas representan insuficiencias en el cumplimiento del deber institucional.

Enfatizo sobre todo este último aspecto de la misión social, porque ¿cómo explicar que aún persistan deficiencias en la tramitación de los planteamientos del pueblo, así como que no pocas veces falten la agilidad y la orientación necesarias para atender a la ciudadanía y no generar nuevas insatisfacciones?

La atención a la población es, además de un derecho referido en la Constitución de la República de Cuba, razón de ser de nuestro sistema social. Perfeccionar esa atención requiere un alto sentido de la profesionalidad, sensibilidad y compromiso porque cuando existe una queja, generada por una incorrecta o incompleta información, se abre una puerta al descrédito.

En tal sentido, resultan bienvenidos los conocimientos que actualmente se brindan en las ediciones del Diplomado de Administración Pública. Novedosa manera de llevar a otro plano la superación de cuadros y directivos, estos cursos ponen al corriente de elementos necesarios para mejorar esta labor y despojarla de dañinas improvisaciones, mas conviene socializar este saber entre otros compañeros a quienes competa dar respuestas y/o soluciones a las inquietudes ciudadanas.

Según bibliografía especializada consultada por este redactor, la información tiene tres valores básicos: el normativo, el realístico y el subjetivo.

El primero se refiere a la ocurrencia de eventos relevantes para nuestras decisiones, el segundo reconoce que la información apoya las decisiones, ya que las acciones tomadas afectan el desempeño, y el tercero refleja la impresión creada en la gente por cada información.

Entre los beneficios de una buena comunicación, varios especialistas señalan la mejora constante de los procesos y la toma de decisiones, así como la ampliación de los horizontes de la planificación y la facilitación de la comprensión de los fenómenos.

De ahí que la comunicación, como forma básica de interacción humana, permite el diálogo y la transmisión de información entre dos personas o más, entre la institución y sus clientes, entre los directivos y la población en aras de facilitar la comprensión y llegar a considerar que la solución a mi/tu/nuestro problema es o no es posible hoy, pero inexorablemente tendrá respuesta. ¿Será eso tan difícil?

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