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Juego de Tronos: ¡No, no y no!

Si todavía no has visto el final de Juego de Tronos, la serie más amada de la televisión, mejor deja aquí mismo la lectura. No quiero ser acusado de echar a perder las sorpresas

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

«No, no y no. Parte de esto se debe a que quiero que esta serie, Juego de Tronos de Dan y David, sea su propia historia. No quiero que tomemos personajes de este mundo, que ellos crearon y desarrollaron de una forma hermosa, y ponerlos en otro mundo que otra persona está creando. Quiero que sea una pieza de arte única. Esa es una de las razones por las que no estoy haciendo cosas que provengan de la misma serie».

Era la respuesta definitiva de Casey Bloys, presidente de programación de HBO, a la interrogante de The Hollywood Reporter de si se les daría continuidad a las historias de los personajes principales de la serie más exitosa de televisión, al menos, de los últimos tiempos, después de que el pasado 19 de mayo se transmitiera el último capítulo de esta ficción que naciera de la imaginativa y siempre sorprendente Canción de hielo y fuego, rubricada por George R.R. Martin.

Más que «en sus 13», el equipo de realización de Juego de Tronos se paró en sus ocho temporadas y asegura que no habrá ni una más, aunque la cifra de quienes se quejan y han dado sus firmas para que esta se repita y los contente, exceda el millón de personas. De hecho, según varios reportes de prensa, muchos de los actores que han tenido sobre sus hombros los roles centrales de esta fantasía épica también han dejado claras sus radicales posiciones.

Para Isaac Hempstead Wrigh (Bran Stark), por ejemplo, a quien vimos crecer y transformarse en un joven, esa solicitud le parece un absurdo. «No puedo entenderlo —ha dicho malhumorado. Es algo ridículo el hecho de que las personas crean que pueden exigir un final diferente porque no les gustó». Asimismo, la actriz que interpretó a su hermana, Sophie Turner (Sansa Stark), apoya la protesta de su colega: «Estas peticiones son irrespetuosas con el elenco, los escritores y los cineastas que han trabajado sin descanso durante diez años».

Y este es el momento en que te debo reiterar (o informar, si te saltaste el sumario), estimado lector, que de estar en el grupo de aquellos que va siguiendo este verdadero fenómeno de masas por Cubavisión, el cual todavía no ha avanzado mucho en la quinta temporada, mejor deja aquí mismo esta «provocación», porque las siguientes líneas hablarán de la conmoción que me dejó el último round de Juego de Tronos y no respondo cuando se me vaya algún spoiler, o para decirlo en español, si se me escapan acontecimientos conclusivos que aún te quedan por ver.

 

Ya lejos en el tiempo quedó el momento en que David Benioff y D.B. Weiss, showrunners de esta serie que de seguro devendrá en clásico, pusieron a rodar la cabeza de Ned Stark (Sean Bean) ante los ojos incrédulos de espectadores del mundo entero, los cuales creyeron que de repente ese par de chiflados habían dejado su creación sin protagonista. Después nos darían sobrados ejemplos de que lo más saludable era dejarse sorprender por la magnífica trama y no encariñarse ni con uno solo de esa cantidad enorme de personajes, cuyos nombres jamás logré memorizar. Lo que no significa que ahora, a la vuelta de los años, uno se pregunte qué fue del destino de esos cuantos que estuvieron preocupándonos durante algunos capítulos y de los cuales nunca más tuvimos noticias, porque desparecieron por arte de magia (o tal vez porque, aunque estuvieran «atormentados» una y otra vez, eran simples rellenos, puros comodines).

Supongo que cuando uno se pone a pensar en esa «nimiedad» será porque evidentemente el cierre definitivo de Juego de Tronos le dejó también algunas insatisfacciones, y en realidad no porque después de que la pirómana Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) redujera a cenizas Desembarco del Rey, de pronto apareciera un consejo medio extraño (debido especialmente a que lo integraban seres que, juraría, veía por primera vez) para decidir, convencidos por Tyrion Lannister (Peter Dinklage), que quien debía ocupar el Trono de Hierro era justo, de entre los «candidatos», uno de los menos populares. Creo que la solución que los guionistas le dieron a la historia es bastante consecuente con el desarrollo de toda la ficción.

Claro, igual tendría que decir que tal vez mi Arya Stark (Maisie Williams) jamás se hubiera dado por vencida con una Cersei (Lena Headey), que dejó para las postrimerías todas las lágrimas que no había derramado; ni mi Jon Snow (Kit Harington) hubiera actuado de ese modo ante esa Daenerys que se enfermó de poder y, como pasa con frecuencia en la vida real, lamentablemente, abandonada su humanidad, decidiera cubrir de sangre a todo un pueblo sin importarle ancianos, mujeres ni niños inocentes (Desembarco del Rey convertida en escombros como esas tantas ciudades bombardeadas por tantas guerras injustificadas).

 

Para mí el mayor problema de este final de Juego de Tronos fue la falta de emoción; que sintiera por vez primera que los capítulos me aburrían, que estaban necesitados de un poco de cuchilla. Sobre todo aquel momento del sexto episodio en el cual Drogon, al ver el desenlace de su madre, fundiera a base de fuego el anhelado trono («por ser el culpable de todo», me pareció que razonadamente nos decía) y cual King Kong alado partiera con la rubia platinada en sus «brazos».

Con todo y ello, lo más lógico era que esta extraordinaria producción concluyera sin que se asomara un happy end a lo Hollywood a pesar de los giros inesperados que abundaron en no pocos de los 73 episodios que la conformaron, aunque le duela tanto a los fans. Yo tengo más la sensación de que Benioff y Weiss, sin la ayuda que representaba tener al alcance la novela terminada de George R.R. Martin, no supieron cómo acabar de tejer mejor los muchos hilos sueltos que les quedaron en sus manos.

 

 

¿Sería que, después de años intensos, estaban locos ya por dar el punto conclusivo? Uno lo puede sospechar cuando se percata de que esta vez fue inferior la cantidad de capítulos, lo cual de alguna manera les impidió cerrar todas las tramas como se merecía este gran espectáculo televisivo, porque lo innegable es que desde que iniciara Juego de Tronos hubo, por regla, una patente originalidad narrativa, derroche de imaginación, guiones bien sólidos y eficazmente estructurados, diálogos que eran unos puñetazos, vestuario magnífico, efectos especiales fabulosos, maravillosa banda sonora, locaciones de «película»...

Juego de Tronos, como extraordinario relato coral, nos conquistó además con personajes fascinantes: complejos y creíbles, que lograron agenciarse un ejército de fans: desde Tyrion Lannister, Cersei Lannister, Jon Snow, Arya Stark, Sansa  Stark… hasta Brienne de Tarth (Gwendoline Christie), Jaime Lannister (NikolajCoster-Waldau), Joffrey Baratheon (Jack Gleeson), Theon Greyjoy (Alfie Allen), Catelyn Tully (Michelle Fairley), Sandor Clegane «El Perro» (Rory McCann), Ramsay Bolton (Iwan Rheon)... Estos, sin excepción, fueron interpretados memorablemente, es decir, con «¡to!». Creo que otros más se sumarán a los 47 premios Emmy que la serie ha acumulado hasta la fecha.

Así, durante casi una década, estuvimos viendo en la televisión un nivel de producción tan elevado que nos hizo pensar que el cine en mayúsculas se había instalado en nuestras casas. Poco importa que dos o tres capítulos de la octava temporada no hayan colmado las expectativas, cuando recordaremos por mucho tiempo episodios que me parecen obras maestras como La batalla de los bastardos, Se acerca el invierno, Aguas negras, Más allá del muro, Baelor, Las lluvias de Castamere, La larga noche, El león y la rosa... Juego de Tronos nos regaló, sin dudas, un espectáculo magnánimo, total, y la audiencia mundial la amó. Cuba, incluida entre ella. O sea, que desde ya me voy preparando para escuchar dentro de poco alguna que otra mamá llamando a su hij@: Arya, Khaleesi, Drogon... 

Negocio es negocio

Puede ser que los showrunners de Juego de Tronos ya no quisieran más, pero en HBO desde hace rato están pensando cómo sacarle más provecho, máxime cuando tienen tanto potencial y cuentan con el apoyo creativo de George R.R. Martin. Ya se habla de varios spin off. Todo parece indicar que el primero será una precuela y tendrá por nombre La Larga Noche (The Long Night), cuya historia transcurre más de mil años antes, cuando los muertos se levantan para acabar con la humanidad.

 

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