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Cuba crece en el diálogo por la igualdad

La diversidad de proyectos expuestos, la edad de quienes los defendían y la pasión y originalidad con que sus acciones se reflejaban en los materiales didácticos compartidos, hablan mucho de lo ganado desde 1995 en este archipiélago

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

La paz no necesita palomas: precisa de iniciativa y voluntad.

Lizette Vila, realizadora audiovisual cubana

Instituto de Periodismo José Martí, un sábado en la mañana: ¿qué mejor modo de cerrar el posgrado sobre dinámicas demográficas que en una feria dedicada a los logros y desafíos de la Mayor de las Antillas en materia de género, población y desarrollo, a 30 años de aprobada la plataforma de Beijing, documento emanado de la 4ta. Conferencia Mundial sobre la Mujer de Naciones Unidas?

La diversidad de proyectos expuestos, la edad de quienes los defendían y la pasión y originalidad con que sus acciones se reflejaban en los materiales didácticos compartidos, hablan mucho de lo ganado desde 1995 en este archipiélago; con apoyo de fondos internacionales, claro, pero muy a nuestra manera, arrojando luz sobre lo que en estas tres décadas se necesitó más: empoderamiento femenino, pluralidad de voces por edades e identidades, derechos sexuales y reproductivos, inclusión, estadísticas y leyes plurales, masculinidades sensibilizadas con campañas antimachismo, crianza respetuosa para lograr generaciones menos violentas y más plenas en su potencial…

De aquellas jornadas históricas en la ciudad china, con cientos de mujeres denunciando, reclamando, proponiendo salidas a las crisis mundiales y regionales, habló la delegada y «artivista» (como se define a sí misma) Lizette Vila, líder del proyecto Palomas, un espacio que ha sido desde aquel viaje mucho más que una casa productora de audiovisuales con vocación social.

En Beijing, su feminismo dejó de ser «inocente» y tomó visos más académicos, políticos, antibelicistas… confesó: No solo por el desgarrador contacto con mujeres como las palestinas, que llevan más de medio siglo denunciando la crueldad sionista y el exterminio sistemático de su pueblo y, sobre todo, de sus niños; sino también porque entendió cuánto había logrado Cuba en pocas décadas de Revolución, y qué frágil se vuelven esos derechos cuando las crisis sistémicas se recrudecen y las nuevas hornadas de mujeres no deconstruyen tabúes y viejos estereotipos (violentos y limitantes) que pueden hacer retroceder su realidad.

Sobre tales desafíos versaron los talleres al interior del Instituto: ¿Cómo disponer de nuevas herramientas, como la inteligencia artificial, para borrar obstáculos ante las mujeres emprendedores? ¿Cómo actualizar la ruta para que la agenda de Beijing se consolide en nuestras localidades en vacíos tan desafiantes como la violencia de género, la injusticia climática, la pobreza, el menosprecio a la vejez, los mitos que naturalizan la desigualdad con biologicismos o fórmulas patriarcales?

El sustancioso salto en políticas públicas, reglamentos y leyes de este primer cuarto de siglo criollo, ¿tiene un reflejo satisfactorio en el ejercicio de la vida cotidiana? Las investigaciones académicas refutan cualquier conformismo y muestran innumerables brechas por cerrar.

Las estadísticas, cada vez más desagregadas y minuciosas, confirman espacios en que aún se lacera la dignidad y otros valores constitucionales con sesgos discriminatorios para nada inofensivos, como el edadismo, el racismo, el regionalismo, el androcentrismo,
la homofobia y transfobia, el salubrismo en proyecciones de desarrollo, la uniformidad de planes y acciones que ignoran la pluralidad de nuestra gente y sus entornos de vida.

Pongamos un ejemplo bien sensible sobre la necesidad de trabajar sin ingenuidades y con mirada multifactorial:
el Código de las Familias proscribe el matrimonio infantil (menores de 18 años), y el Código Penal tipifica como delito (estupro) las relaciones íntimas consensuadas entre menores y adultos que abusan de su posición de poder en lo sicológico, afectivo, económico u otros aspectos demostrables.

¿Cómo es posible entonces que crezcan las uniones de hecho en parejas con diez o más años de diferencia donde una parte no arribó a la mayoría de edad, o que la tasa de fecundidad adolescente sea tan alta, sobre todo en localidades de la zona oriental y Pinar del Río (aunque ninguna provincia escapa a ese problema)? ¿Quién exige responsabilidad a la familia de una niña de 12, 13, 15 años que da curso a una gestación no deseada, y casi siempre ingresa
al hogar materno con bajo peso u otros menoscabos físicos o sicológicos, y además describe su situación como «accidente», o decisión parental o de la pareja, no propia?

De ese «simple» fenómeno, en apariencia individual, se derivan muchísimos impactos en las concepciones de salud de un territorio, y de educación, vivienda, empleo, escolaridad y tantos otros cauces que abordaremos más adelante.

La agenda de Beijing sigue siendo para las cubanas una meta en el horizonte, y estar más cerca que otras naciones en algunos carriles no nos puede llevar a quitar la vista de lo que falta por lograr. En eso trabajan la FMC, instituciones de ciencia, la unión de juristas, redes feministas, la prensa, representaciones de Naciones Unidas en Cuba, organismos centrales y gobiernos locales…

Y tú, ¿qué estás haciendo por el presente y futuro de la nación en estos aspectos? Cuenta con Sexo sentido para darlo a conocer y co-inspirar nuevas propuestas. 

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