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El peligro del Aedes aegypti aún persiste

Muchas personas todavía son incapaces de interiorizar que el diminuto Aedes aegypti puede desencadenar la tragedia. Esto se confirma en la actitud irresponsable que facilita su supervivencia y reproducción

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— La tertulia en una esquina de la carretera versaba sobre el mosquito Aedes aegypti. El hombre que llevaba la batuta en la conversación, sin dejar hablar a nadie, mostraba sus conocimientos de cátedra sobre el mosquito y qué hacer para erradicarlo.

Llegó, incluso, a asombrar al auditorio al afirmar, con tono doctoral, que le parecía hasta una exageración la revisión de las cuadras y el continuo «fumigueo».

Fue en ese instante, cuando un grito, desde su casa, lo calló: «Martín, llégate acá que dice el inspector que hay un foco de mosquitos en el tanque del agua».

Palideció, en medio de las risas de los tertulianos, antes de refunfuñar: «No chiven, eso no puede ser».

Cuando le enseñaron las larvas, a modo de justificación respondió: «Esas vinieron seguro por la tubería del acueducto». El inspector, sin perder la calma, le reveló: «Usted se ha fijado en que la tapa de su tanque de agua no está hermética. Por ahí se están colando».

Lo que le sucedió a Martín (escribo solo su apellido) tampoco resulta una excepción, más bien es un ejemplo clásico de los muchísimos que poseen el conocimiento, pero nunca lo aplican.

En realidad cualquiera aprobaría un examen sobre las características del Aedes aegypti y cómo combatirlo. Sobre este tema se ha explicado hasta la saciedad en asambleas de vecinos en las cuadras, por la radio, la televisión y los periódicos.

Entonces, ¿por qué perdura?

El trío de Daniel Enrique Urdanivia, Sarai Díaz e Ismael Rodríguez, acumula 27 años tratando de erradicar al Aedes aegypti. Todos empezaron de operadores de equipo y luego, paso a paso, fueron promovidos por su eficaz trabajo hasta desempeñarse actualmente como supervisores municipales.

Consecuentemente son unos verdaderos expertos sobre el peligrosísimo mosquito transmisor del dengue. Pero el éxito no depende solo de ellos, ni de los cientos que trabajan para eliminarlo, aunque gracias a su labor se reducen y los mantienen a raya.

Para Urdanivia persisten los focos por el descuido y la irresponsabilidad. Esto se confirma en el hecho de que hay personas renuentes a que les fumiguen sus casas, e incluso, tampoco siempre los tratan bien.

Sarai Díaz esgrime el ejemplo de la Bodega Liberación, ubicada en la Carretera a Camajuaní, entre las calles C y D, que no han podido revisar porque lleva meses cerrada. Ismael Rodríguez subraya que después de la fumigación, el local o la casa debe permanecer cerrado de 30 a 45 minutos para que sea totalmente efectiva, aunque esta norma se incumple reiteradamente.

Los tres coinciden en que cuando el supervisor va a revisar el trabajo que hicieron los operadores, hay quienes insisten en no dejarlos entrar a sus viviendas. Ya aquí estuvieron, suelen afirmar.

Recuerdan la paciencia que en ocasiones tienen que tener para lograr que se revise el depósito exterior de agua que está debajo del refrigerador. Y la cara de asombro que ponen algunos cuando les enseñan el foco que allí descubrieron.

Sin percepción del peligro

La provincia de Villa Clara ha tenido una mejor situación en comparación con el pasado año, con excepción de Santa Clara. En esta urbe hubo una situación muy complicada que aún permanece, y constituye un riesgo de transmisión del dengue.

Primero hubo que completar la fuerza de trabajo, casi mil hombres, entre operarios de fumigación y para el tratamiento focal, lo cual permite realizar este último cada 11 días, frecuencia que antes era imposible alcanzar.

Las áreas más complicadas son los consejos populares Capiro-Santa Catalina, y Camacho y Libertad, donde la gente cuenta con muchos tanques para almacenar agua con las tapas en mal estado e, incluso, sin ellas. Esta situación tiene su génesis en las irregularidades del abasto del preciado líquido.

Otro elemento negativo es la añeja costumbre de arrojar a las márgenes de los ríos Bélico y Cubanicay, que atraviesan la ciudad, desperdicios de cualquier tipo y hasta escombros. Al poco tiempo de realizar una limpieza general vuelven a aparecer.

También hay problemas con la recogida de basura, que no en todos los lugares se realiza diariamente, y en la limpieza de las fosas.

Las indisciplinas de las personas y la falta del trabajo comunitario determinan en los índices de infestación del mosquito. Muchísimos carecen de la percepción del peligro al que estamos expuestos, mientras resulte numeroso el vuelo sobre la ciudad del Aedes aegypti.

Para Bárbara Martínez Rodríguez, directora de Higiene y Epidemiología en el sectorial provincial de Salud, todavía no se logra una sistematización para mantener la limpieza, en lo que debe desempeñar un papel importante la comunidad.

En los desatinos tampoco se queda atrás el sector estatal. En unos 200 centros laborales se han detectado focos, el más notorio es la Empresa de Materias Primas, por aparecer como positiva en todos los ciclos.

¿A qué se debe esta situación? A la despreocupación y falta de exigencia de las administraciones. Muchas no cumplen el autofocal, es decir, revisar los depósitos de agua que tienen bajo su control, ni tampoco conservan la adecuada higiene en áreas de sus establecimientos.

A pesar de todas las incomprensiones y deficiencias expuestas, la campaña antivectorial sale adelante.

En la provincia no se ha registrado ningún caso de dengue hasta el momento. Y en esta realidad influye el trabajo riguroso de control sobre los viajeros, que arriban al municipio procedentes de países donde la enfermedad es endémica, para evitar su posible transmisión. Pero la amenaza aún existe.

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