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Quién dijo que todo está perdido

Hace diez años, regresaba Elián González Brotons a la Patria. Aquel pequeño, que quedó a la deriva en la inmensidad del mar, a consecuencia de la asesina Ley de Ajuste Cubano, y fue secuestrado poco después por una mafia terrorista sin escrúpulos, llevó a nuestra nación a un combate humanitario sin precedentes bajo la guía de Fidel

Autor:

Juventud Rebelde

La fecha del 28 de junio de 2000 quedó grabada para siempre en la mayoría de los cubanos y de buena parte del mundo. Aquel día Cuba se estremeció ante lo que observaba en el Aeropuerto Internacional José Martí. Las lágrimas de emoción y la alegría inmensa colmaron el alma de un pueblo que durante una larga y simbólica lucha logró rescatar un niño para su padre.

Hace diez años, regresaba Elián González Brotons a la Patria. Aquel pequeño, que quedó a la deriva en la inmensidad del mar, a consecuencia de la asesina Ley de Ajuste Cubano, y fue secuestrado poco después por una mafia terrorista sin escrúpulos, llevó a nuestra nación a un combate humanitario sin precedentes bajo la guía de Fidel.

El inicio

El pequeño Elián fue sacado ilegalmente el 22 de noviembre de 1999 desde las costas de Cárdenas, al norte de Cuba, por su madre Elizabeth en una embarcación rústica, trayecto que le costó la vida a ella junto a otras diez personas.

De 14 personas que intentaban llegar, solamente quedaron tres con vida. Tres días después del naufragio, Elián y dos adultos fueron rescatados por dos pescadores a tres millas de la Florida, aferrados a un neumático.

Luego de recibir atenciones médicas, el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) de Estados Unidos puso al menor al cuidado de Lázaro González, un tío-abuelo paterno residente en Miami, quien solo había visto al niño en una ocasión en Cuba.

Lázaro González, en directa confabulación con la mafia terrorista cubanoamericana, encabezada por sus congresistas, fue instigado a apoderarse del niño para presentarlo como un preciado trofeo publicitario. Se iniciaba así lo que más tarde sobrevendría en secuestro.

Juan Miguel González, el padre de Elián, que ignoraba la salida de su hijo, solicitó de inmediato al MINREX que le apoyara en la repatriación de su hijo, acto que fue respaldado por el pueblo de Cuba y el mundo.

Ante el silencio de las autoridades norteamericanas, Fidel se reúne con dirigentes de la UJC y la FEU y les da la misión de ser la vanguardia de la intensa batalla política y de opinión pública para hacer que el niño regresara, la cual comenzaría el 5 de diciembre.

Ese día los jóvenes que asistían a la VII Conferencia Nacional de las Brigadas Técnicas Juveniles protestaron frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana por la retención del niño, en lo que sería la primera manifestación masiva por esta causa.

La acción fue el inicio de lo que más tarde resultaría una ola de manifestaciones, entre marchas de cientos de miles, millones de personas y tribunas abiertas en distintas ciudades del país, alternadas con oportunas mesas redondas informativas sobre el caso.

«Lo único que puedo decir es que, si son medianamente inteligentes, anuncien la devolución de ese niño antes de 72 horas», expresó Fidel cuando apenas iniciaba la batalla por el regreso de Elián, al recibir a la delegación cubana que asistió a la reunión de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, la ciudad más grande del estado de Washington. Elián se convertía en el centro de un litigio entre su padre y unos medio parientes.

Meses de injusticias

Pese a la oposición de estos familiares lejanos a que Elián volviera a la Isla, el INS reconoció a Juan Miguel, el 5 de enero de 2000, el derecho de hablar legalmente por su hijo en asuntos de inmigración.

La decisión, respaldada por la fiscal general Janet Reno y el presidente William Clinton, fijó entonces la devolución del niño antes del 14 de enero; pero como la parentela había hecho de las suyas, el caso fue llevado a la Corte Federal de la Florida, para entorpecer el cumplimiento de la decisión del INS.

El 21 de enero, Raquel y Mariela, las abuelas de Elián, llegaron a Nueva York a buscar a su nieto. Allí pudieron percatarse del genuino apoyo del pueblo norteamericano a su justa causa. Cinco días después, luego de múltiples gestiones se reúnen con él, solo pocas horas y bajo presiones y manipulaciones de organizadores, quienes violaron lo pactado previamente, y tuvieron que regresar solas a Cuba.

El más legítimo arrojo irrumpió en los minutos en que volvieron a mimar al nieto amado y sintieron su calor. La gran lección fue demostrar al mundo que ante la fuerza del cariño no hay obstáculo invencible.

La criatura era torturada espiritualmente en Miami. Se trató de comprar su inocencia con sofisticados juguetes. Se le obligaba a posar frente a las cámaras de televisión disfrazado de personajes ajenos a sus sueños infantiles, mientras se le impedía platicar con su padre. Era considerado, así, un juguete político por los mafiosos, que nunca tuvieron en cuenta sus sentimientos ni su estabilidad psicológica.

En medio de maniobras leguleyas de la contrarrevolución miamense, y de las constantes protestas en Cuba y el mundo, Juan Miguel viajó el 6 de abril a Washington, acompañado de su esposa e hijo de seis meses, pero no fue hasta 16 días después que pudo abrazar a Elián tras un operativo federal de rescate.

Estas artimañas llegaron al Tribunal de Atlanta, instancia que a pesar de ratificar los derechos de Juan Miguel como único representante legal de Elián y rechazar la petición de asilo político, extiende la medida que impedía su regreso.

El dolor del padre

«Es evidente que están utilizando a mi hijo con fines políticos, en contra de nuestro Gobierno revolucionario, además de hacer dinero a cuenta de él. No sabes lo triste que me siento al saber que está lejos y no puedo defenderlo siendo tan pequeño».

Son palabras de Juan Miguel, un padre amoroso y ejemplar, que en medio del dolor y la tristeza, respondía con argumentos persuasivos e incuestionables pruebas sobre su relación afectuosa, intachable y constante con el niño.

«En varias ocasiones me han propuesto dinero para que me vaya con toda la familia. Prácticamente mi familia lo tiene secuestrado, enriqueciéndose a costa de nuestra desgracia», relató. Contaba entonces con 31 años de edad y estaba dispuesto a luchar hasta el final por el rescate de su pequeño.

«Lo tienen como un muñeco. Hasta le hacen regalos para que se sienta bien y diga que no quiere regresar. No tengo la menor duda de que se hará todo lo posible para que se reúna con nosotros. Yo no tengo necesidad de ir allá a buscar nada; el niño nos extraña y nos quiere, y eso es suficiente para que él quiera volver.

«Fíjate que se equivocaron totalmente, porque aquí no pasaba hambre ni necesidad de ningún tipo. No cuentan con argumentos, son patrañas de la Fundación (Nacional Cubano Americana), que aprovecha cualquier coyuntura para desacreditar a la Revolución y crearnos problemas. He llorado mucho todos estos días, pero tengo la certeza de su regreso».

El regreso

La firmeza para resistir cada obstáculo que imponían las leyes norteamericanas en cuanto a la custodia del niño, la aclaración de que todo lo expresado por los parientes y la mafia eran falsedades y la constancia en el reclamo, permitieron a la justicia abrirse paso.

El lunes 26 de junio en horas de la tarde, la opresión de la parentela de Elián se sintió nuevamente en la Corte de Atlanta pidiendo la apelación de un caso que duraba ya más de siete meses.

Los 12 jueces valoraron durante unos minutos la demanda interpuesta por los abogados y rápidamente la desestimaron: «La petición para extender la estancia (del niño) presentada ante el juez Anthony Kennedy y referida por él al Tribunal, ha sido denegada. La petición de certiorari (recurso de apelación) ha sido denegada».

Las autoridades norteamericanas, presionadas por la demanda cubana, un sector de la Iglesia y miles de personas que en ese país apoyaban la devolución del pequeño, al fin hicieron posible su regreso. Elián y sus familiares despegaban de Washington a las 4 y 43 minutos de ese día.

Rumbo al aeropuerto, muchas personas aplaudieron a la familia de Juan Miguel. Con esa seña ratificaron que en Estados Unidos la mayoría del pueblo deseaba la justicia.

En Miami, al conocerse la noticia, hordas de forajidos interrumpieron el tráfico en sus calles. La enseña norteamericana era quemada ante las cámaras de televisión.

El dictamen de la máxima instancia judicial norteamericana se conoció instantes después en toda la Isla y un júbilo intenso brotó en cada cubano. La noticia corrió por todas partes y seis notas oficiales mantuvieron a la población informada de cada detalle.

A las 7 y 53 minutos de la tarde del 28 de junio de 2000, hace exactamente diez años, Elián descendió en brazos de su padre, junto a su esposa, y su pequeño hermanito, la escalerilla del avión de ocho plazas que lo trajo de vuelta a su tierra natal.

El primer abrazo fue para el abuelo paterno. Según cuentan, después no pudo diferenciarse de quién eran las manos que le acariciaron el cabello, de quién los labios que le besaron la mejilla y los brazos que le apretaron el pecho.

Tal como se decidió desde el inicio de esta batalla, no habría recibimiento multitudinario ni manifestaciones públicas. Apenas diez minutos duró todo. Las voces de sus 900 amigos de la escuela Marcelo Salado, de Cárdenas, que habían venido hasta La Habana a recibir a su querido compañero se escucharon en un coro gigantesco que reiteraba ¡Elián!, ¡Elián!, el nombre del niño más famoso y torturado del mundo en los últimos siete meses.

Junto a ellos, se hallaban en el aeropuerto, luego de que una incontable lluvia regara regocijo y satisfacción, los abuelos, la bisabuela, el tío paterno, la primita, así como representantes de la UJC, la FEU, la FEEM y la Organización de Pioneros.

Fueron 266 días constantes en los que los cubanos, a todo lo largo y ancho del país, solicitaron la devolución del pequeño, para que al fin la razón y la verdad se abrieron paso.

«Estamos muy felices de regresar a casa», fueron las declaraciones en inglés de Juan Miguel antes de la partida. Con ellas daba las gracias a los numerosos estadounidenses que lo apoyaron, luego de señalar en su idioma que a pesar del sufrimiento había tenido la oportunidad de conocer a muchas personas brillantes.

Este hombre noble, sincero y serio renunció a fortunas ofrecidas y reiteradas invitaciones para traicionar. Callado y seguro dio una enseñanza de principios y ética.

Diez años después

Ya el pequeño Elián está en casa. Aquel drama humano tuvo un desenlace feliz. El dolor de la tragedia quedó atrás con el cariño de los suyos y del pueblo.

El niño de ayer es hoy un cubano más. Vive una vida feliz como cualquier otro adolescente a sus 16 años, junto a sus hermanos y a su verdadera familia.

Una década después de haber sido el juguete de los enemigos de la Revolución, lo vemos vistiendo su uniforme verdeolivo como estudiante de la escuela militar Camilo Cienfuegos, donde se prepara como futuro oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y asistiendo como delegado al Congreso de la UJC. Desde allí compartió motivaciones, ideas y nos invitó a transitar por los senderos del futuro.

Con su regreso culminaba la victoria de la justicia universal y de todos los cubanos, de la solidaridad internacional y de lo mejor del pueblo norteamericano.

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