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Ceder y comunicarse, he ahí la clave

Aguacero de insensibilidad. Así titulamos el pasado 5 de agosto el reclamo de la habanera Marilín Ortega Pérez (calle 234 e/ 25a y 27, edif. 25, apto. 20, La Coronela, La Lisa), quien, el día 17 de julio se sintió maltratada en la dependencia de Etecsa, ubicada en Hidalgo y San Pedro, Nuevo Vedado. Contaba la remitente que al terminar sus gestiones le manifestaron que tenía que salir «si no iba a realizar ningún otro trámite», mientras afuera caía un torrencial aguacero. Ante la petición de ella de ver a algún superior de la entidad, la repuesta que recibió fue más o menos la misma: que el local era pequeño y no había espacio suficiente, evocaba en su misiva.

«Es cierto que el local es pequeño, pero si no había ningún cliente en ese momento para atender y la situación era especial, yo me pregunto: ¿Por qué ser insensible ante los problemas de los clientes? ¿Acaso se ha perdido el sentido de humanidad?», cuestionaba la capitalina.

Al respecto contesta Tania Velázquez Rodríguez, máxima autoridad de la Dirección Central de Comercial y Mercadotecnia de la Empresa. Argumenta Tania que, luego de la investigación del asunto, se pudo comprobar que en la antesala de la entidad de referencia «existe un área techada con fibrocemento y un alero que sobresale de la edificación, donde las personas pueden guarecerse en caso de aguaceros fuertes. Igualmente se evidenció que la unidad está ubicada en un local alargado pero sumamente estrecho, diseñado solamente con espacio para la ubicación del personal que allí labora y con sitio para una posición de atención al cliente para trámites comerciales».

Añade la Directiva que Marilín fue atendida correctamente y «una vez que amainó la lluvia, otras personas quisieron acceder a realizar trámites en la unidad», por lo que se les solicitó con respeto a ella y a su acompañante que abandonaran el local, «pues la disposición y el espacio de la oficina no permitía a más de una persona en el interior»...

En entrevista con la demandante, esta reconoció que fue bien tratada en su gestión y que no detectó ofensa al exigirles la salida de la unidad, solo que sostiene su inconformidad por tener que abandonar el espacio, apunta la especialista.

«La incidencia fue abordada en una agenda dedicada a estos temas con todas las provincias del país y en los análisis realizados los criterios coincidieron en que en todo momento debió primar la comprensión de ambas partes. Por un lado se reconoció que los argumentos ofrecidos por la jefa de la unidad comercial estuvieron enfocados en poder permitir la entrada de otras personas, y por otro lado se insistió en que cada actuación de nuestro personal debe ser más empática y la comunicación debe ser la herramienta por excelencia para el mejor entendimiento», finaliza la ejecutiva.

Agradezco la cuidadosa respuesta. Milímetros de alero más o intensidad de aguacero menos, es difícil determinar con total justeza de qué lado anda la mayor razón y justicia en esta historia. En cualquier caso, lo que evidencian desencuentros como el narrado es que se debe avanzar mucho aún —tanto en lo institucional como en lo personal— en ese difícil arte de valorar y reconocer al otro.

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