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¿Cómo alimento a mi bebé?

La alimentación complementaria del bebé bajo el esquema de ablactación establecido y el respeto a normas higiénicas básicas se inicia a partir del sexto mes de vida, sin que ello implique el abandono de la lactancia materna

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Frutas, viandas, vegetales, carnes, granos, huevo, helados… ¿Cuándo incorporarlos a la dieta de un bebé que solo ha sido alimentado con la leche materna? ¿Cómo hacerlo? ¿Es necesario añadirle sal, azúcar, condimentos?

Daniela Álvarez y Enrique Martínez no lo sabían, y a la pequeña Luciana le faltaban pocos días para arribar al sexto mes de nacida. Aunque la doctora del consultorio les había explicado algo del asunto y el carné de salud infantil les mostraba esquemas y una guía de alimentación complementaria para el bebé menor de un año, ellos anhelaban más información al respecto, como ha sucedido con no pocos padres principiantes quienes, mediante correos electrónicos y llamadas telefónicas, solicitaron abordar este tema en las páginas de este diario.

Cierto es que la lactancia materna debe ser el alimento exclusivo del recién nacido durante sus primeros seis meses de vida, sin agua ni jugos, como garantía no solo de aportes nutricionales básicos para su crecimiento y desarrollo, sino también de una carga inmunológica imprescindible para ello.

Los especialistas insisten en que el bebé siga disfrutando de los beneficios de la leche materna aun cuando se le incorporen paulatinamente otros alimentos, y que los padres respeten normas higiénicas y el esquema de ablactación establecido en el país luego del acucioso estudio científico realizado para lograr la asimilación de los alimentos y evitar la aparición de disimiles enfermedades.

La especialista en Medicina General Integral y en Pediatría Gisela Álvarez Valdés, responsable del Grupo Nacional de Trabajo de Puericultura, advierte que es fundamental la paciencia de los padres y de toda la familia en relación con el inicio de la alimentación complementaria del bebé, pues se trata de un proceso de aprendizaje de ambas partes que la requiere.

«A partir de los primeros seis meses y no antes es necesario comenzar con la alimentación complementaria del bebé que ya ha logrado un desarrollo adecuado de las funciones digestiva, renal y de la maduración neurológica. Esta debe iniciarse de forma segura, es decir, respetando normas higiénicas elementales en la manipulación de los alimentos y utensilios, para evitar la aparición de infecciones y otras enfermedades».

Recomienda Álvarez Valdés no soplar los alimentos para enfriarlos, evitando así contaminaciones con microorganismos que pueden estar en la cavidad bucal del adulto. Sugerimos usar una cuchara pequeña, de bordes lisos y ofrecer cada vez pocas cantidades de alimentos al niño, que debe estar sentado, con apoyo corporal seguro y con sus manos descubiertas, explica.

«Comenzamos con los jugos de frutas no cítricas sin azúcar ni almíbar, las compotas y el puré de viandas y vegetales, y no todo de una vez. Cada tres días se debe añadir un alimento nuevo para probar la tolerancia del bebé a cada uno y saber el origen de una reacción alérgica si se produjera.

«Al séptimo mes se suman los cereales sin gluten como el arroz y la avena; las carnes de pollo sin grasa, carnero y res; los frijoles, excepto judías y garbanzos, y la yema de huevo cocinada. Al mes siguiente se incorporan el pescado, el hígado, los cereales con gluten, los jugos y compotas de frutas cítricas y el tomate, y al noveno mes ya puede añadirse a la dieta la carne de cerdo sin grasa, natillas y flanes, frutas y vegetales en trocitos y helados sin clara de huevo».

Detalla la doctora que las judías, los garbanzos y la mantequilla deben incorporarse a partir del décimo mes; luego la gelatina y el queso crema y cuando cumpla el año, el bebé puede comer ya el huevo completo, chocolate, aguacate, pepino, col, remolacha, espinaca, quimbombó, otros quesos y alimentos fritos sin excesos.

Poca sal y condimentos naturales deben emplearse en la elaboración de la comida del bebé, agrega Álvarez Valdés, y aclara que los alimentos deben prepararse a diario y no para su conservación durante muchos días, y aumentar su consistencia paulatinamente.

Las compotas fortificadas de frutas que se expenden en la canasta básica son esenciales en la dieta de los niños, pues contienen hierro y vitamina C, por lo que los padres no deberían dejar de brindárselas, enfatiza la especialista.

«Erróneamente muchos padres no les dan a sus hijos alimentos que a ellos no les agradan, y en no pocos casos se los cuelan, restándoles así las propiedades nutritivas que deben ofrecerles. En ocasiones abusan de los embutidos y alimentos procesados de manera industrial, así como de un alto contenido de azúcar, como es habitual en la dieta de la mayoría de los cubanos.

«Se debe ofrecer agua hervida desde que el bebé consume alimentos sólidos, de una a dos onzas dos o tres veces al día, separándola de la leche.

«La leche artificial no debe brindársele al bebé mientras la madre pueda darle leche materna, y con ello se evita la predisposición a enfermedades diarreicas y a la intolerancia a la lactosa. El biberón es muy cómodo para los padres, pero al igual que el tete deforma los dientes, y si se le ofrece muy temprano el bebé dejará de succionar, y cada vez se alejara más de la lactancia materna», destaca.

Álvarez Valdés manifiesta que en no pocos casos se provocan accidentes perfectamente evitables en el hogar. «Los padres prefieren dormir en la noche y no lactar al bebé, y con un biberón de leche artificial pretenden satisfacer su hambre; ignoran que pueden producirse broncoaspiraciones, pues el cansancio los agota y no supervisan al menor como debe ser».

La también Máster en Atención Integral al Niño alerta sobre algunas conductas de los padres en relación con el inicio de la alimentación complementaria de sus hijos, que pueden generar malos hábitos.

«Alimentar al bebé frente al televisor, por ejemplo, y alejado de la mesa en el momento en el que la familia departe durante la comida es un error que luego propicia su apatía en la dinámica familiar y su desconocimiento de las normas de conducta en la mesa. Tampoco es prudente evitar que el bebé haga uso de los cubiertos, aun cuando se ensucie durante el aprendizaje de su manipulación, pues poco a poco sabrá utilizarlos de manera correcta».

La familia debe conocer, además, los suplementos nutricionales que pueden administrarles al bebé, dice. «El Forferr puede comprarse en las farmacias con prescripción médica, y se recomienda administrar media tableta al día si no padece el infante de anemia, y en caso de que sí la tenga en menor o mayor medida, se aumenta la dosis para contrarrestar ese riesgo nutricional».

Recordemos que la gordura no es hermosura, y que la familia no debe exagerar en las cantidades de comida del bebé con el objetivo de que aumente de peso y esté sano, pues el resultado puede ser totalmente opuesto, subraya.

«Si el bebé mantiene un peso estable dentro de los parámetros de la curvatura que en cada carné de salud infantil se refleja, se evalúa satisfactoriamente su crecimiento y desarrollo; y de lo contrario es decisión de un especialista el proceder que se debe aplicar.

«Aumentar dos libras cada mes durante los primeros seis meses y una mensual después de ese tiempo se considera normal, aunque se trata de un rango básico no rígido, pues cada menor tiene características genéticas diferentes.

«La anemia o una infección urinaria puede ser la causa de la inapetencia en los infantes, pero antes de evaluar esas condicionantes el personal de salud debe informarse sobre el modo de preparación de los alimentos que emplea la familia».

La doctora del policlínico docente Julián Grimau, de Arroyo Naranjo, advierte que es esencial asistir a las consultas de puericultura en la atención primaria de salud y a la cita con el pediatra, a fin de mantener una estricta vigilancia sobre el bebé y su desarrollo.

«Los padres deben leer y revisar con frecuencia el carné de salud infantil para seguir de cerca la evolución de sus hijos, pues además de la guía de alimentación complementaria se ofrece una tabla que resume los principales avances que deben tener cada cierto tiempo».

Los momentos de la alimentación son también de aprendizaje y amor, por lo que se debe hablar con los pequeños y mantener el contacto visual, alimentarlos despacio, pacientemente y animarlos a comer, pero sin forzarlos, afirma Álvarez Valdés.

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