Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No es solo cuestión de estilo

Autor:

Yoerky Sánchez Cuéllar

Recuerdo las reuniones previas al 7mo. Congreso del Partido, en las que analizábamos las propuestas de documentos que aprobarían los delegados al cónclave en abril de 2016. Además del Proyecto de conceptualización del modelo económico cubano de desarrollo socialista y el Plan nacional de desarrollo hasta el 2030, se incluían la marcha de la economía del 2011 al 2015, el resultado de la implementación de los Lineamientos y su actualización para la etapa 2016-2021, junto con la valoración del cumplimiento de los Objetivos de la Primera Conferencia del Partido.

Representantes de las organizaciones de masas, de la Unión de Jóvenes Comunistas, diputados a la Asamblea Nacional, intelectuales y diversos sectores de la sociedad civil repasaron cada frase, cada párrafo e hicieron aportes que enriquecieron los textos. En los análisis también participaron funcionarios, investigadores de las ciencias económicas y sociales y profesores, además de prestigiosos especialistas de la Comisión de Implementación y los mil delegados al Congreso. En varias sesiones de trabajo, el Pleno del Comité Central del Partido emitió, igualmente, sus consideraciones.

Fui testigo de la transparencia con la que los participantes en estos debates argumentaban sus ideas, exponían elementos a favor o en contra, o adicionaban aspectos fundamentales. Y aunque las cuestiones de forma también se vieron en la agenda, lo que prevaleció fue lo conceptual, aquello que fuese lo más útil para el futuro de un país abocado a actualizar su modelo económico.

No resultó posible entonces una consulta masiva de los textos con todos los militantes antes de la cita partidista. Por eso, como una prueba del sentido democrático de nuestro sistema político, con el objetivo de continuar enriqueciéndolos y teniendo en cuenta su impacto en la vida nacional, el Congreso, después de una excelente discusión por comisiones, acogió favorablemente los proyectos de la Conceptualización y las bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, y aprobó iniciar un debate amplio y democrático sobre estos documentos programáticos.

Continuaba así un proceso en el que muchos nos vimos nuevamente involucrados. Y de cada encuentro surgían nuevas ideas, resultado del nivel de preparación de nuestro pueblo y de la inteligencia colectiva puesta en función de la sociedad a que aspiramos, y que entre todos debemos construir.

Si algo caracterizó ese nuevo debate fue la diversidad temática, la responsabilidad social y el respeto por la opinión del otro. Cada ciudadano consultado fue libre de exponer su criterio en su centro de trabajo o estudio, o en su propio barrio. Desde los medios de comunicación también se reflejó la discusión franca sobre el tipo de socialismo que queremos construir.

Por aquellos días, en estas mismas páginas de Juventud Rebelde, en un artículo titulado Lo que aclara no redunda, escribía: «Algunos refieren que resulta redundante colocarle adjetivos al socialismo. Y sostienen su criterio en que, por ejemplo, la prosperidad está en la base de los propios fundamentos del sistema esbozados por los clásicos. A tenor de ello, sería imposible concebir un modelo social como el que deseamos cuyo objetivo final sea distinto al de una sociedad próspera, afirman.

«Esas opiniones poseen una argumentación lógica, y esencialmente no resultan contradictorias, porque en el fondo pervive el mismo espíritu y propósito. Sin embargo, me parece atinado que se explicite el tipo de socialismo que los cubanos queremos. Y que se compartan los términos entre todos. Hay una razón: lo que aclara, no redunda. Al contrario, permite marcar el rumbo, el objetivo. Da impulsos a la idea, la coloca en el centro mismo de las aspiraciones».

El proceso de consulta tampoco terminó ese año. Analizadas todas las propuestas se elaboraron diferentes versiones que, una vez más, los diputados y los miembros del Comité Central del Partido tuvieron en sus manos para añadir o excluir algún elemento que consideraran.

Es así que llega hoy al Parlamento un texto sobre la conceptualización de nuestro modelo con el aval de más de 1 600 000 cubanos que tuvieron la posibilidad de brindar su contribución. La noticia de que gran parte del cuerpo inicial fue transformado indica el valor de la sabiduría colectiva. No fue mera cuestión formal. La no aceptación de algunas propuestas tuvo también su fundamentación, explicada ayer a los diputados en el Palacio de Convenciones.

Foto: Roberto Suárez.

Respecto a la actualización de los Lineamientos y a las bases del Plan de desarrollo hasta el 2030, con sus ejes y sectores estratégicos para la transformación productiva, se desarrolló el mismo proceso, lo que permitió construir documentos más acabados y abarcadores, aunque siempre perfectibles.

Foto: Roberto Suárez.

En cada una de sus líneas, bajo la conducción del Partido Comunista, está la definición del camino, el espíritu de trabajo contenido en el concepto de Revolución. Y la brújula sigue siendo el pensamiento de Fidel, quien al intervenir en el Congreso, el mismo día que se cumplieron 55 años de la derrota del imperialismo en Girón, señaló: «Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida, como Martí, Maceo y Gómez, en marcha indetenible».

Foto: Roberto Suárez.

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