Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lúceme tu pelo, ¿y te diré quién eres?

La historia nos pretende acercar a la vida de Sarah Breedlove (devenida después en C.J. Walker al casarse en segundas nupcias con el publicista Charles Walker y tomar su nombre para el negocio), primera mujer afroamericana que consigue el estatus de millonaria en Estados Unidos.

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

No pude evitar pensar en mi madre en cuanto empecé a ver Madam C. J. Walker: Una mujer hecha a sí misma (Self Made: Inspired by the Life of Madam C.J. Walker), la miniserie que estrenara Netflix en 2020 y que ahora transmite los sábados Cubavisión alrededor de las 9:15 p.m. Y no solo porque la extraordinaria actriz Octavia Spencer me traiga a la mente a mi Juana, sino porque la historia que ella protagoniza y por la cual fue nominada a los premios Emmy, me devolvió a aquellos años de mi infancia en que tantas veces me encontré a la dueña de mis días fajada con un peine caliente para alisar su pelo empavesado en grasa olorosa y gorda.

Me asustaba que tuviera que procurar, a base de fuego, que la encontraran bella, deslizando aquel hierro al rojo vivo por el bulto de cabello fuerte y rebelde que heredó de nuestros antepasados, para dejarlos brillosos y estirados. Prefería marcharme para no ser testigo de un posible accidente, una alternativa que no desapareció cuando le llegó el turno al desriz y el rizo empezó a doblegarse de un modo más permanente con un tratamiento químico que no perdona ni al cuero cabelludo.

Entonces ni me preguntaba qué tendría de malo lucir el pelo al natural. Me parecía lo más común del mundo que algunos quisieran «adelantar la raza», o que, antes de indagar por su salud, se preocuparan por averiguar cómo había salido el recién nacido: si el lóbulo de las orejas se veía oscurito no… Es evidente que no estaba listo para entender entonces que los siglos de esclavitud, de colonialismo, impusieron un eurocentrismo que luego el capitalismo y el imperialismo se encargaron de acentuar, al punto de que ese concepto racista, discriminatorio, está tan impregnado en nosotros  (todavía hoy) que puede resultar común que en muchos espacios lo que no cumpla con la «belleza blanca» se tome como sucio, descuidado, inapropiado, poco profesional, y se asocie a la pobreza y la marginalidad.

Sin dudas, la teoría de la existencia de las razas humanas (a lo largo del tiempo se clasificaron hasta 63, aunque Cuba debe haber superado esa cifra con tantos mulatos, mulatos blanconazos, jabaos, capirros, indios…) se trató de un gran «invento» para quienes buscaban establecer su supremacía social y cultural. Lo cierto es que aunque científicamente se echó por tierra, en lo absoluto ha desaparecido el derivado directo de dicho concepto: el racismo.

De todo ello nos pudiera hablar con más fuerza, pero no lo hace, Madam C. J. Walker: Una mujer hecha a sí misma: esta historia que nos pretende acercar a la vida de Sarah Breedlove (devenida después en C.J. Walker al casarse en segundas nupcias con el publicista Charles Walker y tomar su nombre para el negocio), primera mujer afroamericana que consigue el estatus de millonaria en Estados Unidos.

Sin embargo, que no piense el televidente que logrará conocer mucho sobre esta figura venerada por los afroestadounidenses con los cuatro capítulos de 45 minutos que nos propone Netflix, porque de pronto la hallaremos como notable empresaria y filántropa cuando en una escena rodada en pleno día, la descubramos vestida de hermoso azul, como si estuviera ataviada para una entrega de los Oscar, protegiéndose del sol, paseándose por las afueras de su mansión donde será notada por su vecino Rockefeller.

Blair Underwood como Charles Walker.

«Al que Dios se lo dio…», estarán pensando ahora mismo los que me toman como un envidioso. Solo que justamente ninguna fuerza divina debe haberle regalado nada, sino que de seguro tuvo que luchárselo muy duro para poder crear un imperio en la industria de los cosméticos a golpe de productos para el pelo. ¿Cómo una mujer, negra, que vino al mundo en 1867, en una plantación de algodón en Louisiana, huérfana a los siete años, más que pobre, sin ninguna instrucción, empleada doméstica que perdía los nudillos lavando, consiguió imponerse en un Estados Unidos que vive en plena segregación racial, en esa lamentable etapa (1877-1950) en que más de 4 400 afroestadounidenses fueron víctimas de terribles linchamientos? ¿Cómo pudo lograrlo sometida al hombre, como tocaba a las mujeres en los primeros años del siglo XX, despreciada además por su sexo y su piel?

No lo conoceremos por la serie Madam C. J. Walker… Nos quedará como tarea pendiente acercarnos con profundidad a la existencia de esta mujer totalmente desconocida (al menos para mí). En esta producción, tal contexto histórico es solo una postal del fondo. Por supuesto que nos conmoverán con la imagen de algún ser colgado en un árbol, pero la historia de la protagonista interpretada por la Spencer se moverá por otros caminos.

Inicia cuando la bella Addie Munroe (Carmen Ejogo), mulata cuyo genes blancos le propiciaron una melena abundante y larga, se muestra ante Sarah con el «crecepelo», producto que no solo le resolverá los problemas de la caída de cabello, sino que le devolverá, sobre todo, la autoestima. Al ver que le funciona, la futura magnate, ilusionada, le propondrá a su salvadora que la deje participar en la venta, pero la primera, que en un «rapto de bondad» se lo facilitó, no estaba dispuesta a ceder aquel milagro a personas más oscuras y de pelo más malo. Justo lo que la escritora Alice Walker (El color púrpura) denomina «colorismo» para describir esa otra expresión de racismo «interno».

No hay que ser demasiado imaginativos para saber cómo se desarrollará en lo adelante el guion: Sarah y Addie, quien le pondrá un traspiés tras otro, se transformarán en acérrimas enemigas, aunque los que dominan la biografía de Madam C. J. Walker aseguran que se trata de una de las no pocas licencias que asumieron las autoras de los libretos, con tal de aportar los ingredientes que harían avanzar al melodrama por buen derrotero.

De hecho, si uno se guía por los acontecimientos que nos presentan a partir de la novela On Her Own Ground, de A’Lelia Bundles, en la cual se basa este biopic, a Madam C. J. Walker, más que las enormes injusticias a las que se tuvieron que enfrentar los afroamericanos a comienzos del siglo XX, se la pusieron más difícil Addie (a quien, seamos sinceros, terminó robándole su invento, el cual copió y obtuvo de forma milagrosa) y los hombres que la rodearon —como Charles Walker (Blair Underwood)—, el marido celoso del éxito de su mujer; y John (J. Alphonse Nicholson), el esposo ingrato de su hija, Leila Walker (Tiffany Haddish). Llega a ser traicionada, incluso, por algunas de las mismas mujeres a las cuales les dio apoyo y trabajo... Nada, que la serie parece reforzarnos ese refrán popular que reza que no hay peor cuña que la del propio palo.

De cualquier modo, lo innegable es que con su esfuerzo Madam C. J. Walker superó pobrezas, humillaciones, discriminaciones, prejuicios clasistas y machistas… para alzarse como un verdadero exponente del sueño americano y hacerle honor al título de este dramatizado que vio la luz en marzo, apenas dos meses antes de que George Floyd terminara muerto debajo de la rodilla del expolicía Derek Chauvin.

Para mí, Madam C. J. Walker: Una mujer hecha a sí misma destaca, sobre todo, por el desempeño magnífico de Octavia Spencer (quien también funge como productora ejecutiva), siempre tan creíble, tan convincente. Sí, la Spencer es una actriz de altos quilates. Nos lo volvió a recordar este domingo gracias a la película Talentos ocultos (Hidden Figures) que puso Arte 7.  La vimos, tan espléndida como sus otras dos compañeras de reparto (Taraji P. Henson y Janelle Monáe), también con sus cabellos planchados, alisados químicamente o con pelucas, porque es lo que por lo general se espera de las actrices y modelos negros que aparecen en la televisión o en el cine. ¡Con lo bella que es la diversidad! Pero es difícil derribar aquello que ha sido acuñado durante tantos años en el campo de lo sociocultural.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.