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La seguridad alimentaria que merecemos

La Celac representa un modelo distinto de integración donde el hombre se convierte en el eje motivador de toda actividad de desarrollo social y económico, afirmó el subdirector general y representante regional de la FAO

Autor:

Mayte María Jiménez

América Latina y el Caribe constituyen hoy la región que más ha avanzado en la reducción de los índices de hambruna a nivel global, al disminuir el porcentaje de quienes lo sufren a casi la mitad en las últimas dos décadas, aseguró Raúl O. Benítez, subdirector general y representante regional de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), e invitado especial a la II Cumbre de la Celac.

En entrevista exclusiva para JR el funcionario de ese organismo internacional señaló el compromiso político que han adquirido los gobiernos de la región, los cuales se han manifestado tanto en el ámbito legislativo, como a nivel de políticas públicas dirigidas a superar el hambre y la malnutrición.

Explicó cómo dentro de ese amplio espectro de políticas públicas que se vinculan a la seguridad alimentaria y nutricional en estos países, desde hace algunos años vienen adquiriendo cada vez mayor relevancia aquellas orientadas a asegurar una satisfacción de necesidades básicas y, en general, a mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables.

«Entre ellas se pueden distinguir las políticas que buscan enfrentar situaciones sociales complejas de forma inmediata y de urgencia, y aquellas cuyo horizonte es de más largo plazo, y requieren cambios estructurales para su éxito», valoró.

—¿Cómo se articularía la Celac en la intención de alcanzar esta meta de erradicar el hambre?

—Primero debemos reconocer el crecimiento económico que ha ido presentando la región a partir de los años 2000, que ha permitido aumentar el empleo y mejorar los ingresos de muchos hogares vulnerables.

Sin embargo, —expresó—, en el mundo encontramos que cuando el crecimiento no va acompañado de transformaciones institucionales y políticas públicas que fomenten mayores niveles de equidad en la distribución de la riqueza, este resulta insuficiente para vencer a la pobreza y las desigualdades características de gran parte de los países de la región.

Destacó que, en América Latina y el Caribe sí se encuentran voluntades, capacidades, y el compromiso político de los diversos actores involucrados en la lucha contra el hambre y la desnutrición, esfuerzos todos que se materializan en un conjunto de políticas públicas de corto y largo plazo, cada vez más efectivas.

Dijo que una expresión clara de este renovado compromiso se aprecia en los principios recogidos en la Celac en el 2013, que han sido mantenidos durante la presidencia de Cuba, y que hemos visto se retoma y consolida en la antesala de la Cumbre en 2014, donde sus miembros se comprometen a promover la seguridad alimentaria.

«Celac es un ejemplo en países que están impulsando un modelo distinto de integración donde se considera al hombre como eje de toda la actividad humana. Encontramos como en la celac se incluyen numerosas declaraciones que abordan la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre», aseguró.

Significó que esta forma de integrarnos es muy efectiva, y prometedora: «No se encuentra en otras regiones algo equivalente a la Celac, con énfasis en los aspectos sociales de la integración, por un sociedad en la que todos puedan tener los mismos derechos».

—¿Cómo valora el hecho de que se haya realizado la Cumbre en Cuba?

—Cuba ha hecho un trabajo impecable a lo largo de este año de presidencia, ha demostrado que puede orgnizar y realizar una cumbre de esta magnitud. Ha demostrado que este es un modelo en el que se pueden hacer las cosas, mantener un alto nivel y uno sentirse orgulloso de pertenecer.

—Entre las temáticas apuntadas en las reuniones de coordinadores nacionales estuvo la agricultura familiar como una alternativa eficaz y garante de la alimentación.

—Efectivamente. Este es el año de la agricultura familiar, no podemos olvidar que el 80 por ciento de los productores agrícolas pertenecen a este sector, y el 50 por ciento del empleo familiar está relacionado en la región a la agricultura familiar.

Pero esta alternativa no se puede asociar con la agricultura de los pobres, —advirtió—, pues este es un modelo de producción más inclusivo, importnte focalizar las acciones de la alimentación.

En la región —explicó—, tenemos políticas de largo alcance, o de carácter más estructural, que permiten brindar empleos rurales, pues muchos hogares pobres obtienen sus ingresos trabajando como asalariados.

—¿Cómo se insertan los países miembros de la Celac en estas estrategias?

—Primero, han visto que los agricultores familiares no son parte del problema, sino que constituyen una solución para contribuir a la seguridad alimentaria del país.

«En el caso de la agricultura familiar, por ejemplo, está muy inserta en esas acciones, es de avanzada respecto a otras partes del mundo, aquí los gobiernos son conscientes de que tienen que destinar políticas específicas», apuntó.

—¿Qué proyecciones y desafíos tendría la región en materia de seguridad alimentaria?

—Mantener, profundizar y acelerar las transformaciones estructurales en materia de redistribución de ingresos, al tiempo que se afinen al máximo las políticas sectoriales y de corto plazo que contribuyen a disminuir la pobreza y erradicar el hambre en la región.

Destacó que en la región son varios los países que han renovado su compromiso con la seguridad alimentaria, con diversos enfoques. Los países no sólo han reiterado su compromiso con la lucha contra el hambre y la malnutrición de forma individual, sino que lo han efrendado en las declaraciones de las instancias supranacionales, la Celac es una evidencia muy significativa de ello.

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