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¿Sin esperanza en Esperanza?

A mano, con trazo grueso de lápiz gastado sobre la diminuta hoja de libreta, nos escribe el villaclareño Rolando Alemán González, desde Villuendas No. 41, en Esperanza, Ranchuelo.

En los archivos de Acuse ya despunta su nombre, pues el 3 de octubre de 2008 se dolía en esta sección del estado al que había descendido el Círculo Social Amistad, de su poblado. Contaba entonces Rolando que había integrado el grupo de compañeros que, con el apoyo de Comunales, reactivaron el mencionado sitio recreativo. Pero cuando el espacio pasó a la administración de la Gastronomía municipal, las funciones para las que fue remozado se fueron distorsionando poco a poco.

A la vuelta de cuatro años, vuelve a la carga el veterano, para ponernos al día de cómo ¿evolucionó? el Amistad en la zona de Esperanza. En los primeros días de noviembre de 2008 visitó al remitente una comisión encabezada por el director de Gastronomía en el municipio. Manifestaron que ya todo lo que se necesitaba para el Círculo estaría listo en el primer trimestre de 2009.

Lo que se hizo entonces, según detalla el lector, fue transferir la administración del local a la Empresa de Ventas Especiales. «Al pasar los años, en esta empresa todo fue de mal en peor, hasta el día de ayer, 7 de marzo de 2013, en que la administradora nos informó que por orden de sus superiores estaba prohibido que los trabajadores jubilados jugasen dominó».

Siente el mayor que con esta decisión llega para él y otros que ya van de regreso, tras duros años de trabajo, la absurda clausura de un espacio en que podían ganarle la data al aburrimiento y al olvido. En un país que envejece aceleradamente, ¿cuánto se sopesa una decisión como esta?

Llamadas al vacío

También desde Villa Clara, pero ahora de la capital de la provincia, escribe Juan Carlos Chamán González (Avenida Abel Santamaría, Edificio 15, Apto.7, Rpto. José Martí, Santa Clara), quién ya no sabe qué hacer para que le trasladen el servicio telefónico.

La historia comienza en 2007, cuando le asignaron a su esposa, por haber cumplido misión internacionalista como médica, el apartamento que ahora habitan. El 16 de enero de 2008 solicitó Juan Carlos el movimiento de su teléfono. Y le comunicaron que tenían 30 días para la operación.

«A los dos meses —evoca el remitente— me presenté de nuevo en la oficina comercial y me informaron que estaba pendiente. Al año retorné y tuve una entrevista con el compañero Roberto Martín, en Comercial de Etecsa. Me explicó que sería resuelto. Pasan los meses y me entrevisto con la compañera Marlén Cortés, subgerente: explica que no había pares en el lugar, que debía esperar».

En el 2011, agrega el lector, se resolvieron 50 pares para la zona; pero no llegaron hasta donde vive Roberto, su esposa y otros galenos que se encuentran en la misma situación, narra el villaclareño.

«Solicité entrevista con el gerente territorial de la provincia, el compañero Gustavo, el cual, muy atento, me explicó que eso pasó porque el cable no alcanzaba para todos los edificios de los médicos (…) que yo tenía el número tres en el listado de los traslados y debía seguir esperando», evoca.

Cuando en noviembre de 2012, acudió Juan Carlos a renovar su contrato a la oficina Comercial se llevó otra sorpresa. Resulta que al dar su número, la compañera que lo atendió le respondió que ese no era su número, que en la computadora aparecía como asignado a otra persona.

«Le enseñé mi contrato, con ese número que era el asignado a mi persona; ella salió, regresó minutos después y me explicó que cuando uno lleva varios años esperando, como es mi caso y el de muchos médicos del lugar, perdíamos el número, cosa que no entiendo, pues esto nunca me lo explicaron en Etecsa, y pienso que no es ético dárselo a otra persona sin consultarme. (…) ¿Cuánto tiempo más debo esperar? Y si mi número lo tiene otra persona, cuando me vayan a poner el teléfono ¿existirán pares pero no números?». ¿Quién le aclara?

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