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¿Belleza cueste lo que cueste?

La alarma se dispara cuando los riesgos para la salud son evidentes al asumir estilos y hábitos que lejos de garantizar hermosura, rozan con el peligro

 

 

 

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Se persigue la belleza, la perfección idealizada, la pertenencia a un grupo social que los haga sentirse aceptados, respetados y orgullosos… Entonces los adolescentes asumen patrones de comportamiento que, en definitiva, ocultan su inseguridad y baja autoestima en algunos casos.

Cuando se trata de un corte de cabello, un esmalte llamativo en las uñas o una prenda de vestir atrevida no resulta tan preocupante, por lo efímero de la moda, al final. La alarma se dispara cuando los riesgos para la salud son evidentes al asumir estilos y hábitos que lejos de garantizar hermosura, rozan con el peligro.

Diversos blogs dedicados a la moda y la seudobelleza, así como fotos multiplicadas en las redes sociales, impulsan una serie de modas estéticas, basadas en la delgadez extrema y en criterios nada profesionales: bikini bridge, thight gap, diastema, belly buttonchallenge y ab-crack, entre otros.

Durante el verano, sobre todo, se ha extendido tanto la moda de adelgazar el vientre hasta que la goma de la parte inferior del bikini quede en tensión entre las caderas. La pieza textil forma entonces un puente por encima del ombligo que solo se logra cuando las adolescentes ponen en práctica dietas arbitrarias sin equilibrio alguno o períodos de ayuno excesivos.

Cuando se habla de thigh gap es porque también se prueba fuerza con el organismo al querer lograr que la parte alta de los muslos sea tan firme y delgada que deje un paso claro entre estos y el pubis. Los especialistas advierten que es muy peligroso, porque para obtener esa separación de las pantorrillas por sus caras interiores, que depende de la anatomía de las caderas y no de la cantidad de músculo o grasa en la pierna, las muchachas muchas veces acuden a conductas anoréxicas que ponen en juego sus necesidades nutricionales.

El surco de separación entre los dos músculos del abdomen de una manera bien marcada es otra tendencia entre adolescentes y adultas, denominado ab-crack. No toman en cuenta el riesgo de la hipermusculación obsesiva a partir del consumo desequilibrado de proteínas, o en algunos casos, del abuso de suplementos vitamínicos y de otras sustancias menos recomendables.

Por si fuera poco, abundan las imágenes en Instagram y Facebook de adolescentes que quieren mostrar su esbelto cuerpo, pasándose un brazo por detrás de la espalda para intentar tocarse con la mano el ombligo, mientras con la otra mano se toman un selfie. El belly button challenge, con certeza, también coquetea con peligrosas dietas y desórdenes alimentarios como lo hace el denominado collarbone challenge, otro desafío que asumen los adolescentes que quieren demostrar que pueden alojar una ristra de monedas en el hueco que queda entre la clavícula y el cuello.

Tanto para el sexo femenino como para el masculino se propaga ahora la diastema como una moda, que no es más que la búsqueda de la separación de la dentadura superior en dos mitades luego de un ensanchamiento de los dientes centrales. Se valora entonces someterse a una cara operación odontológica para lucir lo que no se tiene de manera natural.

En el ámbito de las cirugías estéticas se observa con preocupación el hecho de que algunas adolescentes de entre 13 y 16 años quieren someterse a una labioplastia, operación estética que busca redimensionar los labios vaginales y dejarlos más cortos, igualados o turgentes.

Los adeptos a esta intervención quirúrgica con fines estéticos ponderan razones preventivas en cuanto a la higiene o de dolor a la hora de tener relaciones sexuales, así como sicológicos cuando los labios son asimétricos y se asocian trastornos de aceptación sexual y autoestima, pero lo alarmante es que este tipo de operación no es recomendable antes de los 18 años, pues los labios vaginales durante la adolescencia están en plena fase de crecimiento.

Tampoco exenta de riesgos, y asociada además con elevados precios se perfila el lifting de pubis, otra práctica empleada por muchachas y muchachos que pretenden de esta manera atraer más desde el punto de vista sexual a sus parejas. Se exponen a aligerar el tejido adiposo del Monte de Venus, en las mujeres, y el bajo vientre en los hombres para rejuvenecer la zona urogenital. 

¡Cuántas asociaciones erróneas con la belleza! Imitar modelos estéticos alejados de aquello que es saludable no hace más que mostrar las vulnerabilidades que durante la adolescencia padecen quienes no se sienten conformes del todo con su físico y forma de ser.

Es un período complejo en la vida, afirman sicólogos y sociológos, porque los adolescentes necesitan construir su identidad y valoran mucho la opinión que los demás tengan de ellos. Sin embargo, este es el mejor momento para alertarlos de las secuelas que para su salud pueden acarrear determinadas conductas, y sobre todo de lo importante que resulta aceptarse a sí mismos y cultivar lo que ante los ojos puede ser invisible, pero que es, en definitiva, lo más valioso.

Bikini bridge: Las muchachas muchas veces acuden a conductas anoréxicas que ponen en juego sus necesidades nutricionales.

Diastema: En busca de la separación no natural de los dientes la persona se somete a los riesgos de una cirugía odontológica.

Collarbone challenge y Belly button challenge, coquetea con peligrosas dietas y desórdenes alimentarios.

Ab-crack: Los adolescentes no toman en cuenta el riesgo de la hipermusculación obsesiva a partir del consumo desequilibrado de proteínas.

Thight gap: Esta «moda» extendida entre las chicas puede traer graves consecuencias a largo plazo.

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