Por aquellos días de agosto de 1978, el sol parecía más intenso sobre Nueva Gerona, no solo por el calor del verano, sino que se sentía también la temperatura de la historia.
La Isla de Pinos, como se le conocía hasta entonces, se preparaba para un acto que marcaría su identidad para siempre. Fue aquel 2 de agosto de 1978, cuando en medio de una jornada cargada de simbolismo, se proclamó este territorio, oficialmente, como Isla de la Juventud.
La decisión no resultó solo un cambio de nombre, sino que devino, fundamentalmente, en una declaración de principios bajo la guía de la Revolución, en un contexto en el que esta isla se convertía entonces en símbolo de renovación, esperanza y compromiso con las nuevas generaciones.
El acto, presidido por los líderes históricos y acompañado por el entusiasmo de miles de jóvenes pineros y cubanos, quienes acudieron al llamado del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, tras el paso devastador del huracán Alma (1966), dejaban su sudor y empeño en los surcos, calles, construcciones, lomas , para recuperar lo perdido y avanzar hacia nuevas metas.
Fue entonces cuando aquella Proclamación selló el destino de un territorio que desde ese tiempo se pensaría como laboratorio de sueños.
El cambio de nombre oficial tuvo lugar en el contexto del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en La Habana, en tanto, lo que se respiraba en la ahora Isla de la Juventud era futuro, lugar donde el Comandante en Jefe había dicho que allí se construiría una nueva sociedad, y las nuevas generaciones respondían con brigadas, aulas, cultivos y poesía.
Desde entonces, y hace 47 años, cada 2 de agosto se recuerda no solo como una efeméride, sino como un pacto con el porvenir.
Isla de la Juventud se convirtió, por intención de la Revolución, en espacio de formación, de solidaridad internacional, de resistencia y de cultura. Hoy sus calles, escuelas, campos y costas llevan el eco de aquel día en que se decidió que la juventud no sería solo una etapa de la vida, sino una vocación permanente.
En la actualidad, cuando miramos atrás, es posible comprender que lo sucedido el 2 de agosto fue más que una proclamación: fue una siembra y en su condición de revolucionaria, sigue dando frutos.
Once años y 10 días antes de la Proclamación, el 12 de agosto de 1967, Día Internacional de la Juventud, el Comandante en Jefe le había lanzado el reto a jóvenes de toda Cuba que transformaban el entorno socioeconómico pinero cuando les dijo:
«Nuestra juventud, más que una isla suya, tiene delante la posibilidad de hacer suya esta isla. Y si nuestros jóvenes están en esa actitud, podemos provisionalmente llamarla Isla de la Juventud; pero Isla de la Juventud con un gran contenido ideológico, con un gran contenido técnico, con un gran contenido social».
Y así lo hicieron, lo hacen y lo harán.