I. C.: Hace dos años tengo un novio que dice estar enamorado de mí desde niño. Me cela de hombres, amistades, familia, y todo. Para él, roban un tiempo que podría yo dedicarle, y teme perderme luego de tanto esperar. Ese comportamiento me aterra, pero también lo quiero y no encuentro las fuerzas para terminar. Se hace más difícil porque vivimos en la misma calle y nos vemos todo el tiempo aunque rompamos. Enseguida volvemos a intentar mejorarlo todo, sin éxito. Nunca le he dado motivos para estar celoso. Por momentos lo odio sin dejar de quererlo. ¿Pudiera ayudarme a salir de este doloroso dilema en mi vida? Tengo 25 años.
El psicoanálisis nos enseña que allí donde el hombre quiere toda su mujer para él, ella se le revela como portadora de un goce que no comparte con él y que la vincula con el otro hombre, familiar, amigo, trabajo, etc. No depende de cuánto lo ames, ni de tu fidelidad. Lo que cela es tu posibilidad de encontrar satisfacción en otros vínculos más allá del que tienes con él, connotando así lo que él no puede. No se trata de otro hombre, se trata de otro goce, otra satisfacción, la que él cela.
Tal vez permanezcas a su lado porque esa aprehensión de él te hace sentir «la única» en su elección y eso forma parte de lo que las mujeres generalmente requieren en el amor. Tu exclusividad para él debe ser percibida por su madre; de ahí sus otros celos. Este posesivo modelo de amor familiar, junto a otros elementos de su historia subjetiva, podría condicionar su manera de amarte.
Lo anterior no impide que puedan contener algunos de sus excesos y seguir adelante gracias a la satisfacción que encuentran en esa relación. Sus afectos son expresión de lo que cada uno es, está sintiendo y pensando. No son en verdad una amenaza o acusación.
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