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Sexo, suelo pélvico y bicicleta (II y final)

Ofrecemos algunas claves para una buena práctica al montar bicicleta, medio que puede ayudar a potenciar nuestra salud si se usa de forma correcta

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

La vida es como una bicicleta de diez velocidades. Hay algunas que la mayoría nunca usamos.

Charles M. Schulz

Lograr que la experiencia de montar bicicleta no resulte a la larga desagradable o traumática, y sobre todo que no afecte nuestra vida sexual en lugar de potenciarla, depende mucho de nuestra actitud.

Al pedalear es importante que el peso del cuerpo descanse sobre los isquiones (huesos inferiores de la pelvis), pero mucha gente ignora esa recomendación y de manera inconsciente ejerce presión sobre el perineo, el ano o los genitales externos, involucrando en ese sobreesfuerzo al sistema de músculos del suelo pélvico y a algunos órganos internos (próstata, útero, vejiga). Esto alimenta ciertos mitos que demonizan a la bicicleta en lugar de reconocerle sus ventajas para la salud.

El primer paso para evitar molestias es elegir bien nuestro sillín y colocarlo con la altura e inclinación adecuadas. En este asunto no importan las modas: debemos usar lo que anatómicamente es mejor para el organismo según su constitución y talla, parámetros que pueden cambiar con la edad o tras ciertos eventos, como partos y cirugías.

También es importante vigilar la postura adoptada durante el descanso y el pedaleo. Cuando inclinamos el cuerpo hacia delante evitamos el viento y el avance es mayor, pero la zona perineal se oprime más, así que no se debe prolongar ese arranque.

La experiencia aconseja levantarse sistemáticamente en bielas (sobre los pedales) para que el perineo se airee, los músculos de la zona se relajen y las venas y arterias trabajen mejor. Si el paseo es en pareja, pueden ayudarse mutuamente dándose palmadas en los glúteos y ligeros tirones de la ropa para que se acomode, lo cual además de práctico resulta muy erótico para ambos.

A la hora de bajarse hay que cuidar que los genitales no golpeen el cuadro o «caballo» de la bicicleta. Si eso ocurre con frecuencia es preferible cambiar ese cuadro por uno de menor altura.

Vestidos para montar

Otra recomendación clave en materia de ciclos es elegir bien la ropa. Las telas gruesas o rígidas no son buenas para pedalear por tiempo prolongado, mucho menos si son piezas estrechas o cubren toda la extremidad.

La principal razón es que obstaculizan el movimiento y oprimen el sistema circulatorio, dejando secuelas que perjudican no solo la práctica deportiva posterior, sino también la estética de muslos y piernas y la salud general y sexual.

Igualmente una ropa inadecuada puede dañar la delicada piel de la ingle, el ano o los genitales externos, causando escoriaciones y hasta una dermatitis por fricción, lo que además de doler mucho es enojoso y perjudica el resto de las actividades cotidianas.

Lo mismo ocurre cuando la ropa interior (en caso de usarla) o la exterior demora mucho en secar. El sudor acumulado, una posible lluvia sorpresiva o un derrame de la botella mientras bebemos, generan humedad en las coyunturas de los muslos y agravan el efecto del roce, además de favorecer el desarrollo de microorganismos perjudiciales.

Si ocurren estos inconvenientes es importante acudir a una consulta de dermatología y no ponerse a experimentar con cremas o polvos al azar o por sugerencias de otras personas, mucho menos si se debe continuar pedaleando a pesar de los inconvenientes. La piel y las circunstancias nunca son iguales y usar productos erróneos incrementa el problema en lugar de solucionarlo.

Vale aclarar que esta dermatitis puede convertirse en crónica, y que las prácticas sexuales incrementan los síntomas y en algunos casos facilitan el camino a las ITS, pero no se debe culpar a la bicicleta de esta situación, sino a nuestra falta de previsión o de autocuidado.

Fantasía bien alimentada

En la salud sexual de las personas que eligen la bicicleta como estilo de vida influyen otros factores básicos, como la higiene y la nutrición. Tanto hombres como mujeres deben lavarse bien las manos antes y después de manipular sus genitales, y secarlos al terminar cualquier necesidad fisiológica para evitar infecciones que luego se arrastren hacia el interior. Esto puede ser difícil en la carretera, pero es una prioridad.

Al pedalear con frecuencia y durante largos períodos, como en la práctica del cicloturismo, se suele aumentar la ingesta de agua, frutas y otros alimentos sanos. Incluso los ricos en carbohidratos se asimilan más rápido y provocan menos daños que cuando se vive de modo sedentario.

Esta ventaja, unida a la fortaleza y elasticidad que alcanzan piernas y brazos (por no hablar del corazón y los pulmones) facilita el disfrute frecuente de otros «ejercicios» y mejora el rendimiento sexual.

Pasear en bicicleta por espacios naturales nos aleja de sustancias contaminantes, reduce el estrés, dispara la imaginación y propicia escenarios para hacer el amor que difícilmente aparezcan en las zonas urbanizadas.

Tales momentos mejoran la comunicación de la pareja y la dotan de recursos para combatir la rutina, además de entrenar la camaradería y poner a prueba sus mecanismos para salir de apuros o trazar planes divertidos.

Y como en el mundo se están poniendo de moda las bicicletas reclinadas, de asientos espaciosos, no poca gente se las ha ingeniado para idear nuevas posturas y cumplir fantasías sexuales que en las bicis tradicionales resultan más difíciles de experimentar.

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