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Palabra temida

En Cuba se reportan cada vez más casos de cáncer cérvicouterino en jóvenes y adolescentes, asociados a la infección del virus del papiloma humano. Sexo protegido, diagnóstico temprano y seguimiento médico son las claves para reducir el fenómeno

Autor:

Olga Lilia Vilató de Varona

CAMAGÜEY.— La segunda causa de muerte en Cuba es el cáncer, y como van las cosas, parece que se ubicará en el primer lugar. Así lo estima la Doctora en Ciencias Médicas Telma Ferrá, especialista de Segundo Grado en Dermatología y profesora consultante de la Universidad Médica Carlos J. Finlay, de esta ciudad.

El objetivo de su Tesis de Doctorado fue obtener un algoritmo para el diagnóstico precoz del cáncer cérvicouterino (CCU) en mujeres con condilomas acuminados, determinación avalada por el propósito del sistema de Salud Pública cubano de disminuir en un 20 por ciento las muertes por esta causa, y además reducir en un 15 por ciento la mortalidad en adultos mayores.

«En Cuba se registra una elevada supervivencia de pacientes con esta patología, similar a la de naciones desarrolladas, pero puede ser mejor y eso lo sabemos. Por ejemplo, los condilomas acuminados y el CCU aparecen por transmisión sexual: ambos padecimientos están unidos por el virus del papiloma humano (PVH).

«El condiloma acuminado es de bajo riesgo oncogénico en el 90 por ciento de los casos, pero podemos tomarlo como indicador de presencia de un virus de alto riesgo, porque hay muchas formas subclínicas que suelen ser causadas por estos últimos. Por eso, mi investigación se encamina a tomar el condiloma acuminado como una alerta. Claro que no toda mujer infectada por un virus de alto riesgo desarrolla un cáncer. Como el organismo trata de defenderse, la evolución la determinan el tipo de PVH, la carga viral y los factores inmunológicos, entre otros».

—¿Hay probabilidad de que incidan factores externos?

—Cómo no; están los medioambientales (si la mujer comenzó precozmente sus relaciones sexuales, si usa anticonceptivos orales de forma prolongada, si fuma, si ha padecido otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), los socioeconómicos, los educacionales… El riesgo de ser infectada por el PVH y desarrollar un cáncer cervicouterino no solo depende de su comportamiento, sino que está significativamente aumentado en mujeres que mantienen relaciones sexuales con hombres que tienen o han tenido numerosas parejas.

—Cuba tiene un buen Programa de Diagnóstico Precoz de Cáncer de Cuello Uterino…

—Sí, y se lleva muy bien. Igualmente tenemos un programa para el control de ITS, pero siempre puede hacerse más y creo que deben complementarse. Es preciso que ese programa de diagnóstico precoz llegue a muchachas que mantienen relaciones sexuales precoces y frecuentes, y aunque tengan menos de 25 años ofrecerles la opción de una prueba citológica para detectar si tienen condilomas acuminados.

«En 2010 fueron registrados más de 300 nuevos casos. Antes la mayor incidencia la encontrábamos en jóvenes de 20 a 24 años, pero ahora la tenemos en el grupo de 16 a 20 años e incluso hemos tratado a niñas de nueve y diez años. Como aumentan las jóvenes que comienzan sus relaciones sexuales a edades más tempranas hay que educarlas en el uso del condón, porque es uno de los medios más eficaces para evitar el padecimiento».

—La educación sanitaria desempeña un papel vital en asuntos de esta naturaleza.

—Así es. Los jóvenes saben muy poco de sexo y hay que prepararlos. La responsabilidad de atender a pacientes con condiloma acuminado recae en especialistas en Dermatología, quienes casi siempre se limitan a orientar tratamientos tópicos (externos) en lugar de remitirlas a la atención ginecológica, específicamente a una consulta de Patología de Cuello, para recibir seguimiento. En el Programa de Prevención de ITS no se contempla la necesidad de hacerse la prueba citológica, pero yo la recomiendo, así como la colposcopia (proceder diagnóstico para observar el cuello uterino).

«En investigaciones anteriores observamos que casi el 50 por ciento de las pacientes atendidas por cáncer habían padecido condilomas acuminados o los tenían en ese momento, y casi la mitad eran muy jovencitas. Así encontramos un diez por ciento de neoplasia intraepitelial cervical (NIC) entre las cien muchachas de la muestra elegida para esta tesis. De ellas, nueve presentaban un NIC-I, que es de bajo riesgo porque puede remitir o continuar evolucionando, mientras que el NIC II y el III son de alto riesgo.

«En consultorios del Médico de Familia en el municipio de Camagüey estudiamos a 15 niñas y todas refirieron haber tenido relaciones sexuales precoces. Cinco tenían una neoplasia (tres un NIC-I, y dos un NIC-II), que fueron atendidas a tiempo. A una de ellas se le hizo una conización del cuello a los 13 años, y después nos llevó la invitación de sus 15. Si no actuamos rápido, quién sabe si hasta hubiera fallecido antes de llegar a cumplirlos».

—¿Se detectan casos que no han tenido relaciones sexuales?

—Para que aparezca un CCU debe haber contacto sexual previo. En las vírgenes esto es muy excepcional. Si la persona tiene una relación sexual desprotegida y adquiere el PVH, puede demorar hasta diez o 15 años para saber si desarrolló un cáncer. Por eso hay que ir a los inicios, a la atención primaria de Salud, para detectar los condilomas, que son indicios que aparecen antes que la neoplasia.

—Entonces el camino principal es prevenir…

—Sin lugar a dudas, con el buen actuar. Si educamos a jóvenes de ambos sexos y les insistimos en que eviten las relaciones sexuales tempranas y desprotegidas estaremos ganando una buena parte de la batalla. Cuando se detectan los condilomas acuminados la afectada debe acudir a su médico y solicitar el seguimiento adecuado; esto es fundamental para evitar el mal mayor: la posible aparición del cáncer. Esa es una palabra temida, pero no siempre hacemos lo posible por evitarlo.

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